Capítulo Tres

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Ambos lo seguimos en silencio. La comida completamente olvidada. Los otros Monjes nos lanzaban miradas mientras nos abríamos paso. Caminamos por algunos minutos a travez de varios corredores y salas hasta que llegamos a las puertas dobles de la oficina de Davies. Era una habitación de bastante tamaño cuyas paredes se encontraban cubiertas por estanterías llenas de libros. En el centro de la habitación había una mesa llena de papeles y libros. Más al fondo se encontraba otra mesa con tres sillas. Se dirigió a esta pero no tomó asiento. Tampoco nos invitó a que lo hiciéramos. Nos observó durante algunos largos segundos.

- "Agredieron humanos." Dijo al fin.

- "Señor, no..."

Levantó una mano para silenciarlo.

- "Hablaras cuando te lo pida, Nathaniel. ¿Acaso no han estado aquí durante todos estos años? Es una de las cosas que espero eviten a todo costo. ¿Pero que hacen? Intentan pasar por encima de ellos con un caballo."

Estaba claramente enojado.

- "Intentamos que se movieran pero no escucharon. Les salvamos la vida, merecemos algo de respeto." Le dijo Nathaniel.

La mano de Davies se levantó pero esta vez choco contra su mejilla.

- "¿Te he dicho que hables, muchacho?"

La mano de Nathaniel se aferraba con fuerza a su espada. Solo negó con la cabeza. Sus ojos clavados al frente. Yo solo podía intentar que ninguna emoción pasara por mi rostro. Algo de remordimiento brillaba en los ojos del hombre.

- "Escuchen esto porque solo lo diré una vez. Es cierto, les debemos la vida y existen algunas personas que se lo agradecerán. Pero el humano es orgulloso sobre todas las cosas. Existirán los que los vean como armas que les pertenecen, sirvientes. Deben aprender a vivir con esto y no reaccionar. Sé que se creen superiores y deberían serlo." Señaló hacia una de las ventanas. "Pero allá afuera, ellos son muchos más que ustedes. Por lo tanto, ellos son superiores. Si decidieran llegar a este Templo y pedir a los Monjes sus cabezas por haberlos agredido. No tendríamos opción alguna fuera de complacerlos. Así que, si serían los Cazadores pero unos sin cabezas. El orgullo, niños es el peor enemigo de una persona. No permitan que les llegue a la cabeza. Ahora, vallan."

Sin decir palabra alguna nos marchamos. Caminamos en silencio por varios minutos. La mano de Nathaniel aún apretaba el mango de su espada.

- "Nathaniel..." Intenté hablar pero no me lo permitió.

- "Esta bien, busquemos a los otros." Me interrumpió.

Rindiéndome, lo seguí en silencio el resto del camino. Los encontramos en una de las salas de estar. Varios sillones y mesas se esparcían por el lugar. Al igual que estanterías repletas de libros. Maximus se encontraba en el centro de la habitación sentado sobre una de las mesas. Era el más serio entre nosotros. Siempre preocupado por lo que el resto pensara de nuestras acciones. Siempre, especialmente preocupado, por impresionar a Davies. Kaila se encontraba sentada en uno de los sillones justo al lado de la gran ventana de cristal.

Tenía un libro en manos pero lo cerró al notar nuestra llegada. Ella era mi mejor amiga y no solo por el hecho de que nos hubiéramos criado juntas. Amaba su forma de ser. A veces podía ser seria pero la mayor parte del tiempo no se tomaba nada con seriedad. Aunque no le ganaba a Darían. El se encontraba recostado de una de las estanterías. Jugaba a atrapar con una daga. La mayor parte del tiempo era insoportable pero aun así lo quería por igual. Los chistes con los que solo él reía eran lo suyo.

- "¿Que han hecho?" Nos preguntas Maximus poniéndose en pie.

- "Absolutamente nada." Le conteste con algo de frustración. El nos intentaría dar un sermón aún más grande que el de Davies.

- "No me..."

Nathaniel le interrumpió para contarle todo.

- "Dioses, ustedes si saben cómo divertirse." Comentó Darían desde su lugar pero todos lo ignoramos.

- "¿Los amenazaron?" Nos preguntó Maximus. La preocupación era evidente en sus rostro.

- "Se lo tenían merecido." Le dijo Kaila quien solo nos había observado en silencio. Su expresión era calmada.

- "¿Que ha dicho Davies?" Maximus no detenía sus preguntas pero justo cuando esa abandonó sus labios pareció percatarse de la marca en la mejilla de Nathaniel. "Oh, dioses que rayos..."

No lo deje terminar.

- "Max, Davies no quería escuchar."

- "Nada nuevo." Añadió Darían distraídamente mientras atrapaba la daga.

- "Además golpeó a Nathaniel sin razón alguna."

- "Nada nuevo." Estaba vez lo dijo en un tono cantado.

Todos nos giramos hacia el de golpe. Lanzó la daga una vez más. Se tomó su tiempo levantando la vista hasta que sus ojos encontraron a los nuestros. Colocó la daga en su cinturón y levantó las manos lentamente en señal de rendición.

- "Me callo." Nos dijo con una sonrisa.

- "Me pregunto cómo no te e asesinado todavía." Le dije lanzándole una mirada con poco cariño.

- "Sabes que me amas. ¿Además, crees que podrías?"

Mi mano fue al colchón que se encontraba junto a Kaila y lo arroje en su dirección. Este lo bloqueo con un abrazo enviándolo de vuelta en mi dirección. Lo bloquee con facilidad y este término golpeando a Nathaniel en el pecho.

- "Oh, no, ustedes dos se toman todo muy enserio. No quiero que una pelea de colchones acabe con el Templo en fuego." Camino hacia Nathaniel colocando un brazo sobre los hombros del otro chico. "Vamos, de seguro tienes hambre." Darían me lanzo un guillo antes de salir de la habitación.

- "¡Esto no a acabado!" Le dije aunque sonreía. Veía a ese chico como si fuera mi hermano menor.

Me giré hacia Maximus quien se encontraba con los ojos clavados en el suelo. Kaila decidió abandonar la habitación en silencio.

- "Max, sé que vez a Davies como un padre. Ninguno de nosotros te culpa. Es solo que...sabes que no compartimos el sentimiento."

Él asintió y se puso en pie.

- "Max, solo recuerda que Nathaniel es tu compañero. Podrías mostrarle un poco de apoyo." Añadí aunque él me daba la espalda. No lo dije con la intención de sonar cruel pero quizás fue así.

- "No te preocupes, Amira. Lo sé." Se giró para darme una media sonrisa antes de continuar su camino. "Deberías comer algo." Con eso se marchó.

Solté un suspiro, insegura. ¿Lo había molestado? Una vez afuera de la habitación me encontré con Kaila recostada de la pared.

- "¿Encontraron muchos?" Me dijo una vez comenzamos a caminar. Sabía que se refería al nido que habíamos visitado.

- "Alrededor de diez. Olvide reportárselo a Davies."

- "Tendrás tiempo la próxima." Una corta pausa siguió." ¿Como esta Nathaniel?" Me pregunto. Su tono de voz uno diferente pues sabía que ese chico era un tema sensible para mí.

Siempre lo había sido por una sola razón. Había crecido junto a todos ellos. Eran las únicas personas, constantemente presentes en mi vida. Como era de esperarse, aunque no estabamos relacionados por sangre, el cariño que sentía por Darían y Maximus era el que una hermana sentiría por sus hermanos, aunque en realidad no lo fueran. Con Nathaniel era distinto. Aún no entendía cómo había sucedido pero en algún punto lo que comencé a sentir por el era muy diferente. Un sentimiento más allá de la amistad. Me había enamorado de él. ¿El gran problema? Bueno, dos de hecho. El menos serio, no sabía cómo él se sentía respecto a mi. Según Kaila sus sentimientos eran igual que los míos.

El verdadero problema por su parte, no podía ser solucionado con una conversación. A los Cazadores se les prohibía rotundamente establecer relaciones sentimentales. No importaba si se trataba de otro Cazador o un humano. Era un rotundo no. ¿Su explicación? Los dioses nos habían creado con el único propósito de exterminar Vampiros para que los humanos lograran prosperar. Por lo tanto nuestro enfoque solo le podía pertenecer a nuestra tarea, nada ni nadie más. Pero esa era solo una más de las cadenas que arrastrábamos los Cazadores. Solo uno más de los precios que teníamos que pagar por los humanos.

Un Cruel DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora