05

47 6 0
                                    

Seokjin tenía un hermano menor muy extravagante. Su manera de pensar y reaccionar ante las cosas ha ido volviéndose cada vez más extraña con el paso del tiempo. Desde que lo vi por primera vez, pensé que vivía en este mundo como si lo hubieran arrojado al tener uso de razón, de golpe, y tras haber sido educado en otra dimensión. Se llama Taehyung. Tae, el hermano menor de Seokjin, ha cumplido este mes dieciocho años.

Tae, que volvía de la escuela, llegó a la cafetería del cuarto piso de los almacenes donde habíamos quedado con un abrigo enorme con estampado de leopardo. Yo, la verdad, me sentí muy avergonzado, pero como él entró en la cafetería muy tranquilo, fingí naturalidad. Se sentó frente a mí y dijo tras un suspiro:

—¿Te he hecho esperar mucho?

Ladeé la cabeza sonriendo con alegría y, al pedir, la camarera lo miró fijamente de arriba abajo, y dijo:

—¿Sí? —con aire extrañado. El rostro de Tae no se parecía mucho al de Seokjin, pero los dedos de las manos o la manera casi imperceptible de cambiar de expresión a veces, casi me paraban el corazón.

—Oye —decía yo en uno de esos momentos, esforzándome en hablar.

—¿Qué? —dijo Tae esta vez, mirándome mientras sostenía el vaso con una mano. 

—Te pareces a él —decía yo.

Entonces siempre replicaba:

—Imito a Seokjin.

Y lo hacía. Los dos nos reíamos. Así, ironizábamos sobre la herida que teníamos en el corazón, y es que no podíamos hacer nada, sólo bromear. 

Yo había perdido a mi novio, pero él había perdido a la vez a su hermano y a su novio también.

Él se llamaba Jungkook, tenía casi la misma edad que él, y era una chico muy atractivo, alto, que jugaba muy bien al tenis. Teníamos una edad parecida, por eso los cuatro nos habíamos llevado muy bien y a menudo habíamos salido juntos. Cuando yo iba a casa de Seokjin, Jungkook ya estaba en casa de Tae, y fueron incontables las veces que habíamos pasado toda la noche jugando a algo.

Aquella noche, Seokjin llevó a la estación en coche a Jungkook, que había ido a casa de Tae, y, a medio camino, tuvieron un accidente. No fue culpa suya. Sin embargo, los dos murieron en el acto.

—¿Haces caminatas? —dijo Tae.

—Sí —dije.

—En efecto, has engordado.

—De estar todo el día sin hacer nada.

Sonreí inconscientemente. En realidad, empezaba a adelgazarme tanto que se notaba con sólo mirarme.

—No por hacer deporte se está más sano. A propósito, cerca de mi casa han abierto un restaurante que hacen unos jjajangmyeon terriblemente buenos. Tienen muchas calorías. Vayamos a comer, ahora, ahora mismo —dijo.

Los caracteres de Jin y Tae eran también completamente distintos, pero, sin embargo, los dos tenían de natural una dulzura sin ninguna clase de afectación y nada interesada, que era fruto de una buena educación. Como el detalle de envolver cuidadosamente el cascabel en el pañuelo.

—Sí, de acuerdo —dije.

Moonlight Shadow » NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora