Cuentos Cortos - Una Tragedia de Amor

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Había una vez, tres jóvenes caminando lentamente por una imponente galería. De pronto, uno de ellos miró hacia atrás y vio una pintura que le pareció muy peculiar, esta era una obra abstracta, sencilla, pequeña, pero muy bella para su gusto. La pintura era en las esquinas rojas, para ser más detallistas eran triángulos rojos, con pequeños puntos azules en el exterior, formas geométricas variadas, ondas que iban hacia el centro... y ahí!, aparecía unas letras o palabras, no podía distinguir muy bien, fue lo más extraño que vio en todo el lienzo; para nada estaba vinculada con las otras formas. Sin embargo, no le tomó importancia y siguió admirándola. Se lo veía muy fascinado al ver esa obra de arte, pero en ese momento recordó que el padre de uno de sus amigos tenía un museo, que muy pronto haría negocios con él para venderle el edificio; fue cuando se le ocurrió la magnífica idea de comprar la pintura para su inauguración, sería la atracción principal y tendría mucho éxito. En ese momento una melodiosa voz lo sacó de sus pensamientos.

-¿Te gusta?.-Dijo la joven proveniente de esa voz.

-No me gusta, me encanta.-dijo él

-Ya veo, lo noto en tu mirada, hace mucho tiempo estas admirándola ¿no?.-dijo la dulce muchacha.

-Lo sé, pero es que es muy hermosa. Es más, estoy pensando comprarla.

-Mmm, yo entiendo que te guste, pero no creo que te la vendan.

-¿Por qué?

-Ya te enterarás, adiós, fue un gusto haberte conocido.

-Ok, lo mismo digo. Ah! Espera.

-¿Si?

-Me preguntaba, digo me pregunto ¿Cómo te llamas?

-Isabel, Isabel Pintos.

-Muy Bien, fue un gusto conocerte ¿Isabel?

-Si, igualmente digo, adiós.

-Adiós.

El joven volvió a la pintura, pero se percató de que la joven ya se había ido, que raro pensó él. Y bueno no sabría bien si le venderían esa obra de arte, por lo que optó por consultarle al dueño. Perdió la noción del tiempo, ya que descubrió que sus otros 2 amigos ya no estaban; no le dio mucha importancia y se dirigió al pequeño local para preguntarle al dueño sobre el lienzo. Buscó y buscó, peró no lo halló, sin embargo, él no sabía cómo era el hombre, por lo tanto no podía adivinar. Pero bueno, siguió buscando, hasta que divisó una silueta de un hombre mayor, tendría unos 70 años pensó él, así que caminó hacia él y le dijo:

-Disculpe, he quedado maravillado con esta pintura, es muy hermosa. Quisiera saber si puedo comprarla.

-Lo siento, no está en venta.

-Pero, ¿Por Qué?, está en exhibición como las otras.

-Verás, esta obra tiene un gran valor sentimental muy grande para mí y mi familia.

-Si, creo que ya he oído eso, si no es molestia ¿usted podría contarme porqué es tan especial esa obra?.

-Claro que sí. Mira, mi hija era pintora, le encantaba, perdón, le fascinaba pintar. Es más, cuando revisó sus horarios vio que tenía un tiempo libre, así que decidió inscribirse a clases de arte. Iba los martes y jueves de 18:00 a 19:30, todos los días regresaba con una sonrisa de oreja a oreja. Pasaron los años y ella se graduó, obviamente escogió estudiar pintura y además diseño gráfico. A pesar de haberse graduado, ella  seguía asistiendo a su curso de arte y jamás se aburría. Pero un martes, ella fue a su clase como todos los martes y jueves. Al regresar, la descubrí más alegre de lo normal, le pregunté que le sucedía y me contó que había conocido a un muchacho muy agradable que la había ayudado en un tema que a ella le costaba y gracias a él, lo pudo entender. Bueno, yo le contesté que me alegraba que entendiera. Pasaron días, semanas, meses desde que habían comenzado a salir, aún recuerdo como regresaba del trabajo y la encontré maquillándose a punto de salir. Casi me da un ataque, pero poco a poco tenía que entender que ya no era una adolescente de 13 años, sino una mujer madura y responsable. Cuando llegó navidad, mi hija invitó a su "amigo" y a su familia a pasar las fiestas con nosotros, por supuesto me resigné pero al final terminé accediendo. Cuando estábamos cenando, mi hija pidió la atención de todos y dijo: Como saben, Gustavo y yo empezamos a salir apenas nos conocimos, y ahora estando aquí en familia queremos comunicarles una noticia. ¡SOMOS NOVIOS! Dijeron al unísono. Ambas familias los felicitábamos por su relación. Incluso yo, si es cierto que cualquier padre no reaccionaría de esa manera al recibir tal noticia, pero ella ya tenía 20 años, por lo tanto me hice recapacitar. Meses después siguieron saliendo y derramando miel como dicen los jóvenes. Debo decir, que no era para nada cómodo ir por la calle y verlos darse muestras de cariño; pero me controlaba lo mejor posible. Llegado julio, ella había terminado su curso y ya comenzaba a estudiar en la Facultad. Llegué de mi trabajo, como todos los días, y la encontré maquillándose (de nuevo). Le pregunté si salía, por lo que me respondió con un "sí".

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