Angel Face

Ángeles enmascarados

Mi nombre es Abigail y tengo 15 años.

No tengo aficiones ni muchas amigas, paso mi tiempo estudiando. Según mis padres yo tengo que estudiar para conseguir un gran futuro, no tengo ninguna objeción para hacerlo y como ya estoy acostumbrada puedo hacerlo sin esfuerzo.

Yo no decidí entrar en el Instituto Builrai, mis padres tomaron la decisión y yo solo acepte, no tengo razón para negarme a una de las mejores preparatorias del mundo después de todo.

No tengo asignaturas favoritas ni odiadas y tampoco me molesta que no hayan clases de arte, de todos modos no tengo talento para bailar, cantar, o dibujar, o por lo menos nunca quise intentarlo...

Dejo el bolígrafo en la mesa. Creo que ya es suficiente de escribir sobre mí, al profesor no le importan estos asuntos triviales, tampoco creo que necesite conocer nuestros gustos para enseñarnos.

Doy vuelta mi mirada por todo el salón para ver a mis compañeros, nadie llama la atención y todos llevamos el uniforme sin ningún cambio, una camisa blanca con un saco bordo y corbata negra, un pantalón de vestir negro para los chicos y una falda escocesa para las chicas. Me contaron que la disciplina aquí es extrema un cambio en el uniforme reglamentario puede dejarte encerrado en detención por demasiado tiempo.

De todos modos no me importa, se supone que soy una ''alumna modelo'' nunca rompí una regla y tampoco pienso hacerlo. Hablando de romper las reglas, el profesor está regañando uno de mis compañeros.

-¿Que está haciendo en hora de clase señor? -Dice el profesor mientras toma las hojas de un alumno con rastas, el único que sobresale.

-Dibujando ¿Pasa algo? -Lo dice con un tono muy sarcástico.

-Está en mi clase para trabajar -Y rompe las hojas del alumno- Solo pierde el tiempo, estos dibujitos no le llevaran a nada.

Pone sus manos en el banco y se levanta para estar cara a cara con el profesor, su cara dice a gritos que esta enojado, cualquier persona pensaría que lo va a golpear pero cambia el ceño fruncido por una sonrisa confiada- Ese peluquín no le llevara a esconder su calva -Con un arrebato roba el cabello del profesor y deja al descubierto un domo brillante. Todos se asustan, desafiar a un profesor es lo último que hará un alumno.

-¡¿C-Como se atreve?! -Se está poniendo rojo de la furia.

-¿Y usted como se atreve a esconder algo tan gracioso? -Explota en carcajadas que resuenan en todo el salón.

-¡Usted me dará el respeto que me merezco! -Toma con fuerza el peluquín de manos de su alumno.

-Ok entiendo -Saca más hojas y comienza a dibujar otra vez, por lo que distingo desde aquí parece una chica.

-¡¿Qué hace?!

-Le doy todo el respeto que se merece, me parece que puede captar la indirecta -El profesor lo está fulminando con la mirada pero el alumno ni se inmuta- Ok yo también entiendo las indirectas me voy a la oficina del director -Se levanta del banco y camina, pero antes de pasar al pasillo asoma la cabeza por el marco de la puerta y dice- Por cierto mi apellido es Builrai.

No tardan en escucharse los murmullos- Se cree la gran cosa por ser el hijo del director -Murmuran dos chicas– Ja se cree rebelde pero lo echaran algún día.

El profesor grita para decirnos algo a todos- ¡Están aquí para salir preparados para el mundo maldita sea! No para perder el tiempo y terminar como artistas muertos de hambre –Saca un libro enorme que resuena en un golpe seco cuando cae en la mesa.

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La clase terminó y estamos en el almuerzo. El chico no volvió en ningún momento y me parece que fue mejor para él, no tendrá que soportar la furia de nuestros compañeros, resulta por su culpa tendremos que hacer ejercicios de la A a la M para pasado mañana, a mí no me importa pero los demás se quejaron demasiado.