Capítulo Único

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El dolor era completa y absolutamente insoportable.

Sentía cómo todo a su alrededor paraba, cómo todo comenzaba a perder importancia; su vista se centraba únicamente en el cuerpo frente a él, sintiendo como si le arrancaran el corazón despiadadamente, pedazo a pedazo.

Lágrimas calientes comenzaron su descenso por sus mejillas hasta su barbilla mientras gritaba, desesperado por una respuesta, el nombre del moreno frente a todos los que estaban alrededor, alarmados y corriendo por doquier, no les dio importancia alguna, pues su atención estaba centrada únicamente en Blaise Zabini, tirado en el asfalto, el pánico apoderándose poco a poco de él.

Se levantó del piso y corrió hasta donde él estaba, llorando más intensamente con cada paso, sintiendo cómo su alma caía a sus pies cuando llegó a su lado, rogándole que no lo dejara, que no lo abandonara, que fuera fuerte, que todo estaría bien, rompiéndose cada vez más con cada palabra y rompiendo a su vez los corazones de los que apreciaban la escena desde la distancia, escondidos, aún alarmados.

Le pidió desesperadamente que no se fuera, diciéndole en balbuceos y murmullos que aún les faltaba mucho camino que recorrer juntos: aún debían casarse, vivir juntos, tener hijos. Murmuró entonces con frustración y desolación al no obtener respuesta alguna que si no quería eso, no importaba, lo único que le importaba era que no le abandonara, que se quedara.

Le rogaba, suplicante y con voz estrangulada por el nudo en su garganta, que abriera sus bellísimos ojos, que tanto le fascinaban; que le respondiera con su grave y hermosa voz, aún solo para decirle que deje de lloriquear.

Pero el hombre al que más amaba en el mundo no abrió sus maravillosos ojos, ni tampoco le reclamó sus incesantes lloriqueos, solo se quedó ahí, inerte en sus brazos, con los párpados y labios ahora eternamente sellados.

No podía parar sus lágrimas, así como no podía soltar su cuerpo, que poco a poco perdía su calidez; tampoco podía dejar de balbucear que no se fuera, ni que su voz poco a poco se elevara, llegando a gritar dolorosamente por él.

No entendía aún muy bien como había llegado a ese momento, solo sabía que estaban en el mundo muggle comprando unas cosas y paseando; que él se había molestado con el otro por no prestarle atención por ver a alguien más; que de repente estaban en medio de un tiroteo (Ahora cesado, con los responsables huyendo rápidamente de la policía); que su amado le había empujado lejos de él y, que gracias a eso, seguía con vida.

Pero el otro no tuvo la misma suerte.

El moreno había sacrificado su propia vida para salvar al pelirrojo, aún cuando, en un arranque tonto de enojo irracional, le había prácticamente gritado que se alejara de él.

Y ahora, con el cuerpo inerte de su amado entre sus brazos, la sangre manchando sus ropas, se arrepentía completamente de sus palabras.

No Me Dejes (ONE-SHOT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora