Capítulo •| III |•

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Una hoja más caía y aterrizaba en el suelo con las demás hojas del otoño.

Yá en una habitación, la madre de Anny descansaba en su cama, mientras que Anny apoyaba su cabeza en el costado de la cama.

-Mamá, ¿Estás bien?- preguntó Anny, preocupada por el estado de su madre

-Lo siento- contestó su madre -Muy pronto me pondré mejor- le sonrió a su hija, acariciando su cabeza.

Anny la Miró.

-¿En serio?.

Su madre solo la Miró y la abrazo delicadamente, besando su frente, para luego volver a mirarla.

-Si- contestó simplemente, acariciando la mejilla de su hija, mientras ésta la observaba.

-¡Ya sé!¡Te cantaré una canción de cuna!- respondió la niña alegremente, pensando que así su madre se sentiría mejor.

Así cómo cuando su madre le cantaba canciónes de cuna, para que ella no tenga miedo a los monstruos por la noche.

-Gracias, pero ya soy adulta, no es necesario- contestó su madre con cierta risa, por la ocurrencia de su querida hija.

Entonces la niña con desánimo, pensó en otra cosa.

-Entonces, ¿Podemos dormir juntas?.

-Pero tú ya pásaste por esa etapa.

¿Acaso la niña tenía miedo por los monstruos otra vez?¿Por qué deseaba dormir con su madre?¿Acaso vió el pronóstico de mal tiempo, que anunciaba relámpagos y Truenos?

No, era simple, no quería dejar a su madre sola, quería estar a su lado, ayudarla con lo que ella pudiera.

-¡Pero hoy no importa!- contestó, mirando hacía otro lado.

-Antes que eso, ¿Podrías acompañar a nuestra invitada?.

-Odió a los invitados. Ellos roban mi tiempo contigo- ella estába enojada, odiaba a los invitados, por el simple hecho de que ellos ocuparán su tiempo con su madre.

Su madre la miró con tristeza.

-Lo siento- apretó las sabanas -pero te lo pido, almenos esta vez. Por favor, no me cauces problemas.

Su hija sólo agachó la cabeza y asintió.

La niña se despidió de su madre, al salir de su habitación sé dirigió a la Sala de estar y sé encontró con Violet.

-Mi mamá dice que descansará un rato.

Violet la miró.

-Ya veo.

El silencio era incómodo, la niña sólo miró hacía la ventana y dijo.

-Dice que tiene un poco de sueño- empezó a caminar, para luego sentarse a su lado -Mientras tanto, yo estaré contigo.

Mientras jugaba con su muñeca de porcelana, agregó.

-Odio a los invitados, pero tú eres una muñeca, así que esta bien.

La niña se sentía tímida y miraba hacía otro lado.

-¿Qué haremos?- preguntó Violet.

La niña sorprendida, la miró.

-Bueno, hablar o jugar- dijo elevando la cabeza cómo si fuera un superior.

-Eso no hace parte de mis obligaciones- contestó Violet -No obstante, si es por un lapso corto tiempo...

Hasta La Última CartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora