Capítulo 40

11 1 0
                                    



 8 p.m.

20 HORAS RESTANTES.

-Necesito que me notifique, General. No he estado al tanto de las actividades que se están llevando a cabo fuera de este infierno. Y con todo respeto creo que tengo la autoridad para poseer esa información. Imagínese mi sorpresa cuando al llegar por la mañana, un soldado recién transferido de La Central me dio noticias sobre un animal que les causó problemas en el viaje. Entonces, quiere decirme ¿Porqué trasladaron a una criatura que estaba bajo mi mando a La Central? Y más aún, sin mi autorización.

-Les pido me dejen a solas con el Coronel-. Solicitó el General que estaba sentado detrás de un escritorio desgastado de madera, dentro de una carpa de lona, como la que suelen tener en los campamentos militares. Se podía apreciar que estaba ocupado leyendo y dando seguimiento a un montón de papeles que se dispersaban por todo el escritorio, tenía una pluma en la mano y estaba tomando notas; una vez que los soldados salieron de la carpa, dejó la pluma en el escritorio, junto a una taza de café humeante que esparcía su aroma dentro de la carpa. – Voy a ser muy directo con usted, Coronel. Quien da las órdenes aquí, soy yo. Es por eso que tengo mayor rango-. Soltó con voz firme- En segundo lugar, no tiene derecho de tener conocimiento a cerca de esa misión a la que se refiere. Aunque, para que esté más tranquilo, puedo decirle que la misión fue meramente con fines científicos. La criatura fue llevada al laboratorio de La Central con la excusa de que en este establecimiento no se encuentran las herramientas necesarias para determinar el proceso de evolución del animal, además de que el Presidente me ordenó personalmente que se trasladara específicamente a ese animal a La Central, no podía ser a otra base, sino a esa en específico ¿Por qué? No dio razones y no lo cuestioné por ello. El Presidente sabe lo que hace y lo hace por razones que solo él y sus trabajadores conocen.

-¿Y qué nosotros no trabajamos para el Presidente? Dígame, no pretendo bajar su nivel en la jerarquía, yo sé bien que es usted quien tiene el mando en el ejército, pero no aquí. A mi me asignaron esta área, llevo operando y organizando este lugar desde que me lo ordenaron hace 5 años y no pienso dejar de hacerlo. Así que necesito ese informe completo.

El General que hasta ahora había estado sentado, se puso de pie y caminó hacia la derecha, donde yacía un sillón para tres personas, invitó al Coronel a sentarse y éste accedió.

-Mira, Raúl-. Suspiró cansado- yo no puedo hacer nada, decirte anda. Hay muchos cargos encima de nosotros y sabes que tenemos una protesta y un juramento. Lo que puedo decirte es que las cosas se están saliendo de control desde que la sonda se averió; los ingenieros no se hicieron responsables, los animales se salieron de control, hay problemas internos en La Central, yo sé que esta es tu área y que deberías estar informado de todo lo que se lleva a cabo aquí... Pero-. Hizo una pausa pensando las palabras correctas- tú sabías que yo daría la orden de inicio, para que los pilotos...

-Sí, sí. Conozco el procedimiento- Lo interrumpió.

-Bueno, hoy, antes de llegar aquí, he tenido una plática con el Presidente y me ha pedido que te exija una reubicación.

-Debes estar bromeando, Jorge. No tienes una idea de lo que he trabajado para seguir aquí. El proyecto fue mío en un principio. No puedo dejar que alguien más se lleve todo el crédito. Además ¿Porqué el Presidente no me lo pidió él mismo?-. Objetó el Coronel Gómez.

-No lo sé. ¿Falta de tiempo? El Presidente es una persona ocupada...

-No importa cuántas ocupaciones tenga el Presidente, debe tomarse el tiempo para hablar con un Coronel y más tratándose de temas tan delicados. ¿No lo ves, Jorge? A mi me parece que no tiene sentido lo que estás diciendo.

-Para serte franco, a mi también me lo parece. Y debo decirte, amigo mío, que hay más-. El General miró a ambos lados, desconfiado, y luego se acercó al Coronel- escuché, que el propósito de todo esto, es ver, estudiar y analizar los efectos que las bombas tendrán en ese lugar-. Susurró.

-¡Qué!-. Exclamó el Coronel sin creérselo- ¡se supone que ya conocen los efectos y por eso lo aprobaron!

-¡Shhh! ¡Shhh! Harás que me descubran infiltrando la información-. Lo reprendió- no, la semana pasada, en mi viaje a La Central entré en un lugar al que no debía, por mera confusión debo confesar. ¿Tienes idea del tamaño que abarca La Central? Con todos sus pisos y laberintos subterráneos...

-Ve al punto-. Murmuró Raúl Gómez desesperado por conocer razones.

-Entré a una especie de laboratorio especial. Había contenedores de cristal conectados a mangueras y estaban llenos de agua burbujeante. También vi una especie de cama de acero con agarraderas para cada extremidad lo cual me causó mucho desagrado; tenían luces de cirugía, mesas con microscopios, contenedores grandes de plástico como para tirar materiales usados ahí o yo que sé... y refrigeradores llenos con lo que parecían bolsas de sangre y plasma. En un estante había variedad de medicamentos como no tienes una idea; jeringas, gasas, algodón y botes de alcohol sobresalían de una mesa junto a la cama de acero. Todo estaba muy organizado. Lo que más llamó mi atención fue que al fondo había un cuarto blanco lleno de luz, con una pared de cristal y en la parte superior pude ver una cabina de la que monitoreaban ese mismo cuarto.

-Espera, ¿cómo sabes que monitoreaban ese cuarto?

-Porque había una mujer y dos científicos viendo hacia dentro del cuarto., además de varios técnicos controlando la innumerable cantidad de consolas, televisiones y aparatos. Dime si no era para vigilar lo que había ahí dentro.

-¿Y qué era lo que estaba dentro del cuarto?- preguntó el Coronel con incertidumbre y miedo. Empezaba a sospechar el porqué se habían llevado a la criatura a La Central y eso le aterró internamente.

-Un niño. Dentro del cuarto, había un niño. 

Si tú vas, yo tambiénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora