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Nami—Casi 2 años y medio (edad gatuna).

Luffy—17 años.

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Mientras que los perros son el amigo delhombre, los gatos son los compañeros del alma.

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—¡Fuera de aquí, gato callejero! —Y de una dolorosa —para nada suave— patada, Nami salió volando hasta caer apoyada en sus cuatro patas en el duro suelo.

La puerta se cerró con un sonido seco que caló hasta lo más profundo de los sensibles tímpanos de Nami y ésta corrió lejos escapando por el susto que le provocó.

Cuando ya estuvo a una distancia segura, miró hacía atrás, comprobando a su vez que nadie la siguiera. Se lamentó en silencio el hecho de no haber podido alcanzar aquella tarta desde la ventana abierta de aquella casa que la había atraído tanto como el queso al ratón.

Su estómago dio un gruñido. Tenía hambre; no había comido en días, y quizá aquella tarta hubiera sido la única esperanza de poder sobrevivir unos días más sin morirse de la no tan reciente hambre que sufría.

Pero no, la mala suerte estaba impregnada ese día —y los anteriores— en la pobre gata de pelaje naranja.

Corrió ágilmente hacía lo que se podría considerar su hogar: un callejón de mala muerte donde habían cajas por doquier con las  condiciones necesarias para poder descansar dentro de ellas. Cuando llegó, con más hambre todavía, simplemente se acostó dentro de una de las tantas cajas que se habían esparcido probablemente al ser mal puestas una arriba de la otra. Se acomodó y acurrucó esperando, por lo menos, tener suerte mañana.

Cat and PersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora