Capítulo 13

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Kane se aleja de la ventana con el rostro ciertamente pálido y algo descompuesto. Sus puños se aprietan a ambos lados de su cuerpo mientras su pecho se mueve a gran velocidad.

— Ese chico acaba de lanzarse por la ventana —murmura con mirada perdida —. Debería estar muerto... abajo... contra el cemento... —sus palabras salen con dificultad debido a su respiración agitada —... pero no está. ¿A dónde ha ido?

De repente, su mirada se clava en la mía y de forma involuntaria me encojo. Tan negros, como el cielo nocturno del exterior, sus penetrantes ojos me atraviesan haciéndome sentir intranquila.

— Yo...

Apenas puedo decir nada más. ¿Cómo se supone que voy a explicar lo que acaba de pasar? Comprendo la reacción de Jay  ante mi negativa de marcharme de la ciudad. Lo he decepcionado profundamente y, como venganza por el dolor que le he causado, él me ha puesto en una situación difícil.

Ahora Kane Velkan, el hombre con el que he estado obsesionada estas últimas semanas, busca respuestas que no soy capaz de darle. El mundo de los Cambiaformas es más complejo de lo que parece. Vivimos ocultos a plena vista haciéndonos pasar por simples humanos. Mantener el secreto es esencial para que podamos continuar con esta paz y, por ello, nadie... absolutamente nadie debe saber lo que somos.

Kane atraviesa la habitación y me agarra por los hombros.

¡Red! —grita él con furia. Las oscuras ojeras bajo sus ojos parecen más intensas que nunca —. ¿Dónde está? ¿Qué está pasando?

Debería estar asustada. Mi amigo, como bien lo he identificado antes, acaba de lanzarse por la ventana de un tercer piso. Sin embargo, no me he movido del sitio y no parezco estar demasiado alterada. Eso es lo que la mente de Kane está pensando y también lo que finalmente rompe su paciencia.

— ¡Contéstame! ¡Maldita sea! —sus dedos se clavan en la parte superior de mis brazos mientras me zarandea.

— Lo siento —susurro apartando la mirada.

Inmediatamente, él me suelta. Siento sus ojos clavados en mi rostro mientras continúo rehuyendo su mirada. De repente, su mano sale disparada y agarra la parte baja de mi chaqueta con la intención de levantarla.

Mis ojos se abren enormemente con sorpresa y reaccionando de forma rápida consigo rodear su muñeca con mis dedos deteniéndolo justo antes de que lo consiga.

— ¿¡Qué mierdas haces!? —exclamo.

— Enséñame la herida —responde él con los dientes apretados.

Su voz sale baja... no como una sugerencia o advertencia, sino como una demanda. Mis ojos se estrechan mientras mis dedos afianzan con fuerza la mano que continúa agarrando mi chaqueta. Los pensamientos en su mente están girando y las sospechas finalmente comienzan a encajar.

— No —niego esta vez sin apartar la mirada.

Su mandíbula se tensa y, después, trata de tirar hacia arriba ignorando mi negativa, pero su lucha resulta en vano pues no consigue liberarse de mi agarre. Entre la furia que conduce sus acciones se vislumbra la sorpresa pues ¿cómo es posible que yo sea capaz de contrarrestar su fuerza? Debería ser imposible... sí, debería.

— Déjame verla —repite con tono peligroso.

Su mano tiembla de rabia bajo mis dedos, pero no la suelto.

— Eso no va a pasar —me niego de nuevo imitando el oscuro tinte de su voz.

No importa cuánto insista, no dejaré que Kane levante mi chaqueta porque debajo no encontrará una herida en curación sino una piel limpia y tersa sin rastro alguno de haber sufrido una lesión. Eso sólo complicaría las cosas aún más de lo que ya lo están.

La chica sobre los tejados © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora