Increíble, ¿no creen?
El día anterior llegue tarde al trabajo, mi horario es todo el día y salgo al siguiente con una cara de zombie casi tan realista como los de la famosa serie de Fox; por fin estaba libre de obligaciones, quería pasar un rato distinto y despejar mi mente.
Esperaba el tren, tomado de mi linda chica de la mano, al llegar, como de costumbre el vagón hasta el tope de cientos de personas ansiosas, y otras no tanto, de comenzar su faena diaria, lo se, cansadas ya del tráfico, de los altos precios, de crímenes e injusticias impunes, de funcionarios públicos y ladrones de cuello blanco, si, ya lo se, porque yo también he sido parte de ese mar de gente en algún momento, afectado de vez en cuando por situaciones esporádicas pero realmente problemáticas, preocupantes y mas que eso agobiantes sin duda.
Mientras pensaba esto entramos de manera inerte al vagón aún con la calidez en mi mano y ahora, un poco mas afectiva y confortante por el reducido espacio, aunque aún pensaba en aquellas situaciones, me detuve un momento para observar mi alrededor, siempre he sido muy protector, fuimos a parar junto a un par de jóvenes quinceañeras que reían y hacían chistes sobre alguna broma en el salón de clases a ese profesor amargado y aburrido de Matemáticas o Historia, quizá también sean las responsables de ese pellizco al entrar al vagón, si bueno, ehmm...
...A mi también me cuidan mucho.
Una chica de pie con su bebe en brazos, haciendo muecas y sonidos para alegrar a su pequeño, este aún acalorado y no tan cansado como su madre, alcancé a ver una lagrima diminuta que casi al instante cambió por una carcajada y por favor, ¿a quien no le gusta la risa de un niño? Es increíble ¿no? Entre tanto una joven se levanta para ceder su asiento a esta madre, al mismo instante un niño de unos 8 años mas o menos, también se levanta e insiste en que la joven universitaria que sacaba cuentas en una libreta bastante apresurada no se levantase de su lugar. Allí mismo se escucha a una rapera, de esas que cantan y hacen comedia entre rimas, "sacándole lo positivo a lo negativo", como ya estaba terminando a duras penas escuché su última rima y luego los aplausos, nada distinto a elogiar a un artista reconocido, mismo talento pero una situación diferente, ¿increíble no?
Al cerrar las puertas quedamos justo frente a la ventana del tren y como era un túnel pude ver nuestro reflejo y ahí estaba ella, sosteniendo mi mano con la suya y con la otra rodeándome para sostenerse y poder abrazarme al mimo tiempo, descansando su cabeza sobre mi pecho, no me considero muy alto pero ella es relativamente pequeña, incluso su cabello me hacia cosquillas en la nariz, pensé, en lo mucho que me gustaba esa sensación, ¿Increíble no? Incluso en un espacio tan reducido, casi un sauna, donde no todos son muy agradables yo ni perciba ese calor y me sienta tan cómodo aquí, solo por su compañía.
Llegamos al anden de la estación siguiente perdiendo así nuestro reflejo y espavilándome al mismo tiempo, yo aún veía la ventana, al detenerse a través del vidrio, 3 viejos amigos de pie esperaban en el anden contrario, no fue difícil reconocerlos, pasamos muchos años siendo muy cercanos, uno de ellos no por tanto tiempo, pero igual de apreciado, el recordar esas cosas hoy en día divierten como si fuese presente, Ja ja ja, ¿Increíble no?
Entre quejas y críticas de los usuarios el tren cerró sus puertas y arrancó, parte del recorrido siguiente era sobre un puente, por el cual había pasado varias veces en otras oportunidades pero supongo que había estado demasiado ocupado o distraído para no notar que parte de esa montaña que a lo lejos se veía, parcialmente cubierta por nubes negras, donde había pasado tanto tiempo de mi niñez y adolescencia había sido consumido por un incendio no hace mucho, ya se notaban retoños de un único árbol que alcancé a ver, frondoso, con flores y frutos, el mismo en el que me sentaba a descansar y comer de él, desde donde veía la ciudad con una perspectiva tranquila e inocente, supongo que ahora será el padre protector de esa montaña, ¿Increíble no?
El tren frenó repentinamente, me di cuenta por alguien que empujaba detrás de mi, mayor ya, muy parecida a mi bella madre, de la mano de un viejito con cara de cascarrabias y aún así parecía feliz, fue inevitable sonreír , creo que imitaban a mis padres, disculpándose con una palmada cálida en mi espalda y el típico "Mijo" al terminar la frase que me recordó también a mi abuela, cuando aún hablaba y conversábamos hace mucho tiempo, demasiado para recordar de qué, pero divertido supongo, por todo el rato que durábamos allí, claro, apartando el tiempo para jugar afuera con mis primos incluso con el mas pequeño que lloraba al menos 3 veces al día, bañarnos en piscinas inflables, de esas que son para niños, manejar bicicleta, correr con los perros, volar muñecos de acción con capa porque papagayos nunca aprendimos, las escondidas y un catálogo sin fin de juegos, claro, hasta las 6, no salíamos en las noches, y ni queramos, las noches eran de videojuegos comiendo chucherías, tortas y galletas sobretodo esas circulares con fresa en el centro, era mi favorita, salvo en las parrillas, nos reuníamos en una choza que siempre usábamos para reuniones, en mi familia, cualquier excusa es motivo de festejo, extrañamente para un niño me gustaba mas esa choza, tenia una parrilla vieja hecha de bloques y cemento, columnas de troncos muy fuertes, palmas y algunas láminas de zinc para la lluvia, sin enchufes, a veces solo con un radio a baterías y una hamaca, antes vivieron mi abuela, mis tíos y mi madre en ese sitio, ahí comenzó todo. Realmente me gustaba mas esa choza y mi familia que el televisor y la consola. ¿Increíble no?
Suena extraño incluso para quien soy hoy, hace tiempo cambie la chicha por café e incluso una cerveza de vez en cuando, claro, tan solo una, beber sólo es deprimente y ese no es mi estilo, siempre los recuerdo, aunque tengo años sin verlos, pero se que están bien, eso es suficiente. Un cosquilleo en la nariz me despertó, creo que a ambos, y menos mal, ya habíamos llegado...
