—Sabía donde guardaba su arma — susurró—Estaba bajo una tabla suelta en el suelo de la cocina, pensaba que yo no sabía que la tenia, pero cada noche me aseguraba de que todavía estuviera allí. Estaba listo para saltar entre él y mi madre si no estaba.
Hizo una pausa, lo único que se escuchaba era su respiración inestable. Taehyung tenía la sensación de que los demás presos también estaban escuchando todo, en silencio absoluto en sus celdas.
— Así que un día la cogí. —
(***)
Su mano temblaba mientras sacaba la pistola de su escondite con mucho cuidado, era pesada, más pesada de lo que parecía. Estaba temblando, pero quería hacerlo, tenía que hacerlo. Después de que lo hubiera hecho, él y su madre podrían empacar e irse, largarse de aquí, fuera del maldito país. Por fin podrían ser felices y libres, no habían experimentado ninguna en un largo tiempo. Jungkook ya no sabía cómo se sentía ser feliz.
Entró de puntillas en el pasillo hacia la habitación de sus padres, donde se podía escuchar que Do yeon ya había empezado su noche de ―diversión. Escuchó cada golpe, cada grito y la sangre le hirvió, golpeando contra sus oídos. Su rabia atravesaba el techo, estaba tan enojado que temblaba de pies a cabeza. Cerró su puño alrededor de la pistola y sintió un pequeño estremecimiento que lo atravesaba.
Debería tener miedo de desear lo que iba a hacer, de desear ver el cuerpo de su padre caer muerto, la sangre corriendo por todo el lugar, deseando su muerte; pero no fue así. No le asustaba en absoluto. Lo emocionaba, porque era algo que había soñado por años y que ahora finalmente se atrevería. Estaba lleno de ira en el momento que llegó a la puerta.
Lo había planeado al máximo, le dispararía tres veces a Do Yeon, asegurándose de que estaba en el infierno antes de detenerse y entonces cogería una maleta, echaría alguna ropa de su madre y suya en ella, tomaría su mano y huirían del país. Irían a América, conseguiría un trabajo y cuidaría de ella. Nadie más pondría una mano sobre ella nunca más.
Llamó a la puerta. Quería que él viniera aquí, porque no quería disparar a Do Yeon mientras estaba en la cama con su mama, no se arriesgaría a lastimarla y tampoco quería nada de sangre en ella. Ella aún era pura; Jungkook ya estaba manchado con su historial de ser violento con los otros niños, ¿qué era un poco más de sangre en su ropa?. Escuchó voces en el interior de la habitación, oyó a Do Yeon gritarle.
—¡Lárgate de una puta vez!—Jungkook presionó sus labios con fuerza. La mano que sostenía la pistola temblaba mientras tocó de nuevo, ajustó su control sobre el arma, sus dedos se resbalaban por el sudor. Vamos, vamos cabrón, abre la puerta.
—Cariño haz lo que tu padre...—la suave voz de su madre fue silenciada por un fuerte golpe y un– deja de hablar.
Jungkook apretó los dientes y golpeó la puerta de nuevo, ajustando su posición, separando sus pies un poco de modo que estuviera más estable. Oyó algunos susurros y luego un chirrido de la cama, sabía que su padre abriría pronto la puerta. Do yeon nunca había golpeado a Jungkook apropósito y eso lo hacía sentirse más furioso. ¿Por qué su madre? ¿Por qué no él? Jungkook era el pequeño niño fenómeno que llevaba ropa extraña y usaba maquillaje, ¿qué había hecho su madre? ―Oh yo sé, pensó sombríamente. Tenerlo a él, eso era lo que su madre había hecho. Le dio a el un hijo raro, uno al que no le gustaba jugar fútbol o reparar autos. Jungkook preferiría que lo golpeara a él y no a ella, los chicos en la escuela lo hacían, aunque él se defendía, ¿por qué no podía hacerlo él también? Ya estaba herido cuando regresaba a casa ¿qué era un poco más?
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* 𝕆𝕦𝕥𝕣𝕚𝕘𝕙𝕥 𝔻𝕖𝕔𝕖𝕡𝕥𝕚𝕠𝕟 *
Fanfic―.....el no sabe nada del 815, declaro con incredulidad. ¿Que persona que estudia para ser policía no sabe nada acerca del prisionero 815?― Adaptación del libro "815" de (broken mirror).