Jugando a las cocinitas

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Llevaban viviendo juntos en esa casa casi una semana y solo se habían alimentado de comida por encargo. No es que estuviera mal, a ellos les encantaba, pero quizás iba siendo hora de estrenar la cocina. Bueno, de estrenarla Raoul, el cual aunque había insistido en que cocinar no era lo suyo, había perdido al piedra papel o tijera y ahora tenía que fastidiarse. Se había hecho un recordatorio a sí mismo de no volver a apostar nada con ese juego, definitivamente no era lo suyo.


-¿Te apetece ir a comer fuera? -preguntó Raoul apartando la vista de la televisión y clavándola en Agoney, que estaba tumbado en el sofá con la cabeza sobre el regazo de su novio. Se giró poniéndose boca arriba para mirarle.

-Por mí bien -por el tono que usó, el catalán sabía que la frase no acababa ahí.

-Pero...

Agoney se levantó y se sentó a su lado. 

-¿No crees que ya va siendo hora de cocinar? Es decir, llevamos en el piso cuanto, ¿una semana? Y nos hemos alimentado de comida precocinada, restaurantes o tapers de tu madre. Creo que aún tenemos uno de albóndigas. Y es cocinar, no irse a la guerra, no vamos a morir por ello.

-Sabes que no se me da bien cocinar.

-Bueno, ¿pero no querrás comer así el resto de tu vida, verdad?

-¿Y por qué no cocinas tu? Se te da bien.

-Oye tampoco te creas que soy el ganador de masterchef eh -respondió Agoney riendo-. La practica hace al maestro, así que hoy nada de salir a comer. Hoy vamos a jugar a las cocinitas.

-¿Y que vas a cocinar?

-Che che che -dijo el canario levantando las manos, frenándole-, yo no voy a cocinar. Empiezas tu.

-De eso nada, echémoslo a suerte. Juguemos a piedra papel o tijera.

Agoney entrecerró los ojos durante unos segundos, pensativo. Al final asintió, sonriendo de lado.

-Vale, venga.

Ambos se pusieron totalmente rectos uno enfrente del otro, sonriendo como niños y guardaron ambas manos en la espalda.

-Al mejor de tres -sentenció Raoul.

-Venga. ¡Uno, dos, tres!

Ambos sacaron una de las manos. Raoul sonrió divertido al ver que su piedra aplastaba la tijera de su pareja. Algo en su interior le decía que hoy podría probar un plato suyo.

Guardaron las manos de nuevo y las volvieron a sacar después de la cuenta atrás. Esta vez el papel del canario envolvía su piedra, por lo que ya iban a unos. Repitieron el procedimiento de nuevo, esta vez empatando a papeles.

Raoul miró a Agoney, que le sonreía con malicia. Tampoco era tan complicado, no era un juego de mucha estrategia, pero se vio en la necesidad de pensar una jugada. Era su turno de dar la cuenta atrás, así que pudo tomarse su tiempo para pensar.

"A ver, Ago es listo. Lleva dos jugadas seguidas sacando papel. Una mente mediocre podría deducir que lo sacará otra vez, y entonces su plan sería sacar tijera para cortarle, así que seguramente Agoney sacará piedra. Yo tengo que adelantarme a eso"

A la de tres, ambos sacaron la mano de nuevo y Raoul se sorprendió al ver que el moreno había cortado su papel con las tijeras. Lo miró sorprendido. ¿Era posible que fuera tan estratega o solo había sido suerte?

One-shots RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora