Parte 1

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Hyrule se veía en calma. Ese era el único pensamiento que podía filtrarse en mi muy orgullosa mente, incluso al tomar un largo respiro del aire que entraba por mi ventana no podía más que pensar en lo fácil que resultaba realizar esta acción, que el aire limpio y ligero calmara mi cuerpo del tal manera que los penurias insistentes del consejo parecían disiparse, pero solo parecían pues la muy larga mañana aun no terminaba y mucho menos el día que guardaba muchas mas tensiones que mi cuerpo tendría que soportar, no pude evitar pensar "vale la pena", porque era la único que me mantenía estable durante esos momentos tan estresantes; vale la pena luchar por la sonrisa del joven que vi en la plaza el otro día, vale la pena luchar por la paz en los corazones de todos los habitantes de Hyrule, vale la pena terminar el trabajo de Link y destruir cualquier residuo que haya quedado de aquellos momentos de guerra.

Unos pequeños toques en mi puerta me sacan de mi ensoñación, algo que se había vuelto un pequeño ritual para mantener mis espíritus en lo más alto posible, por el momento los golpes me dictan que es hora de enfrentar la realidad y las repeticiones del consejo acerca de problemas ya muy constantes en mi memoria.

Me despegué de la ventana que de tanta desesperación había resultado durante la época del crepúsculo, pues despertar ante un cielo que no cambia permitía que mi noción del tiempo desapareciera, el único fundamento que tenia a mi alcance para saber que no me encontraba en un trance era el acelerado deterioro de mi reino.

Camino con mi delicadeza practicada, innata, y abro la puerta para encontrar a una de las doncellas que trabajan en el castillo, sus ojos grandes me recuerdan a la miel que solía encontrarme en varios postres del castillo a la hora de cenar, en un tiempo que no conocía del crepúsculo aún. La doncella posee facciones finas y dulces complementadas con sus cabellos rojizos recogidos en una coleta.

Mi semblante serio desapareció por un instante para dar lugar a una pequeña sonrisa al reconocer a la dueña de tales facciones, un peso se cayo de mis hombros ante la posibilidad que se presentaba ante mi y las futuras palabras que saldrían de la boca de Juke.

- Su alteza – las palabras fluyeron suavemente de la boca de la joven, si yo fuera un varón de la nobleza esa conducta sumisa me resultaría agradable, pero no soy varón y ni las conductas establecidas por la nobleza suelen interesarme de manera personal. Pude deducir por su renovada timidez y rigidez en movimientos a quien había atendido antes de venir a mis aposentos.

- Juke – dije su nombre con mi voz usual, es decir neutral; a la mención de su nombre la doncella no supo mas que elevar un poco su cabeza con los ojos de alguien que habrían sorprendido en una travesura, pero conocía a la doncella tan bien para si quiera pensar en tal posibilidad, sino que le resultaba impensable que la reina de Hyrule supiera su nombre, no era la primera en reaccionar así, tampoco sería la última en mostrar tal semblante ante mis muestra de ética básica.- Si gusta puede actuar de una forma más cómoda conmigo, no le exigiré que actúe como suele hacerlo cuando esta relajada, pero tampoco le exigiré que actúe tan rígida y distante.

Di la vuelta para volver a la ventana que tanto me relajaba durante estos momentos. Después volteé mi mirada a la doncella que seguía postrada ante la puerta, sus manos entrelazadas y temblando, no había necesidad de sudor para saber que estaba nerviosa ante la situación. Le tomó unos segundos a la joven recobrar la compostura necesaria que le permitiría dirigirme la palabra.

- Con su debido respeto su Alteza, creo que sería mejor mantener una actitud constante en mi trabajo o puede que esa actitud relajada con la que usted me pide que la trate se... ehm... la muestre ante otros miembros de alto rango, y ellos... emh... no serían tan tolerantes como usted.

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⏰ Last updated: Jun 18, 2018 ⏰

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