Dampos

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-¡Ya pagame puto!- Dijo el joven campos al deudor.

-No tengo dinero no estes mamando- Contestó él siempre pobre Dagmar.

La relación que ambos llevan siempre a sido a base de bromas pesadas y bullying de amigos, pero en el fondo ambos sentían algo que no se atrevían a pensar en voz alta.

Amor.

Ese día su horario dictaba que la clase de educación física tocaba al cuarto módulo en el que se encontraban, ambos jugaban y reían hasta que Dagmar se sobrepasó acercándose a su oído para susurrarle.

-Wey vamos acompáñame- Campos se estremeció ante la cercanía y disimulando su sonrojo asintió con la cabeza para dirigirse a los baños cerca de las canchas.

Ellos hacían un par de bromas y continuaron como siempre.

-Si wey neta, Rey dijo- Pronunció el más bajo de cabello azabache.

-No mames el men se pasa.

-Si ya sé.

Ambos recargaron sus manos en el lavabo pero sin darse cuenta estas se habían cruzado. Se miraron por unos segundos que parecieron horas, algo dentro de ellos pedía más pero la voz de la razón les susurraba que no estaba bien. Ocultar sus verdaderos sentimientos era rutina viviendo en el interminable "Qué dirán" y jamás disfrutando de lo que "podría ser".

Se separaron evadiendo sus miradas un poco incómodos.

-Me debes 40, no te hagas pinche mamon- Pronunció el azabache girando a ver al más grande pero sin darse cuenta este tenía su rostro a escasos centímetros.

El silencio reinó en los pequeños baños de la escuela hastas que lentamente Dagmar se acercó hasta chocar sus labios con el más pequeño. Fue incómodo en un inicio pero ninguno desistió. 

Dagmar intento hacer que el beso fuera un poco más activo pero al sentir esto el pequeño Campos se volteo bruscamente hacia un lado cubriéndose el rostro.

-Lo siento no fue mi intención... es solo que... que- Dijo nervioso el contrario tratando de solucionar las cosas después de cagarla como siempre.

-No es eso...-Dijo el menor sin dejar de cubrirse como la pasiva que es.

-¿Entonces?- Preguntó Dagmar tratando de hacerse el macho.

-Es que... nunca e dado mi primer beso- El pequeño Campos era un desastre entre nervios y sonrojo.

Dagmar lo miró con ternura y retirando las manos de ogro de su rostro para verlo a los ojos.

-No hay problema, yo te enseño- El más grande tomó con ambas manos las mejillas sonrojadas del azabache juntando sus labios.

El beso al comienzo fue algo torpe pero no tardó en volverse más organizado y convirtiéndose en una batalla por tomar el control.

-No lo haces mal- Dijo de manera burlona el castaño de dos metros.

-Callate imbecil- Pronunció el más pequeño avergonzado.

El mayor sonrió con ternura por lo tsundere de su mejor amigo, aunque siendo sinceros no sabía que eran ahora después de eso, pero lo resolverán más tarde ya que él solo quería disfrutar del momento.

De un momento a otro Dagmar tomo al azabache de Campos enredando sus piernas a su cintura y cruzando los brazos por detrás de su cuello para subirlo al lavabo porque, no mamen esta cabron estarte agachando para besar a alguien mucho más enano que tu.

50 Sombras Del DamposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora