Parte única

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La hoja estaba en su bolsillo, apresada entre sus dedos, arrugada y desgastada, de un color tostado por el tiempo y letras apenas visibles que su dueño se sabía de memoria.

Era la mañana de un día cualquiera, del que recordaría el momento en el que vio a su amigo llegar a su mesa en el pequeño y acogedor café, acercándose con pies de plomo y rostro abatido. Una expresión que le rememoraba la que en ocasiones tenía la oportunidad de ver frente al espejo en tardes pintadas de nostalgia o noches de insomnio.

“Conociste a la persona indicada, ¿cierto?”.

Con una introducción llena de redundancias y un desarrollo apenas claro, era la primera vez desde que lo conocía (hacía 3 años, desde que se mudó a esa ciudad) que Baekhyun se abría dejando leer sus preocupaciones; porque ese tema nunca era tocado. Baekhyun jamás quiso saber sobre el amor en general. Como si la simple idea de entregarle tu vida a alguien fuera una aberración.

Le costó abrirse a su inquietud; por suerte, Yixing era muy bueno escuchando, su esposo ya se lo había dicho muchas veces.

—Sólo quiero saber… ¿Cómo supiste que era el indicado? —preguntó finalmente.

El suspiro cargado de añoranza escapó furtivo de entre sus labios, una nueva arruga era hecha al papel entre sus dedos.

Esa era la razón por la cual esos breves instantes de su estadía en el café perdurarían en su memoria. Recordó tiempos pasados. Recordó a quien (por no saber su nombre pero que después fue por cariño y luego costumbre) llamaba 'el chico de los dibujos extraños', en una versión joven y sin arrugas.

La primera vez que lo vio fueron segundos que apenas alcanzó a contar. No cruzaron palabras, no tuvieron contacto, no tropezaron. Fue sólo una colisión de miradas apenas un instante eterno, lo suficiente para soñar con sus ojos oscuros, su cabello castaño y sus labios esponjosos. A sus 17 años lo soñó con su rostro estoico y bello.

La segunda vez lo encontró sin buscar, a semanas del primer vistazo, cuando sus facciones se comenzaban a desdibujar tras sus párpados, cuando sus antiguos amigos del instituto sabían que algo pasaba pero Yixing guardaba receloso su secreto. Uno que había empezado a profanar en sueños, uno que rebatía su inocencia.

Lo vio discutir y alejarse de un chico bajito de ojos enormes, cerca de la fuente del parque. Ambos con la misma mueca de congoja que le dejó un sinsabor a Yixing. El chico tiró al bote de basura más cercano una hoja arrancada de su block de dibujo, sin arrugarla ni romperla, donde bien se veían los extraños trazos bordeando algo poco uniforme.

'El chico de los dibujos extraños' surgió.

Esos breves minutos le sirvieron para alimentar la belleza a la que sus sueños no le hacían justicia.

Para cuando lo vio por tercera vez Yixing estaba trabajando a medio tiempo en una tienda de discos. El chico compró un álbum de Kiss y otro de The Creedence Clearwater, una combinación extraña que Yixing hizo notar. Eso bastó para que las palabras explotaran como lo hace una burbuja, tan silenciosa e inofensiva pero que impregna todo a su paso. Así se impregnó Yixing de una pequeña pero maravillosa porción de la mente del chico alto y –ahora– rubio. Una nueva ola de manía se desató, soñándolo incluso despierto, porque no obtuvo el nombre del chico de los dibujos extraños.

Letras comenzaron a plasmarse en un retazo de papel, un párrafo inconcluso con rayones y manchones, uno que con los años se volvería viejo y arrugado. Englobando un recuerdo que no podía ser borrado.

Al siguiente año ambos estaban en el mismo edificio de la facultad; Yixing en el área de música y composición; el otro en artes visuales. La atracción era mutua, Yixing podía verlo en las atenciones robadas y las sonrisas de complicidad, pero nunca hubo un contacto directo. Al menos hasta que el proyecto final fue una colaboración de ambas áreas. Los de artes visuales debían representar en un dibujo lo que un ritmo –dado por los profesores– ocasionaba en ellos; los de música debían componer en base a dicho dibujo. Yixing no dudó en pararse frente al chico de los dibujos extraños para elegirlo como compañero.

No supo su nombre real, todos, incluyendo los profesores, le llamaban Kris. Él repitió ese nombre cientos de veces.

Pasaban horas hablando del proyecto, después sobre la vida, y más tarde sobre ellos. Sus planes a futuro, dónde les gustaría vivir, qué retos tomar. Recordando el primer beso, los que se habían robado, las caricias confidenciales, las miradas íntimas.

Tardes enteras mirando la letra finalmente terminada de una canción que empezó con borrones y manchones en una hoja que empezaba a arrugarse y desgastarse.

Entonces su burbuja explotó. A tiempo, evitando ahondarse en terrenos peligrosos.

Baekhyun seguía esperando respuesta del mayor. Yixing le dio unas palabras que bien pudo haberse robado de alguna película romántica o de alguna galleta de la fortuna. Y Baekhyun, más tranquilo y reflexivo, se marchó.

"Xing", llamó con quien llevaba casado tres años. A quien abrazaba por las noches y besaba en las mañanas. Aquel que sugirió la mudanza y empezar una nueva historia juntos. Quien le ha dado las mejores palabras de apoyo y en quien ha tenido un consuelo si las cosas iban mal.

Su corazón se estrujó con dolor.

"Vamos a casa, Sehun", le respondió a su esposo. Aquél que era alto pero no lo suficiente, teñido de un rubio que no era el correcto. Con la máscara inexpresiva que se quitaba con él, pero al descubrirla no eran las facciones que Yixing esperaba ver. A quien quería mucho, pero no amaba como lo amó a él.

Y con un brazo rodeando la cintura de Sehun y el otro en su bolsillo, ambos caminaron. Dedos apretando la hoja arrugada y desgastada, con letras apenas visibles que se sabía de memoria. Esperando que algún día pudiera desprenderse de ella.

La canción que escribí [KrAy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora