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No había manera de describir los días tan horribles que estaba pasando. Y no era sólo yo, éramos todos, Raquel, Simon, mis padres, la familia de Aldo.
Fue muy difícil para mí saber lo ocurrido. Si bien Nicolas estaba bajo las órdenes de Hector, jamás pensé que él fuera quien le disparó a Aldo. ¡Era su amigo! Era quien siempre estaba al pendiente de él, y todo por salvar a su tío de un paso más factible de ir a la cárcel.

El funeral de Aldo fue diferente, fue especial. Nos encargamos de que nadie olvidara lo genial que fue Aldo.
Pero las cosas cambiaron, ya no éramos cinco amigos que salían a explorar el mundo como si de ello dependiera nuestra felicidad. Pasamos a ser cuatro cuando Nicolas nos me traicionó, y tres cuando él decidió traicionarnos a todos asesinando a uno de sus amigos.

Diciembre se estaba acercando, y con ello el final de nuestro periodo colegial, faltaban dos semanas antes de terminar el curso, ya íbamos a ser universitarios, pero ya nada iba a ser igual en nuestras vidas.

-Me iré a vivir con mis abuelos, así estaré cerca de la universidad - dijo Raquel mientras cambiaba las flores en la tumba de Aldo.

Veníamos todos los días desde lo sucedido, no queríamos dejarle solo, pero sabíamos que en algún momento dejaríamos de venir tan seguido. No logramos adaptarnos a estar sin él.

Simon se acercó y sacudió unas hojas que cayeron sobre el mosaico, había un gran árbol de arce sobre su tumba.

-Mis padres se quieren mudar a Lost Springs, mi padre consiguió un mejor trabajo allí y queda muy cerca de la universidad estatal. Raquel y yo quedaremos cerca - dijo mirando a Raquel, quien le dio una leve y triste sonrisa.

Un suspiro pesado salió de mis labios, por más que quisiera no hay manera de que me quede con ellos. La beca que había solicitado hacía seis meses había sido aceptada, así que estudiaría en la universidad de WoodsCoin, queda a unas tres horas de Greenville.

-Yo estaré lejos chicos, me iré a WoodsCoin. Allí viviré en los departamentos que brinda la universidad. Se supone que Aldo y Nicolas estarían allá conmigo - no podía evitar el melancólico cambio que había ahora en comparación con mis amigos, parecía que eran dos los que habían muerto y no sólo uno.

Raquel se removió incómoda.

-No es justo saben, Nicolas está por algún lado del pueblo, tranquilo y sin preocupaciones. Mientras nosotros estamos aquí llorando a una persona que no tenía la culpa de nada.

Y Raquel tenía razón, mucha razón. Pero si había un culpable, por mucho lo era Nicolas y por poco lo era yo, no pude alejarlos de los problemas cuando tuve el momento indicado.

Inconscientemente estaba jugando con mi vida y con la de ellos, incluso con la de msi padres.

Una bocina se hizo escuchar, miramos hacia la entrada al cementerio y vimos el auto de la mamá de Simon.

-Me tengo que ir, después las llamo para quedar antes de irnos y no vernos en un buen tiempo.

Simón se acerco y nos envolvió en un abrazo grupal.

-Cuídense chicas, son lo único que me queda, si necesitan algo ya saben mi número - nos dio un beso en la mejilla y se arrodilló frente a la placa con el nombre de Aldo.

-Nos vemos pronto amigo - sus dedos rozaron la placa y unas lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas y las de Raquel.

Sin más se dio media vuelta y se fue.
Raquel no aguantó más y rompió en llanto, aprovechando que Simon estaba lejos.

Sabía lo que le sucedía, pero ya no se puede devolver el tiempo. Ni Raquel para poder hablar con Simon y decirle lo que estaba sintiendo por él, ni yo para evitar todo esto, para haber escogido otro lugar que visitar y no la casa de la familia de Max donde Hector se estaba escondiendo.

Obsesión Carmesí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora