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—Por cierto —dije—, ¿cómo has sabido mi número de teléfono, en realidad?

—No, si te he dicho la verdad —dijo sonriendo—. Es una historia larga. Al vivir solo vagando de un lugar a otro, parece que, por alguna razón, la sensibilidad se me ha agudizado. No recuerdo bien desde cuándo puedo hacer este tipo de cosas... Pues sí, simplemente pensar: «¿Cuál es el número de Namjoon?», y mi mano se mueve espontáneamente al marcar el número, y la mayoría de las veces acierto.

—¿La mayoría de las veces? —dije riendo.

—Sí, la mayoría de las veces. Cuando me equivoco, digo: «Perdone», y cuelgo.

Yoongi habló de esta forma y sonrió alegremente. Yo prefería creer en esta manera que él me explicaba con tanta naturalidad que en la gran cantidad de medios que existían para saber un número de teléfono. Él hacía sentir esto a los demás. Era como si yo lo conociera, en algún lugar de mi corazón, desde mucho antes y que, ahora, casi llorase de alegría por la emoción del reencuentro.

—Pues gracias por lo de hoy. Me he sentido tan contenta como si fuéramos dos enamorados —dije.

—Bien, entonces voy a enseñarle una cosa a mi amante. Pero, primero, debes curarte este resfriado antes de pasado mañana.

—¿Por qué? Ah, ya..., esa cosa tan importante que hay que ver, ¿será pasado mañana?

—Has acertado. ¿Te parece bien? Pero no se lo digas a nadie —Yoongi bajó un poco la voz—. Pasado mañana, si vienes a las cinco menos tres minutos al lugar del otro día, quizá puedas ver algo.

—¿Qué es este «algo»? ¿De qué se trata? ¿Es posible que no llegue a verlo?

No podía hacer más que inundarlo de preguntas.

—Sí. Depende del tiempo que haga y también de tu estado. Es algo muy delicado y no se puede garantizar nada. Se trata simplemente de una sensación mía, pero tu relación con el río es muy estrecha. Por eso podrás verlo, estoy segura. Pasado mañana a esa hora, se dan unas condiciones que concurren una vez cada cien años, y quizá puedas ver algo parecido a una ilusión. Perdona, sólo puedo decir eso, «es posible».

Ladeé la cabeza sin entender bien lo que me estaba diciendo. Sin embargo, hacía mucho tiempo que no me había invadido un sentimiento de excitación tan intenso como aquél.

—¿Es algo bueno?

—Sí. Es precioso. Pero, eso depende de ti -dijo Yoongi.

Dependía de mí.

Y yo, que me había replegado tanto en mí misma para protegerme, dije sonriendo:

—Sí. Iré, seguro.

La relación entre el río y yo. Inmediatamente pensé: «Si», a pesar de que me dio un vuelco el corazón. Para mí, el río era la frontera entre Seokjin y yo. Cuando imagino el puente, Jin está allí. Yo siempre llegaba tarde y él estaba ya esperándome en aquel lugar. Cuando íbamos a alguna parte, siempre nos separábamos allí, él iba hacia un lado, y yo hacia el otro. También fue así la última vez.

Moonlight Shadow » NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora