El Mar De Los Soles Muertos. X

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Capítulo 10: Aquiles contra Aquiles.

"El sudor seco, el metal resonante, los músculos tensos, las heridas sangrantes, y los sentidos al límite, cuando te das cuenta de todo eso, sabes que estás en el agudo filo que separa la victoria de la derrota".

Ubicación: Base de operaciones de Wasol Corp, Rantoul, Illinois, EE. UU.
Fecha: 26/12/2020 – Horas nocturnas.
Jackson Blake.

Connor y yo permanecemos totalmente quietos esperando a que el otro ataque. Cada uno en su posición de pelea.

Él permanece de costado, con sus piernas levemente flexionadas, su mano izquierda cerrada a la altura de la cara haciendo un puño, y el brazo derecho totalmente extendido, con su mano de forma que dos dedos, el índice y medio, queden rectos apuntándome. Es una posición algo extraña, y a mi parecer le deja descubierto, pero imagino que tendrá sus razones, dado que por la tranquilidad que está en él, la forma en que me mira y la coordinación que tuvo al hacerla son de alguien experimentado en el combate cuerpo a cuerpo.

Yo me decanto por posicionarme flexionando mis piernas, teniendo la derecha más atrás para el soporte, y en dicha pierna levanto el talón, para apoyarme solamente de la parte delantera lo que me da más equilibrio. Mi mano derecha está junto a mi abdomen, con la palma abierta y los dedos recogidos, mientras pego mi muñeca a mi cuerpo, por otra parte, la izquierda está en la misma forma, aunque está a la altura de mi pecho y el pulgar esta levemente separado del pectoral izquierdo.

El viento sopla de tal manera que mi cabello ondea, y el de él se mueve revolviéndose un poco, y es allí que nos decidimos a iniciar esto. Ambos corremos hacia el otro, y es cuando estamos cerca que lanzamos nuestro primer ataque. Él hace una barrida intentando derribarme, la cual esquivo, y yo subo mi pierna para dar una patada de hacha descendente. Cuando mi talón golpea el suelo él ha logrado rodar para evitarlo. Está en posición de plancha, y es allí cuando hace un giro inhumano y me derriba, para después ponerme su rodilla en la garganta.

—¿Qué fue eso? —interrogo, sabiendo que ningún humano podría haber hecho tal movimiento.

—Ningún buen asesino revela el nombre de su técnica —me responde.

—Ni un guerrero el metal de su espada —termino.

Él es de un tamaño comparable al mío, por lo que su peso es considerable. Con ambos brazos hago que se quite, y me levanto.

Me lanza una patada al abdomen, la detengo y envuelvo mi brazo izquierdo en su pierna. Al tenerlo así, con mi pierna le doy una patada en su único soporte y lo derribo.

Cae de espaldas, y como tengo una pierna suya sujetada, tomo la otra para hacer la suficiente fuerza como para levantarlo y dejarlo caer otra vez golpeándose la espalda de nuevo.

Noto que se ha reincorporado con facilidad, y saca un cuchillo desde su bota, para clavármelo en el antebrazo izquierdo. Luego de hacer una mueca de dolor, saco el pequeño puñal y lo arrojo al suelo. La herida se cierra momentos después.

—Interesante —murmura.

—¿Creíste que eso me haría algo? —espeto.

—No, quería saber cómo funcionan tus poderes.

Un golpe a la mejilla me llega con fuerza, y otro al mentón, para después cubrirme de dos más a la cara y no alcanzar a ver una patada que me da detrás de la rodilla, sacándome de balance, para repetir un golpe al mentón y tirarme al piso.

Es bueno.

Regreso a la contienda con una embestida con la que me recibe, justo a tiempo me quito y con el antebrazo que acaba de herirme le golpeo en el cuello con tanta fuerza que lo tiro al suelo.

La Doctrina de los dioses: Los Herederos del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora