El pequeño árbol, que danzaba al son de la dulce brisa, acompañado por la luz de la luna, meneaba sus pequeños brazos, dejando caer sus hojas al ritmo que sus raíces le permitían.
Al pasar el tiempo, el árbol crecía, comenzando a elevarse, haciéndose más fuerte; viendo como otros árboles empezaban a acompañarlo y a danzar debajo de la gran luna; cuando de pronto una siniestra figura se les acerca con algún tipo de arma, que comenzaba a atacar a uno de sus amigos, observando como este se desplomaba en el frío suelo, percatándose como ahora se encontraba con el extraño ser cara a cara, empezando a sentir un gran dolor.