Prólogo

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*** esto de aquí quiere decir editado


Un estornudo escapó de mi boca llamando así toda la atención de la policía, sus pasos resonaban por el pasillo, la habitación, toda la casa en general.

Agh, no me jodas pensé.

Rodé los ojos, debí tirarme de ese puente cuando tuve oportunidad pero ahora solo me enfocare en irme a casa a dormir, o de verdad me voy a desmayar. Tuve que hacer uso de mi habilidad. Las cosas perdieron su característico color tornándose de un gris opaco, los pasos de la policía dejaron de resonar, los relojes se detuvieron, el tiempo se detuvo.

Despegue mis espalda de la pared y camine fuera de la habitación, miré el pasillo completamente obscuro lo único que podría resaltar un poco eran los cuerpos inertes de la policía, pase a un lado de ellos intentando evadirlos. Pobres idiotas ¿De verdad creen que con unos diez hombres podrán conmigo? La madera crujía bajo mis pies, tome la manija de la puerta abriéndola por completo encontrándome, así, la luz de la mañana. Saque la máscara que suelo usar para mis robos, guardándola en mi mochila. Una bonita mascara gris con una sonrisa pintada de negro.

Retorne mi camino a casa, necesito dormir.

Las calles se encuentran un poco menos transitadas de lo habitual, dejando mi paso libre para llegar a casa sin contratiempos. Avance unos cuantos pasos, no los suficientes para dar siquiera la vuelta en la esquina, detuve mi andar cuando una mano levemente delgada tocó mi hombro. Gire solo la cabeza para ver al dueño de dicha mano.

— Me he perdido ¿Podrías ayudarme? — era un chico de cabello negro y ropa de detective. Fruncí el ceño. ¿La Agencia Armada De Detectives? Oh por supuesto, si me preguntan de dónde se, por obvias razones siendo criminal se lo esencial de esta organización.

— Uhm, supongo ¿A dónde va? — pregunte. Lo mío no era ayudar personas desconocidas, esta vez haría una excepción, igual puedo encontrarme algo interesante.

— A la Agencia Armada De Detectives — dijo.

Trabajando ahí y no la puede ubicar, es imposible. A pesar de las sospechas lo guíe. Caminamos en silencio nadie articulo una palabra, él sonreía orgulloso ¿Quién sabe de qué? Lo miraba de vez en cuando, de reojo, más alto que yo —por doce centímetros—, ojos cerrados y manos detrás de la nuca.

Atractivo pero me da mala espina así lo describí mentalmente.

Paramos frente al edificio de cuatro pisos, nada inusual, es una buena fachada.

— ¡Oh! Muchas gracias — dijo el sonriente aún sin abrir los ojos. — Permíteme invitarte algo de comer como agradecimiento.

— Será otro día, ahora debo volver a casa — solté un pequeño bostezo, el cual cubrí con mi mano.

— Por favor — rogó, poniendo cara de perro mojado.

— Otro día, tengo que dormir — le repetí con el ceño fruncido. Trate de darme la media vuelta dispuesta a irme y lo hubiera hecho de no ser porque tomo mi muñeca izquierda.

— Lo lamento, pero no — gruñí, usaría mi habilidad, claro si no me tocase pues de esta manera el no quedaría inmóvil como los policías —los cuales ya dejé libres— y tampoco perdería color. Forcejee, en balde, no hace falta mencionar quien tenía más fuerza.

— Suéltame.

— Acompáñame arriba — dijo y por primera vez lo vi abrir los ojos.

Verdes, filosos, como los de un gato pensé.

— No voy a ir a ningún lado, gato.

— Supuse que pondrías resistencia — sonrió. Lo cual no es ni tantito tranquilizador. De la nada cayó frente a nosotros un chico el cual, sin ninguna autorización, reviso mi gabardina negra y para colmo despojarme de mi mochila. MI mochila.

— Limpia — dijo, pude notar un leve sonrojo en sus mejillas por la vergüenza seguramente. Distraída por eso el albino grisáceo me inmovilizó en el suelo, subiéndose a mi espalda.

Estoy jodida fue lo último que pensé.

Aparente resistencia | Bungou Stray Dogs |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora