Los húmedos arboles eran iluminados en azul y rojo más una tenue neblina producto de la lluvia que habría caído horas antes, posiblemente daría una imagen hermosa, casi mágica. Pero el rojo y azul era producto de las sirenas que portaban las patrullas policiacas estacionadas a unos metros, exactamente en el camino que pasaba por el bosque. Cuatro arboles amarrados estratégicamente por una cinta amarilla, un enorme charco de sangre y sobre este el enorme cuerpo de un lobo de un color negro cenizo.
—Camina
Dos policías custodiaban a un niño, no mas de 15 años, a una de las patrullas. Sus manos firmemente amarradas por la espalda en clara señal de no ser la víctima. Su paso resonaba en el suelo al pisar los charcos que la lluvia dejo en su camino, llenándose sus zapatos de lodo. El policía que iba en la parte de atrás lo iba empujando levemente sin llegar a ser brusco con el joven, mientras el de enfrente portaba una libreta con una lapicera en mano anotando, posiblemente, lo sucedido horas atrás más las nulas palabras del muchacho que caminaba detrás de él.
De reojo miro el cuerpo tendido del lobo, sus ojos amarillos levemente abiertos sin brillo alguno, su hocico abierto con los colmillos llenos de sangre al igual que ciertas partes de su cuerpo. Un espécimen hermoso de admirar si no estuviera en esas condiciones, él no podía hacer nada. Subió a la patrulla en completo silencio, no miro atrás en ningún momento. Los policías subieron con él llevándolo a su nuevo destino, la comisaria del pueblo Exodus.
—Serás enviado a una celda para que pases la noche, ya el día de mañana se te interrogara— empezó a hablar el policía en el asiento del copiloto — le informaremos a tus padres de lo sucedido así mañana puedan estar presentes cuando seas juzgado — volvió a hablar con un poco de pena. Lo conocía, en realidad, los conocía a los dos. El que iba manejando hasta ahorita no había hablado, mucho menos con en él. Era el padre de su mejor amigo, lo conocía desde que estaba pequeño, fue un gran ejemplo a seguir en ese entonces, y lo seguía siendo, pero con el paso del tiempo el hombre mayor se fue haciendo más serio de lo que usualmente era con ellos, ya no bromeaba o los paseaba en la patrulla de la policía. Ya se imaginaba el escándalo que su mejor amigo armaría en la comisaria mañana por la mañana al enterarse por boca de su padre donde paso la noche.
El viaje fue más rápido de lo que espero y cuando menos acordó ya estaba siendo encerrado entre tres paredes y unos barrotes. Por esa noche seria su habitación y una banca de concreto seria su cama.
—Entonces, ¿me están diciendo que un niño de trece años entro al bosque del silencio y mato a uno de los lobos de the Eve?
Escucho atentamente la pregunta dicha por el juez o mas bien el oficial superior de ese pueblo, sus padres no habían ido a buscarlo, en realidad dudaba el que siquiera estuvieran en su casa. El día anterior los escucho hablando algo de que se irían, de que ya no aguantaban el tener que estar allí, mas nunca los escucho mencionarlo, no los escucho meterlo en sus planes, nunca lo hacían. El único presente en esa sala era su amigo Tao, que se había presentado a primera hora de la mañana en su celda interrogándolo como si él fuera el policía tanto así que tuvieron que sacarlo. Presto atención a las palabras dichas por lo oficiales que lo encontraron por la zona sur del bosque.
El bosque del silencio estaba prohibido por muchas cosas y al mismo tiempo por nada. Decían que estaba habitado por criaturas mágicas que te hechizaban con su belleza, por bestias capaces de comerte de un solo bocado, otras podían dejarte hecho trizas. Arboles enormes con vida. Flores hermosas de diferentes formas jamás antes vistas por el ojo humano. Pero realmente la mayoría del pueblo aseguraba que nada de eso era cierto. Todas esas cosas no existían, eran puro cuento de alguien que se habría drogado una noche y había entrado al bosque.
— Es imposible que un niño hubiese hecho semejante acto. Estamos hablando de un lobo, señores. Díganme una cosa, — miro a los presentes en esa sala con una tranquilidad— ¿Portaba alguna arma en sus manos? — cuestiono a los dos oficiales.
—No señor, lo único que portaba era una mochila y...
—¿Y que, oficial? — ínsito a seguir al ver que se quedaba callado. Él en cambio entrecerró sus ojos recordando su canasta, no recordaba cuando fue que se le callo de las manos.
—Nunca revisamos la canasta, señor. No le tomamos importancia por lo que la dejamos en el lugar.
—Muy bien. Quiero que vayan a buscar esa canasta, de eso depende tu inocencia—se dirigió él. Simplemente asintió con su cabeza. Miro como ordenaba el que fueran por su dichosa canasta. Realmente la canasta no portaba nada importante. Si, si llevaba un pequeño cuchillo, pero no creía que se pudiese considerar un arma de peligro dado el hecho de que era un utensilio robado de la cocina de su madre. Esa tarde lo iba a utilizar para cortar unas fresas salvajes que un tiempo atrás encontró cuando por casualidad se adentro al bosque no importándole si corría el más mínimo peligro.
Él simplemente camino y camino durante varios minutos, no sabría decir cuántos, pero si fueron bastantes hasta que llego a un pequeño prado de fresas rodeado de arboles del tamaño de una casa de dos pisos si no es que mas grandes. Ese día se agasajo comiendo del rojizo fruto. Volviendo al tema de la canasta, el cuchillo lo llevaba para cortar fresas y la canasta por obvias razones la utilizaría para llenarla del fruto.
Paso alrededor de media hora cuando los oficiales entraron de nuevo por las puertas dobles, su cara llena de confusión.
—No... señor, no hay rastro alguno de la canasta y mucho menos del cadáver del lobo. — ya comprendía el porqué de su expresión. Aunque siendo honestos comprendía el que su canasta se perdiera, que no la hallaran, pero ¿el cadáver de un lobo? Vamos ¡que el animal tenía el tamaño de un caballo!, era simplemente enorme, imposible de perderse.
—De acuerdo, —entrecerró los ojos cuando el oficia Park comenzó a hablar de nuevo — en visto de que no hay pruebas de que portara alguna arma, y que lo único que lo inculpan es el haber estado presente en la escena del crimen mas la sangre presente en su ropa, yo, Park SeungSoo, lo declaro inocente de asesinato a usted, Do KyungSoo, pero culpable por haber violado las fronteras de nuestro pueblo Exodus y haber entrado en le bosque del silencio, por lo que se le dejara en libertad pero en constante vigilancia. Pueden retirarse señores.
Se levanto en silencio, pero no dio ni dos pasos cuando ya lo estaban moviendo de un lado a otro con brusquedad. —¿Se puede saber que mierda pasa por tu cabeza? ¿Es que no piensas tan siquiera en tu mejor amigo? ¿en que lo puedes dejar solo? ¡maldición!
Y si, en efecto ese era su mejor amigo haciendo un drama innecesario en el lugar menos indicado con las personas equivocadas presentes. No podría hablar estando ellos presentes.
—Tranquilo, te platicare luego. Simplemente salgamos de aquí. —Lo arrastro de la mano fuera del edificio rumbo a su casa. Si tenia suerte sus padres estarían trabajando.
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The Eve Wolf
Werewolf-¡Corre! -¡Estoy corriendo! -¡Mas rápido, maldición! -¡No puedo! Un aullido estallo del lado derecho del muchacho mas bajo poniéndoles la piel helada. Tenían que salir pronto de ahí , si no, estarían muertos para cuando saliera el sol y la lluvia p...