Sigue narrando Jimin
–No me pongo cosas como de secretario.
—Pequeñín, estás llevando puesto un pullover oscuro y pantalones de vestir y gafas.
—¿Me queda mal?
—No, mierda. Te queda bien. Sólo... es sólo que no es para usarlo en una cita, ¿de acuerdo? No es lo que a Nam le gustaría. Prueba con una camisa colorida, si tienes eso.
Se levanta y lanza la envoltura de su burrito a la basura. Hace un elegante arco y se hunde. Hace un "ups", y alguien chilla. Un borrón dorado se une al brazo de Jungkook, frunciendo sus labios rosas.
—¡Ese ha sido un buen tiro! —MinHee, capitana de las animadoras y en general la chica más deseada en el campus, sonríe con cegadores dientes blancos y labios perfectamente brillantes hacia él.
—¿Me has estado observando todo este tiempo? —Jungkook se ríe tontamente, dándole un golpecito en la nariz juguetonamente—. Chica traviesa.
Hago un pequeño ruido de arcadas en la parte posterior de mi garganta. Eso llama la atención de MinHee, y sus oscuros ojos arden con desdén apenas disimulado.
—Disculpa. —bufa.
—Oh, no te preocupes. —Levanto mi latte y tiro lo que queda del muffin—. Me excuso yo mismo. Odiaría estar metido en el camino de su estimulante conversación.
MinHee frunce el ceño con más fuerza, pero detrás de su hombro veo a Jungkook sonreír más. Me saluda con dos dedos de su frente.
—Te veré más tarde, Pequeñín.
Mientras me alejo, la voz aguda de MinHee perfora mis oídos.
—¿Pequeñín? ¿Cómo es que lo llamas a él Pequeñín?
Me estremezco. Pequeñín es molesto. La forma en que él insiste en llamarme es molesto. Pero al menos es mejor que Robot. Sabelotodo. Sin alma.
Veo a Nam caminando por el patio, con su cabello brillando en la luz de la mañana, y una sonrisa tan brillante en su rostro, él es prácticamente su propio sol caminante. Me ve y me saluda, su sonrisa crece increíblemente brillante. Me ablando, sintiendo que mi pecho se calienta, y le devuelvo el saludo. Es entonces cuando veo al chico a su lado, el de cabellos morenos, vibrante aspecto borroso que retoma rápidamente su atención con alguna broma que hace que él se ría en una milésima de segundo. Jackson. Hoy lleva puesto un pantalón de cuero azul y una remera morada, todo color, vida y espontaneidad. Caminan por el césped y desaparecen detrás del edificio.
Hasta que alguien me empuja no me doy cuenta de que me he congelado en medio de un paso, en el centro de la acera.
—Mierda, lo siento. —Una chica con una chaqueta de cuero tose. Sus felinos ojos verdes me asimilan de forma rápida, y descartan con la misma rapidez—. No te había visto. Te mezclas con el entorno.
Su cabello es de color rubio brillante. Destaca como una estrella chicle. Su sonrisa es pequeña y a modo de broma, pero cuando se va miro abajo a mi pullover negro y pantalón de vestir oscuro. Voy del mismo color que los edificios.
Soy olvidable. No tengo color. Ni vida.
Robot.
Aprieto mi puño y me giro.
***
Narra Jungkook
***
Tiempo de confesarme; nunca antes he tenido una cita.
Pero si alguien pregunta, y especialmente si Park Jimin pregunta, he tenido un centenar de citas. Miles. He tenido tantas citas que hago a The Bachelor parecer un idiota despistado.
El problema es, por supuesto, que eso no es verdad. Nunca he llevado a un solo chico a una cita. Los tipos de chicos que atraigo no están tan interesadas en ser mimados y alimentados, ellos sólo quieren ir directamente a follar, y yo nunca he tenido el corazón para decepcionarlos. Así que las citas son raras. Nuevas. Estoy sentado aquí en la mesa treinta minutos antes (¿Treinta minutos? Jesús, amigo), ya que estaba tan malditamente nervioso que he olvidado mirar el reloj antes de salir de mi apartamento. Me he duchado, vestido y he ido pensando que era tarde, pensando que Jimin estaría sentado aquí solo, hartándose de mí y se iría.
Suspiro y entierro mi cabeza en mis brazos sobre el mantel de lujo. Soy un desastre.
Es sólo una jodida lección. Es una cita falsa. Pero aun así, nunca he ido lento con nadie. Y nadie jamás ha ido lento conmigo. Y seguro como el infierno se nota. El camarero me ha preguntado dos veces si me sentía bien, y he mentido a través de mis dientes diciendo que estoy bien, pero no lo estoy. Mi piel está toda blanca y mis manos están húmedas. Pero no puedo dejar que se note. Jimin depende de mí para que le enseñe bien. Así que haré lo que siempre he hecho, lo que siempre me hace ir adelante en la vida; fingirlo hasta conseguirlo.
Estoy tan nervioso que ni siquiera noto cuando le doy un codazo a mi tenedor y cae de la mesa, hasta que el camarero me da uno nuevo.
—Lo siento por eso. —Me río.
—¿Está esperando a alguien? —El camarero sonríe con complicidad. Tiene que tener unos cincuenta años, con pelo canoso y la postura digna—. Parece nervioso.
—Sí, estoy... —Me detengo de decir "nervioso como el infierno". Decirlo en voz alta hace que sea más cierto. Tengo que fingir que no es cierto, y rápido—. Esperando a un amigo.
—Debe ser un amigo muy encantador.
Me río.
—No sabe la mitad de ello, amigo. Está fuera de mi liga.
El camarero mira mi pierna nerviosa sacudiéndose, y sonríe.
—Tengo algo que podría ayudar, señor. Un momento.
Vuelve con una bebida, y la deja sobre la mesa.
—Es nuestro especial de primera cita —explica—. Calmará sus nervios y hará la conversación mucho más fácil, lo prometo.
—Uh, no es una cita, en realidad, es... uh... —Me rindo de explicar y sonrío—.
Gracias, hombre. Le debo una.
—Sólo una propina estaría bien, señor.
Me río de nuevo.
—Nadie en mi vida me ha llamado nunca señor.
—Usted no viene a los restaurantes a menudo entonces, ¿supongo?
La voz del hombre es tranquila y suave. Es como el buen padre, apoyador que nunca he tenido.
—No a los elegantes como este. En realidad no son de mi estilo. Soy más de comida basura que de caviar, si entiende a lo que me refiero.
—Usted parece como en casa aquí, señor.
—Ha. La adulación te llevará a cualquier parte. —Me burlo, y tomo un trago. Es agradable y cálido, y pasa bien. Lentamente, puedo sentir que mis músculos se relajan—. Oye, esto es muy bueno. Gracias.
El camarero sonríe y se va a atender otra mesa, y espero solo. No me doy cuenta cuando termino la bebida, o cuando mi pierna deja de sacudirse, o incluso cuánto tiempo pasa, pero por supuesto noto cuándo entra Jimin. Al lado de todos los ricos ancianos con trajes de etiquetas, él brilla como un faro juvenil, con su cabello brilloso y sus mejillas sonrosadas. No lleva traje, sino una camisa color pastel y un pantalón negro que le queda adorable, y de verdad diferente de lo que se pone normalmente. Parece incómodo con ello, haciendo una mueca con torpeza mientras la anfitriona la lleva a mi mesa.
—Hola. —Me pongo de pie al instante.
—Hola —murmura. A diferencia de lo habitual, no se encuentra con mi mirada.
Mira a todas partes, excepto en mí. Al suelo, al techo, a sus pequeñas y regordetas manos. Me tomo un segundo para asimilar la vista de un chico completamente diferente a la normal duro rey del hielo.
—¿Podemos sentarnos? Nos están mirando—pregunta.
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The education of Park Jimin (Kookmin)
FanfictionEn la Universidad Yonsei, Jeon Jung kook es el rey de los chicos malos. Tiene a cada animadora muriéndose por estar en su cama, y tiene bajo su control el circuito de alcohol de menores de edad. Es un lobo solitario que toma lo que quiere, pero nun...