—¡Nueva España! Tu hermano mayor te trajo un pequeño regalo. —exclama el hombre de manera juguetona abriendo la puerta del oscuro sótano.
Deja ver un hermoso vestido en sus manos.
Habían pasado casi dos meses ya.
Ella se encontraba acurrucada en el futón dormitando. Lo escuchó, pero no quería verle.
El español baja las escaleras y la mira con ternura. Se sienta a su lado y acaricia su piel.
—¿Estás enojada conmigo? —pregunta dulcemente intentando acercarse a ella.
Pero no responde.
—Se que te gustara tu regalo. Tienes que verlo.
Silencio otra vez. Luego llanto.
—Nueva España, cariño. —la llama nuevamente mientras aparta el cabello de su rostro para besar su mejilla— El tío Francis confecciono esto para ti con mucho esfuerzo. Sería descortés que no lo usaras.
Al escuchar aquel nombre sus sentidos se encendieron y de inmediato abrió los ojos.
—¿Qué dijiste? —pregunta ella girándose a verle.
—¡Mira! —exclama él rebosante de alegría, mostrándole la vestimenta.
México le observa aterrada.
Un ornamentado vestido al estilo del siglo XVII. Digno de la clase alta de aquella época. Seda, terciopelo, cientos de encajes y metales preciosos incrustados en él.
Una replica a su talla de un vestido que alguna vez uso de niña.
—¿Te gusta? —le pregunta ilusionado al notar que esta se queda callada.
—Eso... ¿lo hizo Francia? —cuestiona ella confundida.
—Si... sé que no nos llevamos muy bien, pero el lo hizo para ti. ¿No es lindo?
—España, él y tu son buenos amigos. —corrige.
—Me alegra que por fin lo veas de ese modo. Recuerdo que no parabas de llorar siempre que lo veías.
Ella suspira resignada.
—¿Le dijiste que era para mí?
Él asiente con la cabeza.
Mentía.
Al final, comienza a desatarla. Ella lo mira pasmada, pero en silencio.
Hay una gran marca enrojecida alrededor de su tobillo y duele.
—Ven. —le dice ofreciéndole una mano.
—¿A-a dónde? —pregunta con nerviosismo.
—Te lo probaras.
La guía hacia afuera sin soltar su mano. Ella obedece.
Siente como si hubiera olvidado como caminar. Sus piernas tiemblan, no sabe qué hacer.
Y en menos de un minuto, sus pupilas se dilatan. Ventanas abiertas, un tragaluz. Aunque se encuentra bajo techo siente el calor del sol inundar su cuerpo.
Llora en silencio. Se siente feliz. Extrañaba eso.
Entran a una habitación. La habitación del chico.
Le ofrece el vestido y se dispone a cambiarse detrás de una cortina.
Lo hace con lentitud. No quiere bajar otra vez.
—¿Casi terminas? ¡Ya quiero verte! —exclama él con entusiasmo después de transcurridos unos minutos.
Ella suspira resignada y corre la cortina.
Esta vez, las pupilas que se dilatan son las de él.
—Te vez hermosa... —murmura de manera involuntaria.
Se acerca a ella con cierta joyería y se la coloca sobre el cuello.
Aparta el cabello del rostro de la americana para colocarlo detrás de su oreja.
Y México estalla en llanto.
—Nueva España, ¿qué pasa? —pregunta él con ademán preocupado haciéndola sentarse al borde de su propia cama y él a su lado.
Ella simplemente se cubre los ojos y continua con su pena.
España se atiene a acariciar su espalda y esperar a que se tranquilice.
—E-el... El vestido... Su perfume, su aroma... Huele como Francia... —solloza ella.
—¡Así es! —exclama él contento— Te dije hace un momento que él lo hizo para ti. ¿Pasa algo malo con eso? Entenderé si prefieres no usarlo.
—¡No! —le interrumpe levantando la vista— ¡¿Qué le hiciste?! ¡¿DE DÓNDE LO SACASTE?! —interroga furiosa ahogada en sus propias lágrimas, siempre pensándolo peor.
—Linda, no está bien hacer rabietas así ¿sabes? —responde él con mayor severidad.
Aun está sonriendo, pero sus ojos pierden brillo.
—¡España, solo dímelo! —grita— ¡DIME! ¡¿Por qué haces esto?! ¡No está bien!
El sujeta sus muñecas, las presiona con fuerza.
—No me alces la voz. Soy tu hermano mayor. —le ordena con la voz quebrada. Sus ojos comienzan a verse vidriosos.
—¡España, duele! —se queja ella aterrada.
—¡Llámame hermano! —le ordena él a punto del llanto— ¡SOY TU HERMANO! —repite furioso.
La obliga a recostarse en su cama. Lleva sus manos a su cuello.
—¡No...! —alcanza a pronunciar— Tsk...
Intenta hacerlo apartarse. Él presiona más fuerte.
—¡Soy tu hermano! ¡Yo cuido de ti! —le grita derramando lagrimas sobre su rostro— ¡TE TRAJE UN OBSEQUIO! ¡DEBERIAS ESTAR FELIZ, NO ENOJARTE CONMIGO!
Ella aun lucha por liberar su garganta, pero no puede hacerlo. Ese maldito vestido no la deja moverse.
—Yo no hice nada para que me odies, hermanita... Yo te quiero demasiado...
—P-por... por f-fa... vor... —susurra ella con dificultad, ya sin fuerzas para seguir forcejeando.
Y de pronto tocan a la puerta. Él se detiene y escucha con atención.
Separa sus manos y ella por fin esta libre.
Comienza a toser sin parar.
El hombre parpadea y la observa confundido. Sus ojos recuperan su brillo.
—Uhm... ¿Cariño? ¿Estás enferma? Sera mejor que no cojas un resfriado grave. —se inclina a besar su mejilla mientras ella sigue sujetando su propia garganta adolorida.
La puerta vuelve a sonar.
—Ahora vuelvo. No tardo. —dice con amabilidad levantándose y dirigiéndose a la salida— No hagas ruido. —finaliza al cerrar la puerta.
Cierra con llave.
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"Todo será como antes" [SpaMex] 𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖
Fiksi PenggemarEspaña extraña cuidar de México. Extraña su inocencia y sus infantiles actitudes. No está satisfecho cuando Guadalupe simplemente le saluda y le sonríe en las reuniones mundiales. No soporta las noches sin dormir a su lado. Nunca lo hizo. Por más de...