CAPITULO UNO.

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Mamá ya me lo había notado. Siempre lo nota todo, no sé cómo lo hace.

« ¡Joel! ¿Quieres hacer el favor de concentrarte? ¡No sé dónde tienes la cabeza!»

« ¡Joel! ¿Adónde vas con la basura?, ¿Se puede saber en qué estás pensando?»

« ¡Joel! ¿Qué haces ahí como un pasmarote? ¿Por qué estás tan despistado?»

Tenía Razón estaba despistado. Mucho. Salía a tirar la basura y me quedaba como hipnotizado en mitad de la escalera, pensando. Me quedaba congelado a medio poner la mesa con una sonrisa bobalicona en los labios y los vasos en la mano, sin saber qué hacer.

También comenzaba a temer cuando llegaran las notas del segundo trimestre, sería un desastre. Últimamente no estaba muy concentrado en los estudios, que dijéramos. Incluso suspendí dos exámenes de matemática seguidos. « Da lo mismo, ya lo arreglaré en las recuperaciones», pensé y cuando mamá me preguntó cómo me habían ido los controles, yo repuse con un breve:

— Bien.

—Entonces, ¿nos van a gustar las notas de esta evaluación? —preguntó ella (es una de las preguntas más típicas).

—No sé —dije, con el corazón a mil.

Sabía perfectamente que no les gustarían nada. Pero aún me quedaban 27 días de margen antes del desastre.

Aquellos días encontraba justificación para cualquier cosa. Cuando mis padres vieran mis calificaciones sería horrible, pero de momento vivía en una nube. Siempre había sido buen estudiante así que no me preocupaba demasiado: ya lo arreglaría. De lo que no quería privarme — ¡De ningún modo! — era de vivir en aquella montaña rusa de sentimientos que de pronto había aparecido en mi vida.

Me estaba pasando algo muy importante.

Tal vez tendría consecuencias, pero deberían asumirlas. Yo ya lo había hecho.

Mi gran problema se llamaba Zabdiel y era un fantasma. Quiero decir que no era —aún— un ser de carne y hueso. Era un ser virtual, que vivía dentro de mi cabeza y mi ordenador.

Le conocí de una manera muy curiosa; El guardián entre el Centeno, de un tal J. D. Salinger. La bibliotecaria me lo entregó junto un punto de libro donde se leía: «Comparte tu lectura con otros jóvenes como tú en el fórum lector de nuestra página web.» Me pareció una buena idea echarle un vistazo. Para ver de qué iba y al menos saber qué opiniones merecía a los demás.

Entré al fórum esa misma noche. Husmeé aquí y allá, en busca de opiniones interesantes. Entonces tropecé con esto:

¿Piensan que un libro puede cambiarles la vida? Yo antes habría dicho que eso es imposible, sin pensarlo dos veces. Pero este libro me ha hecho cambiar de opinión. Me lo he leído un montón de veces y cada vez me pregunto cómo se las ingenió el autor de ese libro, Salinger, para escribir exactamente las cosas que yo a veces pienso o siento. Punto por punto, sin olvidar nada. Les prometo que da un poco de miedo. Me gustaría mucho ser amigo del autor para llamarle por teléfono e invitarlo a tomar un café o un trago por algún bar. Le diría: «Yo soy el nuevo Holden Caulfield. Un caso perdido como él, yo también estoy un poco loco a veces. También estoy convencido de que casi siempre es mejor no contarle nada a nadie porque la gente nunca te entiende en realidad».

También me gustaría preguntarle si las cosas del libro que estaban escrito son totalmente verídicas o leídas por el mismísimo Salinger. Porque si ha ocurrido comprendería por qué parece tan real. De no ser así, no sé cómo lo has hecho en serio. Venga, ya termino. Este libro es buenísimo, créanme, es el único consejo que pienso darles en toda mi vida. 

Mentira- Joerick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora