Capítulo 3

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-¿Necesitas ayuda? -miré con intriga al chico que se empezaba a asomar por la ventana- parece que estás teniendo dificultades.

Abrió la ventana de par en par mientras con una expresión neutra, con unos ojos que desprenden muerte, unas ojeras enormes e igual de moradas que su propio pelo puntiagudo.

-Con que tú eres mi nueva vecina... -su mirada recorrió la casa hasta volver en mi- ¿también eres de la UA?

-¿Eh? -bajé la vista y me di cuenta que todavía llevaba el uniforme de la escuela- ah... si -sonreí levemente.

-Creo haberte visto antes pero no vas a mi clase -se puso cómodo apoyándose en un rincón cruzándose a la vez de brazos.

-Voy a otra clase... -desvié la vista con discreción.

-Ah...

Empezaba a reinar un silencio un tanto incómodo y no sabía como continuar la conversación sin que parezca forzosa.

-No creo necesitar tu ayuda la verdad -ladea confiado la cabeza y cerrando con lentitud una parte de la ventana- aunque a sido muy amable por tu parte.

-Has estado a punto de caerte... -solté una risita pero paré de pronto al ver la cara tan seria que ponía.

-Te vas a ir...

En ese momento su voz sonaba tan profunda y seductora que resonaba todo el rato en mi cabeza, comenzaba a marearme y mi cuerpo empezó a moverse en contra de mi voluntad, cerrando mi ventana y a la vez yéndome por mi lado.

***

Al día siguiente por la mañana me encaminaba al instituto, no con mucha prisa porque tenia el tiempo controlado. Sacando mi bici di un vistazo a la casa de mi vecino al cual hasta ahora solo he visto una vez. El día pasó volando al igual que el resto de la semana y del mes. Realmente no le volví a ver desde ese día.

Mi rutina diaria se empezaba a establecer, iba al instituto y hablaba muchísimo con Uraraka y con Tsuyu, también con Midoriya, Kirishima e Iida. Mis compañeros de clase me hacían sentir muy a gusto. Pero hay veces que me empezaba a molestar el hecho de que no quiso que le ayudase...

Me gustaría poder ayudarle

***

El primer trimestre pasó en un abrir y cerrar de ojos. Nuestros profesores empezaban a ser más duros porque el festival deportivo estaba a la vuelta de la esquina. Teníamos que dar lo mejor de nosotros para poder conseguir patrocinadores.

All Might siempre está diciéndonos que lo más importante es divertirnos al usar nuestras singularidades y poder hacer actos heroicos pero Aizawa sensei nos explica que aparte de eso debemos ser exigentes con nosotros mismos. Simplemente haremos ambos.

Estos días fueron durísimos, tenía agujetas en todo el cuerpo, me costaba muchísimo moverme y mi madre empezaba a preocuparse porque no quería que me lesionara.

-Cariño... creo que es hora de que descanses un rato...

-Solo un poco más... -seguía haciendo unas sentadillas más hasta que sonó la alarma programada.

Me deje caer en la cama, exhausta de todo ejercicio que hice hoy y los días anteriores más que en mi vida entera. No soy una persona realmente deportista, pero creo que va siendo hora de tomarse las cosas en serio.

Miré de reojo la ventana. Ya era de noche y apenas se distinguía nada. Las luces tenues de las farolas era lo único que iluminaba la noche.

De pronto escuché un leve golpe, que provenía de fuera. Me asomé con cuidado y pude ver dos figuras fuera.

-Ve un momento, ¿vale? Que no te cuesta nada.

El otro individuo asentido algo de mala gana y metió sus manos en los bolsillos, encaminándose hacia mi casa.

El timbre sonó. Mi madre fue a abrir la puerta:

-Hola, ¿quién es?

-Buenas tardes señora, soy el hijo de su vecina, ¿podría darme algo de azúcar? Mi madre está haciendo una tarta.

-Ay hola, encantada -sonrío de oreja a oreja- Ahora mismo te traigo.

Mientras ella iba a traerle una pequeña bolsita de azúcar, él seguía esperando en la puerta.
Con algo de dolor bajé las escaleras para encontrarme con el chico.

Me sentía algo avergonzada porque todavía no me había duchado y estaba completamente sudada.

-Entrenando para el festival, ¿verdad?

-Umm, si -asentí sacándome de mis pensamientos- y tú supongo que también.

-Si bueno, mi entrenamiento consiste en otras cosas...

-Comprendo...

Nada más empezar el silencio apareció mi madre para romperlo y entregarle La Bolsa de azúcar.

-Para ti querido, te invito a quedarte un rato si quieres, he preparado un rico curry con arroz seguro que te gusta.

-Ah lo siento,... pero estoy bastante ocupado... gracias por el ofrecimiento -frunció levemente el ceño para a continuación alejarse y volver a su casa.

Mi madre cerró la puerta:

-Que chico tan extraño.

***

Al día siguiente me levanté más temprano de lo usual. Tuve una horrible pesadilla que no me dejaba dormir. Sentía que me consumía y que me comía la cabeza. Necesitaba distraerme con algo.

Salí de casa media hora antes de lo usual y nada más abrir la puerta me encontré con el peli morado en frente.

-Buenos días... -dije algo tímida y somnolienta.

-Buenos días a ti también. -Lo dijo tan bajo que apenas lo escuché.

-¿Cómo? No te he escuchado -me puse un poco más cerca para escucharle.

Este sonrió levemente. Se acercó más hasta tener su boca en mi oreja hasta que empezó a gritar.

-BUENOS. DÍAS.

Me tapé los oídos con rapidez y le miré con cara de "¿qué te pasa?"

-Es una buena manera de despertarse. -sonrío levemente.

***
Vale, no me peguéis, se que no he actualizado en siglos y es que acabo de ver que tenía muchísimas lecturas (por alguna razón desconocida xD) y no quería dejarlo a medias. Intentaré continuarla cuando pueda. Espero que este capítulo os haya gustado y a ver si actualizo más a menudo ._.'
Adiós ^^

Toxic - Hitoshi ShinsouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora