La invitación

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—No lo sé, Daniel... yo tengo cosas que hacer —contestó Miriam por encima vez.

No, Daniel no le caía mal, claro que no, él era muy gracioso en realidad y si, también era bastante atractivo con sus 1.90 de estatura, su piel blanca y unos hermosos ojos color chocolate aunque lo que realmente llamaba la atención era su porte, pues tenía la seguridad de un hombre experimentado aunque no pasaba de los 25 años.

Además claro estaba su muy abultada billetera, esa de la que al parecer nadie se podía resistir, en especial las mujeres de la universidad que se desvivían por llamar su atención, lo cual era bastante lógico, ser la futura señora Méndez resultaba sumamente tentador y no solo por el buen amante que aseguraban que era Daniel, sino por el acceso a la fortuna que su familia había amasado durante generaciones, después de todo, ser el mejor rancho ganadero del país no se lograba de un día para otro.

Sin embargo Daniel era mucho más que un hombre guapo adinerado y complaciente en sus encuentros amorosos, no, él era inteligente, aunque se esforzaba para demostrar lo contrario, cosa que molestaba en demasía a Miriam.

Ella sabía del potencial de Daniel, lo testarudo que era y sobre todo lo aferrado que podía llegar a ser.

—Solo es una fiesta familiar—insistió él sin verse afectado por los constantes rechazos de la joven.

—Tu lo has dicho, es familiar y yo no soy de la familia, Daniel.

--No lo eres porque no quieres—contesto Daniel murmurando tan bajo que casi se le escapa a Miriam, pero no dijo nada fingiendo que no lo escuchaba bien—Tu no eres mi primera opción, por su puesto.—dijo Daniel para parecer indiferente al rechazo inminente—planeaba llevar a Marci, pero ella enfermo.

—Estoy segura que puedes encontrar un remplazo más apropiado, te aburrirás conmigo, no tomo, no fumo, no bailo, en realidad no hago nada en realidad, es como si llegaras a un ropero.

Daniel la miro fijamente unos momentos para suspirar con cansancio después y dejar de mirarlo.

—No cierto es, Miriam, que si llevara a cualquiera en un par de horas las redes sociales hablaran de los invitados, de la comida, lo sabrían todo por qué les encanta presumir, probablemente alguna sueña con alardear que me atraparon. — Daniel guardo silencio alzando la mirada para verla a la cara otra vez—solo soy un trofeo para ellas, he escuchado que incluso tienen apuestas de quién será la afortunada, es como ser un pedazo de carne.

Fue el turno de Miriam de desviar la mirada. Ella sabía muy bien lo de las apuestas, ella misma estaba incluida sin proponérselo desde hacía unos meses, justo cuando Daniel decidió darle algo de su atención.

—Te prometo que no es nada romántico, solo serás alguien conocido entre un mar de hipócritas.

—¿No puedes simplemente enfrentarlos tu solo?

Daniel volvió a sumergirse en sus pensamientos para luego levantarse y tomar sus cosas.

—Podría, pero no quiero hacerlo. No soy tan valiente como todo mundo cree.

Y sin despedirse ni mirar atrás Daniel salió de la moderna cafetería de la universidad dejando a Miriam sola con sus sentimientos de culpa por no ayudar a un amigo que la necesitaba.

Apartó su comida a medio comer, aún le quedaba algo de pasta pero la gelatina, que en un principio parecía deliciosa, ahora sabía que su estómago no la aceptará por nada del mundo. El apetito simplemente se había ido dejando un terrible dolor de cabeza que no se le quitaría en un buen rato, unos tres días para ser exactos.

Miriam suspiro cansada, maldito Daniel la conocía demasiado bien, lo suficiente para chantajearla sentimentalmente.

Miriam no quiere aceptar porque sabe que aunque él le prometió nada romántico si asistía a su invitación, Daniel se haría faldas ilusiones, sentimientos absurdos que ella no podía corresponder por más que lo intentará, por más que lo que quisiera.

—¿Porque no te conformaste con ser mi amigo? 

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⏰ Last updated: Jun 10, 2018 ⏰

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