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Sin duda era el tintineo del cascabel de Jin. El cascabel sonó débilmente en el espacio donde no había nadie. Yo, con los ojos cerrados, confirmé que aquello que sonaba al viento era el cascabel. Y, cuando miré al otro lado del río, creí enloquecer aún más. Contuve un grito a duras penas.

Jin estaba allí.

Si no era un sueño ni una quimera, la figura que estaba en la otra orilla del río, de pie y mirando hacia aquí, era la de Jin. El río estaba entre él y yo...

Sentí una oleada de añoranza, su figura se sobrepuso a la imagen del recuerdo que guardaba en mi corazón y ambas se fundieron hasta convertirse en una. Él me miraba entre la bruma azul del amanecer. Tenía la cara preocupada que ponía antes cuando yo hacía alguna barbaridad. Estaba mirándome fijamente, con las manos en los bolsillos. Recordé los tiempos, lejanos y cercanos, que había pasado en sus brazos. Nos mirábamos simplemente, sin hacer movimiento alguno. Sólo la luna, que iba desapareciendo, miraba la corriente fuerte del río y la larga distancia que nos separaban. El pelo y el cuello de la camisa inolvidable de Jin ondeaban vagamente como en un sueño, acariciados por la brisa del río.

«Jin, ¿quieres hablar conmigo? Tengo tantas ganas de hablarte... Quiero ir a tu lado y abrazarte.» Pero, pero... se me caían las lágrimas... El destino nos había separado tan claramente, uno a cada lado del río, que ya no había nada que yo pudiera hacer. Sólo permanecer mirándolo con lágrimas en los ojos. También Jin me miraba con tristeza.

Pensé: «Ojalá el tiempo se detenga»... Pero todo empezó a desvanecerse lentamente cuando llegó la primera luz del alba. Jin iba alejándose ante mis ojos. Ya desesperaba, cuando Jin agitó la mano sonriendo. Agitó la mano muchas, muchas veces. Iba desapareciendo en la oscuridad azul. Yo también agité la mano, «SeokJin, mi amado SeokJin», quería grabar la línea de sus hombros y de sus brazos inolvidables en mis pupilas. Anhelaba grabarlo todo en mi memoria: el paisaje pálido, el calor de las lágrimas que se deslizaban por mis mejillas. La línea que dibujaban sus brazos formaba una silueta que se reflejó un momento en el cielo. A pesar de ello, iba desvaneciéndose y finalmente desapareció. Yo lo miraba entre las lágrimas con fijeza.

Cuando la ilusión desapareció por completo, en la orilla del río todo volvió a ser como antes. Yoongi estaba a mi lado. Él, de perfil con los ojos tristes, como si tuviese el corazón destrozado, dijo:

—¿Has visto?

—Sí. Lo he visto —dije enjugándome las lágrimas.

—¿Te has emocionado?

Yoongi me miró, y sonrió. Mi corazón se sosegó y le devolví la sonrisa:

—Sí, me he emocionado.

Los dos estuvimos un rato en aquel lugar donde penetraba la luz y la mañana llegaba.

Moonlight Shadow » NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora