8 p.m.
20 HORAS RESTANTES.
La lluvia era un problema ahora, a decir verdad y si fuera por ella, no le importaría mojarse. Con el hecho de llevar a cabo lo acordado. Y la verdad es que era una lluvia tan ligera que no entendía porque Samuel hacía tanto drama.
-Está bien, de verdad. Puedo con algo de agua.
-Sí, aquí llueve poco, pero ¿Ves el cielo del Norte? Solo significa que allá está cayendo una tormenta y que posiblemente termine aquí.
-Tú no puedes saber eso-. Refunfuñó Christina.
-Claro que puedo. Si mides la velocidad del viento y la densidad de las nubes...
-Bla, bla, bla. Digo que no y ya. ¿Qué van a hacer? Esperar a que deje de llover para poder dejarme, poniendo en riego el tiempo que tienen para regresar sin que nadie sospeche nada... no lo creo. Se van ahora-. Sentenció intentando salir del vehículo.
-En realidad Samuel tiene razón, la tormenta parece moverse muy rápido y según los sensores...
-¡Por Dios, César! ¡Se supone que debes estar de mi lado!- lo interrumpió en la video-llamada- Miren un poco de agua no le hace daño a nadie, no va a pasarme nada. Tendré cuidado, lo máximo que me podría causar esta lluvia es un resfriado. Eso es todo-. Explicó desesperada- además yo no seré la causa por la que ustedes lleguen tardea donde se supone que van, se supone que estoy muerta ¿Recuerdan?
Silencio.
Samuel lo pensó muy detenidamente, y la verdad es que ella tenía razón ¿Qué podría provocarle algo de lluvia? Sin embargo eso no era lo que le preocupaba, a él le angustiaba que un rayo cayera cerca de ella y pudiera hacerle daño. Eso, sí era una amenaza. Además él la seguía queriendo, tenía ese instinto protector con ella... Aunque por otro lado, tenían que llegar a la base pronto, y se les acababa el tiempo.
Fue entonces cuando apretó la quijada y frunció el ceño. Hizo una mueca con la boca y asintió levemente con la cabeza.
De repente, se abrió la cúpula de cristal del vehículo en el que iba Cris y Samuel; ella bajó primero seguida de él y luego, al ver la escena, César también bajó de su vehículo. Comenzaron a mojarse al instante.
-Gracias, haces lo correcto-. Agradeció la mujer dedicándole una sonrisa al soldado.
-Solo... ten cuidado-. Le pidió Samuel con cariño, su rostro reflejó preocupación por un momento per o luego recobró su expresión natural porque sabía que ella podría lograrlo.
-Claro que lo tendré-. Aseguró ella abrazando al soldado- tienen que irse. Los veré en un rato, si la suerte nos sonríe-. Se acercó a César, le dedicó una mirada agradecida y también lo abrazó- Cumplan el plan.
Y dicho esto, la Capitana salió trotando hacia el terreno que debía cubrir para llegar al punto de encuentro, y no fue hasta que estuvo fuera de la visión de los soldados que miró atrás, preguntándose porqué de repente se sentía como una niña queriendo ser protegida.
Cuando llegó a la orilla, Iván lo recibió y lo ayudó a Salir del río, ambos miraron atrás y vieron que Fer estaba cargando con el cuerpo flojo de Silvia, se movía junto con la corriente y al parecer, no estaba consiente ¿Qué pasó? ¡Solo se descuidaron un minuto! Sin pensarlo Iván se introdujo en el río y alcanzó a Fernando, lo ayudó a nadar hacia la orilla sujetando a Silvia por el brazo izquierdo.
Salieron del agua, jadeantes. Fer se quitó la mochila que llevaba en la espalda e hizo la misma acción con Silvia, su cuerpo estaba inerte.
-Creo que tragó mucha agua-. Supuso Fernando que no estaba seguro de ello.
-¿Qué debemos hacer? ¡No está respirando!- se exaltó Iván quien era el más chico de todos y tenía menos experiencia en esos casos, a decir verdad, no tenía ningún conocimiento de cómo reaccionar.
-¡RCP!- sugirió Isaac que ya se había aproximado hacia el pequeño grupo.
-¿Sabes hacerlo?-. Preguntó Fer fuera de sí.
-No.
-Bueno, espero recordar las reglas.
Fernando colocó la palma de su mano derecha sobre su mano izquierda y las colocó en el pecho de Silvia, miró a los chicos asustados que observaban la escena y bajo la tormenta que azotaba el área y las ráfagas de viento, comenzó a hacer las compresiones.
1...2...3...4...5... se detuvo y revisó la respiración de Silvia.
Nada.
1...2...3...4...5... mismo procedimiento, ¡Vamos! ¡Respira!
1...2...3...4...5... tienes... que... lograrlo...
Tomó la nariz de la mujer y cerró sus poros con el índice y el pulgar, procedió con la respiración de boca a boca que había aprendido cuando estudió en la preparatoria y jamás creyó que lo utilizaría realmente.
Cada cinco compresiones, sin recordar la cantidad exacta, Fernando revisaba si el pecho de la mujer se movía, también colocaba el oído sobre su boca para intentar escuchar su respiración. Procedimiento inútil, con tanto ruido de la lluvia y los truenos era imposible escuchar una cosa tan delicada como aquella. Y después de ello, volvía a intentar con la respiración boca a boca.
No se daba por vencido, compresión tras compresión estaba convencido de que Silvia despertaría: -No... te... rindas- gritó pausadamente mientras seguía haciendo las compresiones.
-Fer-. Murmuró Isaac que estaba de rodillas detrás de él- yo no creo... yo no creo que puedas.
-¡Cállate!-. Soltó frunciendo el ceño sin dejar de hacer el movimiento de RCP.
-Tal vez debas escucharlo, Fer-. Apenas se escuchó la voz de Iván que se acercó y tomó de los brazos a Fernando, éste lo miró desconcertado, con los ojos llorosos y expresión cansada –Se ha ido- dijo el muchacho con lagrimas sobre su rostro, que de no ser por la lluvia se notarían flameantes. Lagrimas llenas de dolor.
-No me voy a rendir-. Fernando esquivó las manos de Iván y siguió presionando el cuerpo inmóvil de la mujer.
-No, tú no. Pero ella ya lo ha hecho-. Sugirió Isaac tomándole el hombro derecho- hiciste lo que pudiste.
-¡No! ¡No puedo dejarla aquí! ¡No después de lo que hemos vivido! ¡Si no fuera por ella, tú no estarías aquí!- Y como si de un niño se tratara, se inclinó hacia Isaac y se echó a llorar sobre sus hombros. El muchacho no se inmutó si no que más bien le ofreció un abrazo y aunque estaban empapados, y la tormenta ya comenzaba a calmarse un poco, fue un abrazo cálido, sincero, lleno de sentimiento.
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Espero que les guste!
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Si tú vas, yo también
AdventureLa Zona. Más de 90 kilómetros a la redonda de lo que fue el estallido del rector. Isaac, un SOBREVIVIENTE, creía que estaban solos, él y su pequeña hermana, pero se equivocó. Su objetivo estaba claro al inicio: buscaba algo, algo que le había si...