-Creo que no noto los pies. Tengo frío. ¿Por qué me has traído aquí?
Era una de esas noches en las que el cielo estaba impecable. Podían ver las estrellas y contarlas, imaginando una historia y un pasado para cada una. Entrelazaron sus pequeñas manos y juntaron más sus cuerpos, ignorando el calor que subía por sus cuellos.
-Mi padre solía traerme aquí hace años. Decía que el tejado de esta casa le gustaba más que su propia cama. Cerraba los ojos y se imaginaba en otro lugar. -Dijo el chico con una leve sonrisa.
-Quiero volver dentro. -Su cara preocupada desconcertó al muchacho, pero el ceño fruncido se desvaneció poco a poco dejando solo comprensión en sus facciones.
-Supongo que ya es tarde y te tendrás que ir a casa. -Ella puso cara ofendida.
-Solo tengo dos años menos que tú, Luis. Odio que me trates como una niña, puedo volver a casa tarde.
-Perdón, no lo volveré a hacer. Entremos a mi habitación. -Se incorporaron a la vez.- ¿Quieres quedarte a cenar? Mi madre ha hecho macarrones.
La chica negó con la cabeza.
-No puedo. Pero nos vemos mañana. ¿Vale?
Se despidió con un beso en la mejilla y ambos se ruborizaron. Ninguno de los dos sabía que al día siguiente no era cuando iban a reencontrarse, si no diez años después.•••••••Actualidad•••••••
Aitana.
Llegaba tarde. Llegaba tarde a su primer día de universidad y no debería estar llegando tarde. Cogió sus cosas bruscamente y salió volando de su casa. El bus tardaría en llegar pero tenía esperanza de que el profesor de primera hora fuera comprensivo con las novatas como ella. Durante el viaje no paraba de mover sus pies y mirar su reloj ansiosa, pensando que así podía hacer que el tiempo pasará más rápido. No funcionaba. Cuando el bus paró enfrente de su edificio dejó escapar un suspiro que no sabía que había estado conteniendo. Corrió hacia la clase 1B y abrió las puertas de golpe, ganándose la atención de todos los alumnos y la del profesor. Este siguió hablando y ella lo tomó como una oportunidad para ocupar alguna mesa. Una vez sentada se dió cuenta de que no había traído su ordenador y maldijo a todas las personas que se le pasó por la cabeza. Iba a ser un día largo.
Luis.
Lo primero que notó cuando se despertó fue el sonido procedente de la cocina y el olor a tostadas. Desgraciadamente su piso era lo suficientemente pequeño como para ignorar la música irritante de la radio que tenía encendida su compañero. Con un gruñido de cansancio se levantó de la cama y se metió en la ducha. No quería volver a la rutina. No quería tener clases ni levantarse pronto por las mañanas. Dos años más le quedaban, y le parecían una eternidad. Una vez vestido y arreglado se dirigió a la cocina.
-¿Qué has hecho?
Su amigo y compañero de piso, Roi, puso una de sus mejores sonrisas, de esas que te aseguraban un buen día.
-Tostadas y tortitas. También zumo de naranja. ¿Estás preparado para otro año más? -Dijo con entusiasmo.
-No. -Respondió el otro con la boca llena.
-Sobrevivirás. Ahora coge tus cosas, no vaya a ser que llegues tarde.
Después de llenar su estómago salió de casa solo para encontrarse con su coche sin arrancar. No podía estar pasando. No a él. Sin casi tiempo corrió a coger el tren más cercano, asumiendo que llegaba tarde a clase y que no había nada que pudiera hacer.
Cuando llegó se dirigió por los pasillos a su clase cuando vio a alguien con un pelo y una figura que le resultaba muy familiar. No le dió muchas vueltas ya que solo pudo verla por dos segundos y decidió que era más importante llegar a clase a tiempo. Y eso era lo que iba a hacer.A ver esto es una fanfic un poco rara pero I don't care, aitana y cepeda aquí solo se llevan dos años y chimpón. buenos días.
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sweet disposition. (aiteda)
Randomaitana y cepeda se odian hasta que llega un momento en el que dejan de odiarse. roi no para de cocinar y amaia da muy buenos consejos.