Capítulo Cinco

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   Mis ojos se abrieron con lentitud, recorriendo la habitación en busca del distante sonido que me había despertado. Aún con la cabeza pesada me incorporé. Decir que me sentía llena de energía sería una gran mentira. Mi cuerpo se negaba a cooperar. La suavidad de la almohada parecía llamarme. Justo cuando me comenzaba a recostar identifique el sonido. Alguien tocaba mi puerta.

- "¡Amira! ¿Vamos, que esperas para salir?" La voz de Maximus llegó a mi habitación.

Entonces me senté de golpee. Al parecer se me había pasado el tiempo.

- "Ya casi termino." Mentí mientras me dirigía la baño.

- "¿Acaso le crees? Estaba totalmente dormida." Escuche a Nathaniel decir.

   Una vez fuera del baño me apresuré a prepararme. Colocando mi armadura a una velocidad increíble considerando la cantidad de ataduras en ella. Los guantes y botas se encontraron asegurados sobre mi en segundos. Como últimos detalles coloque el cinturón de Vitae alrededor de mi cintura. Añadí alrededor de cinco dagas en distintas posiciones y asegure la capa sobre mis hombros. Tuve tiempo de tomar dos pequeños sacos. Uno de ellos contenía dinero que se nos era brindado para los viajes de emergencia y el otro se encontraba lleno de pequeños frascos de cristal. Estos contenían agua bendita. Cosa que se me había indicado nunca se debía tocar. Esta quemaba la piel de los Vampiros tal cual como si se tratara de la cera de una vela.

   Al abrir la puerta me encontré con un corredor repleto. Kaila y Nathaniel se encontraban sentados uno al lado del otro en el suelo, sus espaldas contra la pared mientras charlaban. Maximus sostenía un saco mientras caminaba de un lado a otro.

- "¿Donde está Darían?" Pregunte atrayendo su atención.

- "¿Dormías o no?" Me pregunto Kaila. Ante mi falta de respuesta adivino la contestación.

Soltó una carcajada mientras le chocaba la mano al chico a su lado.

- "Respecto a Darían. Mi teoría es que está inconsciente en algún lugar." Me contesto Nathaniel con una leve sonrisa.

- "Bueno, más vale que despierte. Estamos retrasados." Dijo Maximus lanzándome una mirada.

- "Ya cálmate, Max." Le dijo mientras pellizcaba su mejilla.

Llevo una mano al saco que cargaba y me lanzo una manzana.

- "Come, no tendrás tiempo de ir al comedor."

- "¿Ya cargaron las cosas para el viaje?" Pregunte mientras tomada una mordida de la fruta.

El solo asintió. Justo entonces la puerta de la habitación de Darían se abrió. Una vez en el corredor comenzó a caminar. Pasando frente a nosotros.

- "¿Que esperan? Llegaremos tarde por su culpa." Nos dijo con una sonrisa. Típico Darían.

   Maximus refunfuñó algo mientras lo seguíamos. Una vez afuera nos encontramos con los cinco caballos que serían nuestro transporte. Kaila se quedó atrás junto a Maximus para conversar con uno de los monjes. Me acerqué al caballo más cercano, acariciando su suave cabello. Entonces presencie el objeto que se acercaba. Me giré justo a tiempo para atrapar la manzana que Darían me había arrojado. A una persona normal la abría golpeado justo en la nuca.

- "Para el caballo." Me dijo aún sonriendo mientras arrojaba y hacía malabares con otras cinco.

- "Aveces me preocupas, Darían." Dijo Nathaniel desde mi lado.

   Extendí la manzana hacia la boca del animal justo cuando lo note. El sol causaba que el collar que colgaba por fuera de la armadura del chico brillara. Se trataba de un hilo de cuero que sostenía una pequeña piedra de tonos azules y violetas. Una que reconocía muy bien pues yo sé lo había obsequiado como una pequeña disculpa. Cuando había cumplido mis once años había comenzado a tomar interés en el arte de dibujar. Las demás personas pensarían que por ser Cazadores se nos proveía con todo lo que deseáramos pero no era así. Le había comentado a uno de los monjes sobre mis deseos de adquirir un cuaderno en el que dibujar pero su respuesta había sido que un Cazador solo se debía enfocar en su entrenamiento.

   Por alguna razón eso me condujo incluso a lágrimas. Nathaniel lo noto y decidió tomar acción. Logró escabullirse a la habitación de uno de los Monje y...tomó prestados un cuaderno, pluma y tinta. El Monje pareció ser uno muy organizado pues se percató de la falta de los objetos y se lo notificó a Davies. Cuando nos confrontó debido a algunos testigos que habían visto al pequeño delincuente, Nathaniel confesó. El castigo no fue para nada como lo que abría temido pues solían ser mucho más severos.

   El chico tuvo que limpiar los platos luego de la cena por dos semanas. Demás estaba decir que las personas que residían en él Templo eran cientos. Me había sentido tan culpable que decidí, tenía que pagarle el gesto. Conseguir el hilo fue el detalle fácil. Que colocar en el era otro detalle por completo. Pase alrededor de cinco horas recorriendo todo el terreno del Templo sin éxito hasta que vi a la pequeña piedra en las afueras del establo. Desde ese entonces él lo había portado. La imagen de alguna piedra preciosa era una que mi mente asociaba con el.

   El resto no tardó en llegar. Colocaron los sacos con la comida que nos mantendría por alrededor de tres días, en los caballos y comenzamos el viaje sin despedida alguna. Una vez en el pueblo obtuvimos la misma reacción. Ojos que nos seguían en cualquier dirección. Aunque quizás eso me haría falta una vez en la afueras. Maniobramos entre los árboles hasta alcanzar el punto en que el suelo se convertía en un campo abierto cubierto por verde pasto. El viajar entre los reinos era algo que no se llevaba acabó por casi nadie en especial por humanos pues las áreas desiertas eran las más expuestas y las más frecuentadas por los Vampiros que no tenían el coraje de acercarse al pueblo pero buscaban víctimas. Por esa razón la falta de vida era evidente.

   Se podía escuchar el sonido de las hojas siendo agitadas por el viento. Cabalgábamos uno al lado del otro en una línea recta. Alertas a cualquier movimiento aunque era algo muy poco probable. Normalmente los Vampiros tomaban la otra dirección cuando nos veían.

- "Dioses, mi trasero." Escuche a Darían decir. Sacándome de mis pensamientos. "Creo que moriré antes de llegar."

- "Darían, a penas han pasado algunas horas." Le contesto distraídamente Maximus cuyos ojos recorrieran él área. Nunca deteniéndose sobre un lugar por más de algunos segundos.

- "Si comienzas a quejarte desde ahora el viaje será aún más largo." Le dijo Kaila desde mi lado.

- "Saben que les encanta escuchar mi voz." Contesto antes de golpear los costados del caballo con sus botas. "¡Además, a esta velocidad nunca llegaremos!" Añadió mientras aceleraba.

- "¡Darían! Dioses." Maximus no tardó en seguirlo.

Romper la formación era una de las cosas que específicamente nos dijo, no hiciéramos.

-  "Bueno, parece que el viaje no será uno aburrido." Comentó Nathaniel mientras observábamos a Darían quien golpeaba a Maximus con un saco para que no lo agarrara.

Un Cruel DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora