¿¡Omega!? - Jikook

0.1

Entró a la gran mansión en la que vivía con su esposa Jisoo y sus hijos Sanha y Eunwoo. A tan sólo sus veintisiete años de edad, había logrado todas sus metas. Era un exitoso alfa con una de las compañías multinacionales más grandes del mundo, Park Industries & Co. Además de ser supremamente adinerado, se casó con una de las chicas más hermosas que había conocido en su vida.

-¡Cariño, he llegado!

Observó cómo su radiante esposa se acercaba, la agarró de las caderas y no dudó en dejar un casto beso en sus labios.

-¿Qué tal estuvo tu día, amor?— Preguntó Jisoo, mientras acariciaba con sus finas manos los cabellos de su esposo. El gran diamante que lucía en su dedo anular era prueba del amor y los éxitos que compartía con su marido.

-Ha estado todo excelente, como siempre.- Susurró mientras besaba el cuello de su esposa.

-Me alegro, cariño.- Dijo la omega, para después brindarle otro pequeño beso.

-¡Yuck que asco, mis ojos!- Exclamó el pequeño Sanha mientras hacía una cara de desagrado. Su hermano Eunwoo solo sonreía tiernamente.

Ambos adultos rieron, y después de muchas quejas por parte de su primogénito, se separaron.

-Iré a servir la comida, siéntense en la mesa mientras tanto-. Habló Jisoo mientras revolvía el cabello de sus hijos.

Su vida era de lo mejor, tenía una familia hermosa y que decir de su esposa, la más bella de todas.

De repente todo se tornó oscuro entre las cuatro paredes, y un sonido retumbante y molesto hizo presencia.

-¡Papá! Te ocurre algo?-

(...)

Jimin se levantó un poco exaltado, todo era muy bueno para ser verdad.

¿Cómo esperaba que la bella y hermosa omega Jisoo se fijara en alguien como él? ¡Alguien que ni siquiera se ha presentado!

Se quedó un rato en su cama pensando en el sueño que acababa de tener, y en cómo se suponía que conquistaría a la omega que tanto acelaraba sus latidos. Entre tantos pensamientos, volteó al reloj y se percató de la hora que era.

-¿¡Las siete y media!?

Tenía diez minutos para arreglarse y salir corriendo a la escuela, pero aquella fantasía lo había valido cada segundo. Tan sólo esperaba que algún día se hiciera realidad.

(...)

Tras vestirse rápidamente y peinar su cabello rubio, bajó a la cocina. Esperaba encontrarse con alguno de sus padres, pero gran fue la sorpresa que se llevó al encontrar el lugar totalmente vacío. Se acercó a la nevera y vio una nota amarilla que resaltaba de esta.

"

Hoy tu padre y yo hemos madrugado. Hay cereal en la alacena.

PD: ¡Espero no hayas dormido de más hoy también!

-Mamá.

"

Vaya, si sus padres se hubieran quedado un rato más no estaría llegando tarde a la escuela por segunda vez esta semana - y tan sólo era martes.

Se sirvió un poco de cereal que encontró en la alacena, para luego abrir la nevera y toparse con el vacío envase de la leche.

-¿¡Es en serio!?- Dijo en voz alta, desesperándose un poco. Al parecer el universo se había puesto de acuerdo para amargar su día, pero lograr aquello resultaba un poco difícil después de aquel sueño que acababa de tener hace menos de veinte minutos.