°02° ¿Destino o Casualidad?

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Antes del impacto del golpe de la cabeza de cierto chico albino, el de ojos oscuros colocó su mano para evitar un golpe duro contra la barra de servicio. Al ver que estaba totalmente ebrio respiró resignado y se dedicó a observar a su alrededor, más que nada en busca de alguien. Logró divisarla al otro lado de la cantina atendiendo a algunos clientes, sonrió y decidió llamarla.

–¡Meg! -En ese momento una chica albina con un mechón rosa en su fleco volteó en respuesta del llamado de uno de sus mejores amigos: Fred. De inmediato se dirigió al lugar de origen del grito.

–¿Qué pasa Fred? –La chica de ojos ámbar se posiciono junto al de ojos oscuros. Ella también trabajaba ahí, a diferencia de Fred ella llevaba una falda negra, con una medias de color rojo intenso al igual que un pequeño moño amarrado al cuello de la camisa blanca que portaba y unas zapatillas negras.

–Al parecer otro soldado caído –Río levemente de su propio chiste y Mangle lo miró con ojos juguetones mientras una pequeña sonrisa se asomaba por sus labios.

–¿Y qué procede? –La albina lo siguió viendo divertida, en respuesta Fred solo subió y bajo los hombros sin saber que decir, Mangle cambio su mirada a una acusadora y decidió responder su propia pregunta –Revisa su tarjeta de entrada.

Fred metió con algo de inseguridad su mano izquierda, la que no estaba ocupada deteniendo la cabeza del albino, en la bolsa superior de la camisa manchada en busca de aquella tarjeta de identificación. Una vez que la encontró se la entregó a su querida amiga.

–Mh... –Mangle leía atenta la tarjeta para asegurase de que no se equivocaría en lo que diría a continuación. –Esta en tu sector, tu te harás responsable –Sentenció al fin la chica.

–¡¿En el mío?! ¿Por qué justo en el mío? – Miró con desprecio al que descansaba en su mano derecha.

–Así es... Así que deja de quejarte y llevalo a la habitación para que le des una camisa limpia, en un rato voy a auxiliarte –Pronunció la de ojos ámbar para regresar a su trabajo.

Fred suspiró pesadamente y puso en marcha la orden de su amiga. Paso su mano izquierda por el cuello del rubio opaco, impulsando con la derecha su cabeza para poder levantarlo del asiento. Durante el trayecto a las habitaciones del sector 3A que se encontraban en la segunda planta, Gold empezó levemente a recobrar su juicio y abrió uno de sus ojos grisáceos para observar a una persona que lo estaba llevando a quién sabe dónde, para quién sabe qué y por qué. Veía borroso todo así que no puso resistencia y se dejo hacer.

Una vez en la habitación el azabache se dio cuenta que el chico ya estaba empezando a despertarse por lo cual decidió sentarlo al borde de la cama mientras buscaba algo para que se cambiara.
La habitación estaba en penumbras debido a que no quería molestarlo con la luz, porque aceptemoslo, estar recién despertado y que te prendan la luz sin piedad alguna es tiranía, es como ¡ir al colegio! Aunque sean más de las 11:27 de la noche.

Entre tanto buscar encontró otra camisa de un tamaño suficientemente grande para que se la pusiera su cliente sin ninguna incomodidad. Se acercó a la cama y vio al chico todo ido y adormilado aún. Río un poco y le extendió la prenda para que se la colocara.

–Aquí tiene, puede ponérsela –Gold solo miraba sin expresión alguna, Fred desconcertado por la falta de respuesta insistió – ¿Cliente? Tome, esta limpia –La reacción fue la misma solo se tambaleaba de un lado a otro sin decir nada –Cliente... –Refunfuñó –Su ropa... Aquí... Kúku kúku Tierra llamando al cliente con complejo de lámpara –Pasó su mano por su cara repetidas veces pero el chico estaba más lejos que la luna –El azabache frunció el ceño e hizo una mueca de desagrado –¡Le estoy hablando! –Ya dispuesto a lanzar la prenda en la cara del cliente una chica llamó a la puerta logrando que se detuviera al instante.

–¿Fred? ¿Ya hiciste el trabajo? –La albina de antes se asomó a la puerta para ver si todo estaba en orden.

–No aún no –Dijo en suspiro el mencionado.

–¿Y ahora qué pasó? –Preguntó burlona.

–Es que... No me hace caso. Ya le dije se la pusiera... Pero ¡Me ignora! –Gritó exaltado ya. La chica se adentro a la habitación y miro al chico que se encontraba sentado en la cama de pies a cabeza formulando una hipótesis.

–Sigue ebrio –Dijo sin más.

–¿Entonces qué hago? –Preguntó nervioso el azabache a lo que la albina miró divertida.

–Ponsela tú –Fred de inmediato puso cara entre asombro y disgusto con un ligero color rosado en sus mejillas.

–¡¿Qué estás loca?! –Meg por su parte soltó una sonora carcajada – ¡¿Y si me acusa de violación?! ¡¿Y si me demanda?! ¡¿Y si me manda a matar?! ¡Qué tal que manda unos perros gigantes a comerme vivo! Aunque pensándolo bien si me comen ya no estaría vivo... Bueno ¡Ese no es el punto! –Dijo desesperadamente tratando de defender su integridad.

–¡Eres un exagerado! Cálmate. No es para tanto –Tomó su hombro para tranquilizarlo –Esta borracho, no se va a enterar.

–Pero...

–Shhh –Puso un dedo en la boca del azabache para callarlo.

–Soy mucho para el –Dijo orgulloso.

–Claro como digas, solo hazlo –Mencionó ya algo irritada de la situación.

–¿Por qué no se la pones tu? – Preguntó en forma de reto con una mirada no del todo sana.

–Porq... –La albina fue interrumpida por una voz proveniente de la parte baja del local que la llamaba para que volviera al trabajo –Me tengo que retirar, tu hazlo, está en tu sector. Nos vemos abajo –Se despidió deseándole suerte y salió de la habitación.

El de cabello negro se quedó ahí parado pensado en lo que sucedería después. Ya resignado tomo la prenda y la colocó a un lado del chico sobre la cama y procedió a agacharse frente al albino para tomar entre sus manos los botones de su camisa. Comenzó a desabrocharlos uno a uno nerviosamente mientras tragaba saliva.
Ya por la mitad Gold reaccionó y agarró las manos de Fred. El mencionado rápidamente volteó hacia arriba topándose con la mirada del rubio. No sabía como descifrar esa mirada y retiró sus manos de las de Gold con algo de pena.

–Perdón –Dijeron al unísono. Fred estaba apenado por la situación, solo rezaba por que el otro no lo malinterpretara.

Ambos se quedaron en silencio unos minutos, pero al ver que nadie hablaba el de cabello oscuro dirigió nuevamente su mirada al albino, de nuevo esta ido así que decidió terminar rápido lo que inició. Terminó por desabrochar la camisa de la albino y en un descuido al tratar de quitarla sus dedos rozaron con la piel tersa y suave del rubio. Esto puso más nervioso al azabache y quiso terminar rápido. Retiró por completo la camisa y colocó la nueva.
Después de eso recostó a Gold en la cama y lo cubrió con una fina manta. Por su parte Gold se sentía cansado por lo cuál decidió cerrar los ojos y dormir un poco.

Fred dedicó una última mirada al albino y suspiró ya aliviado, sonrío levemente y salió de la habitación cerrando la puerta tras suyo.

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"El Contrato" ||GoldFred||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora