—¿Te gusta?
—No está mal, te va bien —«Maldito Javi Calvo, ¿para qué tendría que haberle dejado esa chupa? Cada vez está más guapo. Joder, le quitaría el resto de la ropa y dejaría que me hiciera de todo solamente vestido con esa cazadora». Por mucho que hubiera visto a Alfred llevar chupas, esa era de otro mundo. Le gustaba el Alfred de traje, ya que le daba ternura, pero este Alfred, el Alfred roquero, el Alfred de Bowie, el de los 80, el transgresor, le estaba volviendo jodidamente loca. «Madre mía, madre mía, madre mía, Amaia, céntrate por favor. ¡Céntrate!.
—Tu también vas muy guapa Amaia —le respondió él con una sonrisa de oreja a oreja mientras la repasaba de arriba abajo, devorándola con la mirada.
—Ay, Alfred, jo, gracias —se sonrojó ella mientras le desviaba la mirada al espejo—. Me gusta mucho la verdad, es muy bonito todo.
—El rojo es definitivamente tu color, Amaieta —asintió convencido—. ¡Guapa!
—Buah, Alfred, por favor... —rio mientras se seguía contemplando en el espejo, intentando controlarse. Fue entonces cuando decidió sacarse una foto, levantó la mano derecha, donde se encontraba su teléfono y se sacó una foto en el espejo.
—¡Eh, espérame! ¡Yo también quiero! —reclamó Alfred viendo la acción de su compañera así que, sin esperar respuesta, se colocó a su lado y Amaia empezó a disparar.
—Ahora así, abriendo la boca —le propuso ella y él la imitó. Y lo que empezó como una simple foto terminó siendo un juego para ellos, proponiendo distintas poses o caras y riendo como dos niños pequeños.
—Y ahora así, más... intenso—Alfred se colocó aún más cerca de Amaia, mirándola con todo el deseo que sentía, con las ganas que tenía de tocarla, de morderla, de amarla, pero Amaia, disparó antes de colocarse igual que el joven.
—Venga, ya esta, que sino me voy a quedar sin memoria —el juego se estaba poniendo peligroso así que Amaia decidió cortar de raíz, no sin antes acercar su cara a la de Alfred, ellos eran así y así seguirían, nunca cambiarían, total, ¿A quien le importa?
—Eso es mentira, tiene 256 GB —le replicó alegremente y Amaia se encogió de hombros—. ¿Me las pasas, plis?
Amaia obedeció y al instante se las había mandado todas. Alfred las revisó una por una, en ellas les veía alegres, con ojos llenos de felicidad y sonrisas sinceras.
—¿Has visto esta? —le mostró divertido Alfred enseñándole la foto que Amaia había tomado de improvisto—. Parece que te esté comiendo.
—Es divertida, si —¿divertida? «Amaia, por favor, céntrate de nuevo. Esta foto tiene menos de divertida que tu de inocente».
—Aix... ¡Que te como enterita, Titi! —le comentó con cierto sarcasmo pero a la vez cierta sonrisa picara.
—Ay, Alfred, por favor —«ojalá» pensó. Así que siguiendo su "broma", le contestó–: Primero cantamos y luego ya veremos.
—Amaia, Amaia... no te pases porque podemos terminar muy, pero que muy...
—¡Chicos nos vamos! —Marta entró abriendo la puerta de golpe asustando a los jóvenes. Amaia la maldijo, pero a la vez se alegró, si hubiera entrado cinco minutos después vete tu a saber que situación se hubiera encontrado—. Coged las cosas, ya esta aquí el coche.
Aún que les hubiesen interrumpido ese momento, eso no significaba que su juego se terminase ahí. Durante todo el camino el ritmo no disminuyo, las sonrisas pícaras sólo iban a más y que sólo ellos se entendían. Intentaban sobrepasar el límite del otro, ¿hasta donde estarían dispuestos a llegar?
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Nosotros
FanfictionAbril-Mayo de 2018. Después de una mala racha, llega la noche X, la noche en que lo cambió todo entre ellos. La magia desapareció, la complicidad se esfumó y la paz huyó... Pero por contrato, ellos tienen que seguir siendo los de siempre, por lo men...