El Columpio | Larry Stylinson | One Shot

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Sus pequeñas manos se sujetaban fuertemente a las cadenas, sus cortos pies apenas y podían tocar el suelo con las puntas, balanceaba su cuerpo una y otra vez de un lado a otro perdiendo el equilibrio, hizo un puchero con sus labios y agitó fuertemente las cadenas, estaba enojado, todos sus amigos sabían usar un columpio, todos menos él, era muy pequeño para hacerlo y eso le molestaba, quería saber cómo se sentía el fresco aire chocando en su rostro cuando estuviera en la cima, ver las nubes y los pájaros a lo alto del hermoso cielo azul, pero no podía hacerlo él solo, dejó de balancearse y cerró sus ojos por un momento, mecía sus pequeños pies adelante y hacia atrás como si eso pudiera ayudarlo.

Y de pronto, lo sintió, su cuerpo meciéndose delicadamente adelante y hacia atrás, abrió sus ojos y se sujetó nuevamente de las cadenas con fuerza, poco a poco el aire golpeaba levemente contra su rostro mientras su pequeño cuerpo subía y bajaba, sonrió dejando a la vista sus pequeños dientes blancos, no fue consciente hasta ese momento de unas manos que tocaban su espalda empujándolo constantemente, giró su cabeza sobre sus hombros y lo vio, era un niño, uno muy hermoso, de ojos jade y rizos color chocolate, se encontraba observándolo con una hermosa sonrisa en la cual se marcaban dos tiernos hoyuelos.

- Gracias niño – Dijo el pequeño mientras cerraba sus ojos azules.

- Harry – Dijo tomando las cadenas del columpio con sus manos deteniéndolo – Mi nombre es Harry.

- Yo soy Louis – Dijo con una sonrisa – ¿Podrías hacerlo otra vez? – Preguntó avergonzado.

- Claro que si – Dijo para después volver a columpiar al pequeño castaño.

Louis no podía dejar de sonreír, y es que columpiarse verdaderamente lo hacía feliz. 

- ¡Harry! – Gritó una mujer a lo lejos – Vamos cariño, tenemos que irnos.

La sonrisa del rizado desapareció y miró al castaño con tristeza.

- Tengo que irme – Dejó de columpiar al castaño y corrió hacia donde estaba su madre.

- ¿Podemos vernos otro día? – Preguntó el castaño en voz alta para ser escuchado.

El rizado giró su rostro hacia el castaño, sonrió y asintió con su cabeza para después tomar la mano de su madre e irse. 

El castaño sonrió y se balanceó en el columpio fallando en el intento, nuevamente hizo un puchero, tenía que aprender a hacerlo por sí mismo. 

[...]

- Mis piernas son muy cortas, mis pies no pueden tocar el suelo – Dijo con tristeza mientras mecía sus pies adelante y hacia atrás.

- Tienes razón, son muy pequeñas – Habló el rizado con burla haciendo que el castaño hiciera un adorable puchero con sus labios.

- Algún día voy a ser tan alto como tú – Dijo apuntando al rizado con su pequeño dedo.

- Tienes nueve años, yo tengo siete y soy más alto que tú, siempre vas a ser un pequeño enano.

- Voy a crecer, ya lo verás y voy a ser yo quien te llame enano – Dijo convencido de sus palabras. 

El rizado no hizo más que sonreír ante lo tierno que era el castaño, desde aquella vez en que lo había columpiado se habían vuelto a ver todos los días y se habían convertido en mejores amigos, siempre se veían en el parque, a un lado de los columpios, ese era su lugar especial. 

- Harry – Habló el castaño sacando al rizado de sus pensamientos – Colúmpiame – Dijo con una sonrisa.

El rizado asintió con la cabeza y sonrió. 

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