Capítulo 1: Hipólito.

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        Todos en el pueblo conocían a Don Hipólito Salvatore, pero pocos eran los que le dirigían la palabra. Tenía la postura de un hombre de seis décadas – lo que le obligaba a usar un bastón de vez en cuando-, aunque la edad de cuarenta y cinco años. Su cabello era negro, con un airoso corte y prolijo peinado. Rasgos fuertes describían un rostro de piel increíblemente blanca, impecable y afeitado. Siempre había considerado dejarse un poco de barba o un bigote, pero se reprimía por su criterio de lo correcto, y se afeitaba religiosamente cada semana.

        Salía poco, pero cuando lo hacía, su elegancia era tópico de las conversaciones de la muchedumbre. Vestía trajes que fácilmente denotaban su alto costo y considerable extravagancia. Él no prestaba atención, porque la mayor parte del tiempo divagaba entre sus pensamientos, ignorando aquello que está a su alrededor.

        Convivía con su soledad en la misma casa donde se crío. De dos pisos, ésta era más antigua que su memoria. Paredes humedecidas de color violeta, suelo de madera un poco deshecho, muebles empolvados sujetos a muchos recuerdos. Aún con sus fallas, se decía que era el inmueble más caro del pueblo. Sus padres habían muerto en un accidente vehicular cuando él tenía veintitrés, y había heredado este lujo, entre otros. 

     El padre de Hipólito había tenido una hija extramatrimonial con su amante, Clara. Por vergüenza, y supuesto respeto a su mujer, no aceptó públicamente que la hija fuese suya. Sin embargo, en secreto le enviaba dinero. Hasta él mismo la bautizó con el nombre de Noemí. Luego de varios años, Clara enfermó gravemente y no podía ocuparse de su hija, por lo que la familia Salvatore la adoptó como criada. Entonces Noemí hizo trabajos en el hogar desde los once años, por un plato de comida.

        Con treinta y siete años, servía a Hipólito por una buena paga. Se había convertido en una hermosa mujer de extraordinarias virtudes, pero era una belleza que él no sabía ver, ya que la ignoraba, mientras ella había estado enamorada de él desde su adolescencia, sin importarle que compartían el mismo padre, es por eso que ella nunca se lo había dicho. Hipólito se sentaba en su escritorio a escribir él sabe qué durante horas, y ella lo observaba con atención.

       

        

¿Qué es el hombre entre las rocas y las nubes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora