Dile que la quiero,
que no haga eso,
que no me dé abrazos,
que por ella yo muero;
dile que en su ausencia
se me va la vida,
que para mí es perfecta,
así de cortante y fría.
Que no me haga falsas esperanzas,
porque yo escribo todo el día,
sobre su dulce mirada
y su bella sonrisa.
Recuérdale que si la tuviera
de ella no me alejaría
Porque, dime tú
¿Quién al río un diamante botaría?
Háblale de mis sueños,
en los que ella es protagonista,
y que, si yo pudiera,
a este poema melodía le haría.
No creo que haya
peor frustración
que no esté a mi lado,
pero tenga mi corazón.
PD.: Me gustas, Millaray del alma mía.