Dos adolescentes van corriendo por la calle alegremente, hablando tranquilamente sobre su día y quejandose por los examenes. No tienen rumbo aún, no saben donde van a ir.
-Oye! Tengo ganas de ir al árbol!
-Porque? Ya has estado muchas veces! Que tiene esa cosa que no dejas de hablar de ella?
-No se... No se puede explicar, tienes que verlo y punto.
El primero agarró de la mano al segundo obligándolo a caminar más rápido. El segundo solo se deja llevar, y con los pies pesados comienza a caminar intentando seguir el paso del primero.
Al llegar ven un vasto jardín, no tenia fin. Era un jardín majestuoso, tenia flores de todos los colores y medidas. La hierba era fresca y oleaba al ritmo del viento; y en medio del enorme jardín estaba el gigante. Un árbol grande con hojas que colgaban de las ramas como si fueran lianas. Las hojas tienen un color verde intenso que enamora a cualquier persona que se quede aunque sea un segundo a observar detenidamente esa maravilla biológica.
Los chicos, ya completamente enamorados de esa presencia, se quedaron sentados en el pie del arbol charlando y bromeando. Y sin darse cuenta, el día oscureció.
Cada uno se fue a su casa después de despedirse, y el árbol quedó en el mismo sitio, siendo observado por las personas que pasaban por ahí casualmente.
Mas tarde, cuando las estrellas brillaban, salieron dos dulces personas, un hombre y una mujer, los dos aún son jóvenes y desprenden una confianza y amabilidad increíble. Ellos son los que cuidan del hermoso árbol, lo cuidaron desde que lo conocieron hace 16 años y desde ese entonces nunca se olvidaron de darle agua cada día y de cuidarlo. Vieron como el fruto de su amor creció, vieron como pasó de ser una simple planta un poco alta a ser lo que era hoy, su orgullo.
Este árbol era muy querido por mucha gente, pero pocos en realidad eran los que lo cuidaban de verdad. Y de vez en cuando siempre estaba ese tonto que arrancaba una rama o escribia en el tronco su amor hacia esa persona.
. . .
Hay dos niñas jugando, a la niña morena claramente se veía que sentía cosquillas en la pancita al ver a su amiga rubia, pero esta estaba con ella porque era hija de un amigo de su padre. Este par de amigas estaban paseando cuando encontraron un jardín gigante, casi como una pista de golf; las dos, curiosas por conocer esa parte del pueblo que no conocían, fueron a observar el bonito paisaje.
-Cuanto tiempo llevará esto aquí?- Dice la morena.
-No lo se... - La chica rubia se quedó observando el árbol como si le hubieran hipnotizado.
-Vamonos de aquí, si vas a estar así de aburrida prefiero irme a casa.
-Pero no quiero irmeeee. No has visto lo bonito que es este árbol?
A la morena le enfadó esa reacción, le parecía increíble como una cosa sin vida le parecia mas interesante que ella.
-Ya! Deja de mirar a esa cosa!
-Vale... Pero no quiero irme. Quedemonos aquí, porfa, porfa, porfa.
-No, prefiero irme antes que estar contigo viendo como te embobas con un árbol.
-Joooooo
La morena empezó a caminar y la rubia la siguió después de saludar a su "nuevo amigo".
La mañana siguiente, la morena se levantó temprano para ir a donde el estúpido arbol. Ella estuvo pensando toda la noche lo mucho que le fastidió eso, y como ella era una persona con orgullo no dudó en actuar. Queria infectar al árbol para que se muriera y así, la rubia la mirara a ella.
La rubia era la unica persona que le dio un poco de cariño en su corta vida, no sabia si a sus padres les importaba algo su existencia y ella fue tambien una chica de pocos amigos, por no decir ninguno por ser una niña problematica. Por eso no queria que la rubia se centrara en otra cosa, no queria que la ignorase como los demás.
Y así fue, como un pequeño gesto infantil desencadenó la muerte total del árbol.
