Yo los llamo: Celos

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Lee Jeno se consideraba muchas cosas, pero "psicólogo" no era una de ellas, aun cuando sus amigos lo vieran como tal.

Aunque ese hecho no le molestara, no en realidad.

Era un chico callado y atento, también era especialmente bueno escuchando a otros y sabía a la perfección cuándo mantener la boca cerrada.

Supuso que esas cualidades lo habían convertido en el terapeuta personal de su grupo de amigos, pese a que verdaderamente no hiciera gran cosa por ayudarlos y que secretamente ansiara escuchar sus problemas sólo porque era un auténtico cotilla.

Incluso cuando poseía una naturaleza curiosa, Jeno se mantenía al margen, siendo todo oídos y miradas comprensivas. Escuchaba tranquilamente lo que sus amigos tuvieran para decirle al momento que acudían a él para desahogarse y luego, con toda la paciencia que lo caracterizaba, soltaba un único consejo, el cual (la mayoría de las veces) funcionaba a la perfección.

No obstante, aquella tarde de viernes fue diferente a cualquier otra. Uno de sus mejores amigos había acudido a su encuentro como quien no quiere la cosa, y a sabiendas de que no habría ido a buscarlo si no necesitara hablar con alguien más, Jeno soltó aquella fatídica pregunta:

"¿Estás bien?"

Pero nunca, ni en sus más alocadas elucubraciones mentales, habría esperado escuchar aquella historia, no señor.

Lo tomó completamente desprevenido, y por primera vez en sus cortos 15 años de vida, Jeno sintió que debía intervenir, que tenía que hacer algo al respecto.

Lee Jeno consideró tomar en serio su papel de terapeuta.

El problema era que no podía hacerlo. Por mucho que quisiera ayudar sabía que no tenía sentido meterse en aquel lío y que de hacerlo sólo estropearía las cosas aún más.

Frustrado por no poder hacer nada para resolver aquella "situación", decidió que no le daría un consejo a su amigo y que en su lugar lo diagnosticaría.

Le haría saber al chico lo que él creía que le estaba pasado (ya que el otro había alegado no saber la razón de su extraño comportamiento) y esperaba que aquello lo hiciera darse cuenta de lo que le ocurría en realidad.

Así que, complacido con su nueva resolución, Jeno se acomodó mejor sobre la banca, le lanzó una de sus más encantadoras sonrisas a su acompañante y de manera resuelta le dijo: —Sé exactamente lo que está pasando contigo.

No esperando aquella declaración, el chico que yacía a su lado lo miró con los ojos brillantes, como si acabara de encontrar la salvación: —¿En serio? —le preguntó, con la esperanza pintada en el rostro.

—En serio. —respondió, encantado con la reacción del joven que esperaba ansioso junto a él.

—Y... ¿qué es lo que tengo? —preguntó el otro nuevamente, esperando poder poner nombre a aquello que lo atormentaba.

Sin embargo, no contaba con que Jeno ampliaría más aquella fachosa sonrisa que le puso los pelos de punta y le erizó los vellos de la nuca, colocaría una mano sobre su hombro y que se acercaría lentamente hasta lograr susurrarle al oído...

—Yo los llamo: celos.

I Call It Jealousy (Markhyuck) «I Call It Series I»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora