- ¿Estás ahí? - pregunté intentando sonar lo menos nerviosa posible - Sabes que esto no es gracioso ¿verdad?
Nada. Parecía que la oscuridad se lo había tragado entero.
- Maldito seas - murmuré - maldito seas tú y tus malditas y estúpidas ideas de aventura.
Cuándo Tony me propuso que buscáramos aventuras diferentes imaginé cualquier cosa, una expedición en un bosque, tirarnos en paracaídas, del jumping, inclusive jugar pin ball, con lo cual estoy completa y absolutamente en desacuerdo, cualquier jodida cosa, menos una maldita casa abandonada, en un principio quise matarlo, pero era una pérdida de tiempo y energía tan grande que decidí hacerlo después de que me sacara de ese lugar, hasta que se terminó escabullendo de mí.
- Juro vengarme lentamente de ti maldito gilipollas - un maullido de un gato me hizo exaltar - Maldito seas tú y tus jodidos descendientes - Chillé -.
- ¿Buscabas algo princesa?
- Maldito desgraciado, no me llames así.
- No seas amargada, toma - traía en sus manos una rosa - es mi disculpa.
- Te la puedes meter por el culo. ¿Nos vamos? - lo miré con furia - necesito con urgencia salir de este maldito basurero.
- Barbi que irrespetuosa, pensé que eras una dama, ¿no te han enseñado que a un caballero no se le deja en mitad de una cita? - sonrió hacía mí con descaro.
Anthony tenía una belleza diferente a la de los demás chicos, era indiscutiblemente atractivo pero era atractivo a su manera, sólo bastaba ver la cantidad de chicas que estaban deseando estar con él, pero el muy idiota era demasiado bueno para aprovecharse de esa particularidad con lo que lo había bendecido sea quien fuese que estuviese en los cielos.
Con un metro ochenta y seis centímetros, cabello negro y ojos marrones, fácilmente podría hacerse pasar como un modelo de pasarela y de los que están condenadamente buenos, tenía músculos lo suficientemente marcados, y rasgos bruscos y fuertes. Creo que lo que más me asombraba de su particular belleza era su sonrisa, era grande y fácilmente te hacía olvidar de cualquier problema que estuviese llenando tu cabeza de dudas e incertidumbres y su jodida personalidad de chico: "todo está bien, nada está mal" era su mayor imán para las féminas.
- Si, si me lo han enseñado, pero como primer punto no veo al jodido caballero, sólo a un tio grotesco y lleno de mierda en la cabeza y absolutamente idiota y como segundo punto, ¡ESTO NO ES UNA MALDITA CITA!
- Si, como desees, ¿seguimos o sales corriendo cómo si fueses una niñita?
- Para tu información yo...
- Si, si, tú eres una niñita, es obvio que así es, - me recorrió con los ojos - ¿Seguimos?
- Te odio. - Dije entre dientes - y mucho.
- El sentimiento es totalmente retribuido para ti princesa.
- ¡NO ME LLAMES PRINCESA! - Se escuchó al unísono nuestras voces - Gilipollas, - dije.