El Mar De Los Soles Muertos. VII

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Capítulo 7: Arreglando cuentas.

"La justicia que llega o se espera es eso, justicia, pero la que se busca se convierte en venganza".

Ubicación: Base de operaciones de Wasol Corp, Rantoul, Illinois, EE. UU
Fecha: 25/12/2020 – Horas nocturnas.
Jackson Blake.

Luego de haber pasado por el portal arrastrando a Azazel, me separé de los demás. Como me imaginaba que usarían el salón subterráneo, decidí venir al hangar donde se hicieron las pruebas para conformar a los equipos desde un principio. Un lugar abierto y poco concurrido, perfecto.

—Muy bien pequeño bastardo. Hace un par de días me juré a mí mismo que atravesaría con una lanza esa expresión que tienes en la cara, que te molería a golpes, te arrancaría las alas, rompería las piernas y luego de que me cansara de atormentar tu miserable y repugnante existencia, iba a hacer que te arrepintieras de haber puesto un pie en mi ciudad. Y no creas que se me ha olvidado una palabra de lo que dije —le digo al oído a mi acompañante —. Pero antes que todo, respóndeme algo, ¿ustedes los demonios duermen?

Azazel ni se atreve a mirarme.

—Pues ya es de noche, y voy a pasar toda la noche despierto observándote, y cuando vea que te quedas dormido te voy a arrancar los parpados con mis propios dientes.

—Vete al infierno.

—No. A ese lugar te vas tú, y quiero que descanses lo suficiente de todo lo que voy a torturarte.

—¿Crees que alguien te recompensará por esto? ¿Qué irás al paraíso?

—Los héroes no vamos al cielo —le susurro —. Tú descansarás, pues cuando llegue al infierno, voy a seguir torturándote.

Y así pasamos la noche entera. Él nunca se durmió, y yo tampoco. Toda la noche despiertos, mientras lo obligué por completo a mirarme a los ojos.

La alarma de mi teléfono suena. 8:00 AM. Me tomo un momento para observar a mi acompañante. Cuerpo de hombre, con los pies de una cabra, también sus cuernos y barba son del mismo animal.

Me levanto y estiro un poco. Voy hacia la sala de mandos.

—¿Tienes sed, dulce princesa? —le pregunto al volver.

—Púdrete.

—¡Claro que tienes!

Voy hacia él y le abro la boca a la fuerza, mientras le doy a beber un líquido que he preparado en una jarra.

Él escupe al instante.

—¿Qué mierda era eso?

—Dicen que la orina es más desagradable en las mañanas, ¿tú qué opinas? ¿A qué sabe la mía?

Él vuelve a escupir.

—¿Y qué eran los sólidos?

—Unas arañas que encontré por ahí.

—Voy a vengarme de esto.

—No podrás hacerlo si te mato antes.

—¿En serio crees eso? Yo puedo abrir portales, genio, sólo me quedé aquí para que los demás supieran mi ubicación. Dentro de poco estarán aquí, y voy a sonreír cuando te vea rogando por piedad.

—Si tienes razón en algo es en eso de que soy un genio —señalo con seriedad —. ¿Crees que no te he observado? Por favor. Yo estoy peleando con cinco personas a la vez y aun así noto lo erizados que están cada uno de los vellos de sus brazos. Azazel, te he visto hacer portales y necesitas ambas manos para eso, ¿Por qué otra razón crees que te cortaría una mano? Y si fuera cierto lo de la ubicación, de todas maneras iban a traer a Amón así que sería lo mismo. Azazel, yo soy un observador, grábate eso.

La Doctrina de los dioses: Los Herederos del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora