|Hambriento|

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Supongo que fue ese el momento.

Fue ahí, cuando volví a casa después de mirarte desaparecer en el cementerio, cuando comenzaste a devorar cada parte de mí sin ni siquiera saberlo como el anochecer devora la luz del día con lentitud y magnificencia. Sin posibilidad de escape.

Pensé en tu mirada vacía y oscura. En el mar de melancolía en el que parecías flotar sin ánimos ni esfuerzos por no perderte. Y me pregunté por primera vez si yo podría salvarte. Dudé sobre si dar media vuelta e ignorar el mundo de sufrimientos que se reflejaba en tus ojos era lo mejor. Me dije que después de todo yo no podría ser capaz de ayudarte.

Pero era tarde, Eren. Demasiado tarde.

Me había dejado devorar por tu tristeza profunda.

Por lo roto y deshecho que estabas.

Intentaba, erróneamente, repararte. Incluso si sabía que tu no eras más que un juguete roto fuera de inventario, sin manual ni piezas de repuesto.

El susurro de las Flores (Drabbles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora