Microrelatos y poesia: mi vida es amor

Cuando conocí a Ellen solo tenía quince años, me gustaban las motos, salir con mis amigos, ecuchar música pero no salir con una chica. Había visto a mi madre abandonarnos cuando tenía ocho años, "Él me entiende" dijo antes de salir por la puerta, mi padre descubrió que el niño que llevaba mi madre en el vientre no era suyo. Ahora vive con su novio y Jessica, mi hermana. La verdad, le debo a Jessica haber conocido a Ellen.

Pasaba el verano en casa de mamá, la tarde era lluviosa y no había nadie en casa. Nadie, excepto Jessica. Era una niña mimada y consentida, me recordaba a mamá, tan superficial y popular entre los niños del parvulario. Esa tarde tenía un cumpleaños, de una niña llamada Hannah, una niña tímida, solitaria y con ojos de lechuza.. Seguramente no tenía amigos y por eso había invitado a Jessica “no hay fiesta sin Jessica” decía mamá.

-¿Que pongo? ¿La falda rosa y la blusa blanca? ¿O el vestido de flores?

-Ponte lo que te de la gana y, déjame en paz.

-Eres malo conmigo. Se lo diré a mamá.

-Dile lo que te de la gana. Date prisa o llegaras tarde.

-Papá dice que lo mejor se hace esperar.

Puse ojos de exasperación. Después de media hora peinando su pelo castaño claro, fuimos a la pastelería de los vecinos, allí se celebraba el cumpleaños. Estaba lleno de niños, padres y hermanos mayores. Entonces fue cuando la vi, una chica sentada atándole los cordones a un niño. Tenía el pelo rojizo, los ojos ambarinos y la sonrisa de un ángel. La chica sonrió al verme.

-Hola, soy Ellen ¿Y tu eres?

-Gabe. El hermano de Jessica.

Ellen era la hermana de Hannah”.

Diez años más tarde...

-¿Así fue como conociste a mamá?-Preguntaron mis hijos al unisono. Ellen y yo tuvimos tres hijos, Teresa y Amber, las gemelas y, Kevin, mi hijo mayor.

-Si y no lo cambiaría por nada del mundo.

Mi mujer rió y nos besamos, mis hijos pusieron cara de asco. Todo era perfecto.