El Mar De Los Soles Muertos. XI

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Capítulo 11: La hija del atalaya.

"Un atalaya no es sólo el que avisa del peligro, sino el que entrega su tranquilidad y arriesga su vida por el bien de los que duermen".

Ubicación : Base de operaciones de Wasol Corp, Rantoul, Illinois, EE. UU.
Fecha: 27/12/2020 – Horas de la mañana.
Jackson Blake.

—¿Qué se supone que era tan urgente? —le pregunta Athena al presidente de la corporación molesta, por la urgencia de su llamado.

No son ni siquiera las siete de la mañana, y ya todos los Herederos del Caos nos encontramos en la oficina de Di Rosseti, atendiendo a su insistente llamado. Me parece raro que no se encuentren ni el general, ni Samuel Wilde presentes, y recuerdo la hora que es.

—Desde el día de ayer, mi exesposa me ha contactado para avisarme que nuestra hija mejor, Francesca, ha desaparecido. Desde que me enteré, puse a varios escuadrones en su búsqueda —nos informa Alessandro —. Uno de los escuadrones fue hallado muerto, y cuando me enteré de eso, envié un segundo que regreso en un pésimo estado.

—Y como siempre, nos llamas a nosotros —refuta Athena.

—Ignórala, sólo tiene sueño —aporto.

—¿Dónde ocurrió eso? —pregunta Charlotte.

—En una ciudad con tu mismo nombre —interviene Abigail, saliendo de la habitación contigua de la oficina con unos papeles —, En Carolina del Norte.

Su mirada se posa sobre mí, y lejos de hacerme sentir incómodo, me hace sentir entre el fuego cruzado de ella y Ruby. Siento como si las chispas del choque de sus miradas cayeran sobre mí, y más aún, dado que estoy sentado al lado de la rubia, con una mano detrás de sus hombros.

Abigail es tímida, pero me ha demostrado que en ciertas ocasiones llega a ser bastante atrevida e impetuosa, y eso queda totalmente demostrado hoy, pues al terminar de decir el nombre de la ciudad, camina hasta el mueble donde estoy y toma asiento a mi lado, poniendo mi otro brazo detrás de sus hombros. Taylor y Meseret se ríen por lo bajo al verlo, como si se burlaran del lío en que me metí.

—Tú eres mío ahora —me susurra Abigail de un lado con tono posesivo.

—Dile que ella nunca te lo hará como te lo hago yo —dice por lo bajo Ruby, del otro lado.

Y sabiendo que no quiero estar en esta habitación en este justo momento, educadamente me levanto de donde estoy y camino hasta la puerta.

Escucho un pequeño escándalo venir de afuera y me alarmo.

—Señora, ésta es un área restringida, no puede pasar —afirma uno de los guardias.

—¿A quién llamas señora? ¡Ésa es la oficina de mi exesposo, déjenme pasar!

Al oírlo, Alessandro suspira de cansancio y ordena que le permitan el paso en voz alta.

La puerta se abre y me deja ver a una persona, que en este justo momento hace que prefiera estar peleando con los infernales que en esta habitación.

—Jackson Blake, no me imaginaba encontrarte aquí —me dice ella, acercándose a mí.

Abro los ojos como platos, y doy un paso atrás.

—Shae Worthington, ¿qué gran coincidencia, no crees? Pero es una pena, pues ya me estaba yendo —evado.

—Jackson, ¿conoces a Shae, mi exesposa? —me interroga Alessandro, al verla casi que encima de mí, tratando de besarme.

La Doctrina de los dioses: Los Herederos del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora