Los ojos azules de Komugi, que veían sin realmente ver, se mantuvieron expectantes frente al tablero de Gungi a la espera de un movimiento por parte de Meruem.
— Komugi, ¿aun sigues aquí?
— Sí, por supuesto. No iré a ninguna parte.
El veneno de rosas se había esparcido por todo su cuerpo, Meruem acababa de perder el sentido de la vista; estaba ciego al igual que Komugi, pero eso no impedía que siguiera jugando su último partido.
— Komugi, ¿aún sigues aquí?
La voz del Rey, firme y ligeramente cansina, no demostraba el atisbo de miedo que florecía dentro suyo, no quería morir solo. Komugi atinó a sonreírle antes de responderle con amabilidad.
— Sí, sí. Justo frente a usted. Juguemos otra partida.
El alma de Komugi desbordaba calidez y Meruem se sintió seguro. Ambos volvieron a comenzar una nueva partida, donde el título de Meruem como Rey estaba en juego. El Rey de las Hormigas Quimera tenía propuesta la victoria, ganándose el oír la pacífica voz de Komugi pronunciar su nombre sin su título.
— Komugi...
Parpadeó. Meruem se sentía cada vez más agotado.
— ¿Sí, qué sucede?
— Parece que no te he derrotado ni una sola vez.
Aquello era cierto, y tal vez por eso Komugi continuó con vida tanto tiempo. Aun así, ella no se desanimó, sino que lo incitó a continuar.
— ¿Pero qué está diciendo? ¡Si apenas hemos comenzado!
— Tienes razón...
Paz, Meruem se sentía en paz. Las piezas de Gungi continuaron moviéndose, a pesar de la repentina ceguera del Rey; él ahora jugaba como ella. Sus últimos momentos jugando, platicando con la persona que más apreciaba aunque no lo admitiera en voz alta. Komugi era especial, y ella ni siquiera se daba cuenta del poder que tenía sobre él.
— Komugi, ¿aún sigues aquí?
No la había oído decir su jugada.
— Sí, por supuesto. Es su turno, Rey Meruem —respondió con calma.
Parpadeó nuevamente. Realmente le estaba costado concentrarse en la voz de Komugi, tal vez se había excedido jugando.
— Estoy un poco cansado... Necesito tomar una pequeña siesta.
Komugi permaneció en silencio, apretando entre sus dedos la tela de la falda blanca. No quería quedarse sola, quería permanecer junto a Meruem todo el tiempo de mundo; jugando Gungi y siendo felices.
Komugi no había conocido la felicidad hasta que jugó su primera partida con el Rey.
— ¿Tú... sostendrías mi mano?
Ella silenciosamente se movió hasta quedar sentada a su lado, a la espera de nuevas instrucciones. Sus ojos se aguaron ante el inevitable desenlace.
— ¿Komugi?
Mordió su labio inferior y retuvo las lágrimas. La voz de Meruem sonó levemente desesperada.
— Komugi, ¿sigues aquí?
— Puedo oírlo. Entendido, ¿así?
Komugi tomó entre su pequeña y pálida mano la del Rey de las Hormigas Quimera, apreciando la textura suave de la palma con sus dedos en una caricia de confort.
— Despertaré dentro de poco... ¿te quedarás a mi lado hasta que despierte?
— Nunca me iré de su lado. Siempre estaré aquí.
El silencio duró poco. La voz de Meruem se oía cada vez más lejana, más pequeña, pero oírlo decir su nombre le causaba las mismas sensaciones.
— Komugi...
— Sí, sí, ¿qué sucede? —preguntó Komugi.
— Gracias.
— De nada.
Komugi acarició con lentitud el rostro de Meruem, transmitiéndole todos los sentimientos que guardaba su corazón. Él apenas las sintió, pero las atesoró dentro de sí.
Meruem perdió la sensibilidad.
— ¿Me llamarías...
— ¿Sí?
—... por mi nombre... una última vez? —suspiró el Rey.
Meruem murió. Simple y sencillamente murió, y Komugi se encargó de cerrarle los ojos, aun acariciando con devoción y dulzura su rostro. Quería tener una imagen del rostro de quien amó y amará para llevarse.
— Buenas noches... Meruem.
Komugi sonrió con tranquilidad y con los ojos repletos de lágrimas. Comenzaba a sentirse débil, por lo que apretó la mano del Rey caído con la fuerza que le quedaba. Mantenía la esperanza de poder estar a su lado después de la muerte.
— Dentro de poco estaré contigo.
Las largas y oscuras pestañas de Komugi cayeron mientras ella se recostaba junto el cuerpo de Meruem. Se burló de ella misma por haber durado tan poco, ¿cuánto habría aguantado el Rey el veneno?
No importa, pensó antes de abandonarse frente a la oscuridad, esperando encontrar la luz que irradiaba Meruem. Ahora podremos jugar Gungi para siempre...
Meruem.

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Siempre estaré aquí | Merugi.
FanfictionJaque mate. ❝¡Si apenas hemos comenzado!❞ El Rey cae. ❝Dentro de poco estaré contigo❞ Los dos finalmente están juntos. ❝Ahora podremos jugar Gungi para siempre... Meruem❞