Capítulo I

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Si en la noche silenciosa puedes oír el tiempo avanzar con el tic-tac sin lograr dormir, un hada llegará y te habrá de invitar a un sueño eterno, a nunca jamás ven...

Hace mucho tiempo, cuando el hombre aún creía que todo sucedía por arte de magia, el joven hijo de un orfebre creó todo un precioso paisaje en barro, donde puso diversas muñecas hechas de piedra de dos criaturas fantásticas diferentes: hadas y sirenas. Todas eran pequeñas y poco elaboradas por su dificultad al ser de tal tamaño, pero se esmeró en una que hizo un poco más grande, del tamaño de su cabeza, a esta le dio el privilegio de ser pintada primero: un pelo rubio, una piel blanca como el talco, y un hermoso vestido verde que simulaba haberse hecho con hojas. Su obra maestra.

Cuando el hombre quiso darse cuenta del tiempo que había pasado creando y perfeccionando sus obras, habían pasado varias semanas, dejó el trabajo tal y como estaba y fue a hacer otras cosas que realmente debían ser más importantes. Su obra estaba en una casa en el bosque para que nadie pudiese tocarla hasta terminarla. Pero al paso del tiempo, se olvidó de ella.

Pasaron los años y el joven se convirtió en hombre, encontró una bella mujer con la que tuvo una hermosa descendencia y acabó falleciendo. Sus hijos mayores ya eran hombres casados, pero tenía una hija pequeña, una con la edad perfecta para casarse y ayudar así a su familia, pero huyó al bosque, pues era una niña, no una mujer.

Después de un par de días deambulando por el bosque, encontró una vieja casa abandonada en la que entró para refugiarse. Cuando la chica estaba explorando la morada, encontró algo cubierto por una tela sucia, al quitarla una nube de polvo se apoderó de la habitación por unos momentos. Cuando vio la hermosa creación sin terminar, dedicó su tiempo a finalizarla, pues ella siempre admiró el trabajo de orfebre de su difunto abuelo y aprendió el oficio a escondidas.

Tiempo después, cuando esa casa ya era de su propiedad, se quedó admirando lo que había convertido en una isla paradisíaca, respetando las criaturas que su padre hizo, aunque esto último no lo supiese ella.

- Es increíble que esto estuviese aquí olvidado... -hablaba al tiempo que recorría las tierras fantásticas con la mirada- ¿Cómo estarán mis hermanos...? Hace tanto que me fui... Seguro tengo sobrinos y no lo sé... -tomó en sus manos al hada mayor- les podría enseñar a hacer estas hermosuras...

Sin pensarlo más, recogió sus pocas pertenencias y el hada, para recordar que debía volver, y partió de nuevo a su ciudad natal.

Al llegar, encontró todo tal y como estaba al irse. Corrió con felicidad por el lugar embriagandole los recuerdos felices, entonces se dio cuenta que había gente mirándole cuando pasaba, evitandole y murmurando, al darse cuenta de esto, dejó a un lado su nostalgia y fue a su antigua casa, por suerte parecía habitada.

Se dispuso a llamar a la puerta con una sonrisa en la cara, cuando uno de sus hermanos abrió la puerta, no pudo evitar saltar a abrazarlo, el contrario aún no entendía qué pasaba hasta que se dio cuenta de quién era la niña.

- ¡os había echado tanto de menos! -la chica no podía contener la felicidad, sabía perfectamente que ella había huido por voluntad propia, pero no mentía.

El hombre en ningún momento le abrazó, cuando la muchacha se separó, éste le dejó pasar a la casa, donde había otro hombre que ponía la mesa, más o menos de la edad del otro, el cual se les quedó mirando.

- Hermana, te presento a mi marido, cariño, esta es mi hermana pequeña, de la que te hablé... -al decir lo último cambió el tono y semblante, mas el contrario sólo pudo ponerse muy feliz, los cuñados se abrazaron con cariño- dale mi parte de la comida, voy por mis hermanos -y sin decir una palabra más o esperar una respuesta, salió.

Mientras comían, ella se puso al corriente de todo lo ocurrido durante su ausencia, al parecer había pasado bastante tiempo. Cuando los otros llegaron, cada uno con su respectiva familia, la chica abrazó a todos y cada uno, en especial a sus otros dos hermanos. Las esposas e hijos, pequeños todos, se mostraban cariñosos y atentos con la joven, mientras que sus tres hermanos estaban completamente serios.

Pasaron un gran día, y le dejaron quedarse en casa del mayor, pues era la casa más grande y menos habitada. Al pasar unos días, tras la cena, los hermanos decidieron hablar con la fugada. Le trataron como un adulto, como era normal, pues ella ya lo era, le dijeron tantas cosas... Ella sólo quería verlos de nuevo sin dejar de creer en lo que ella quisiera, quería ser una niña por más tiempo. Acto seguido, se fue de la casa huyendo por segunda vez de ésta al bosque, cuando las fuerzas le fallaron se derrumbó enmedio del lugar.

Cuando despertó notó que no llevaba el hada, pensando que se lo había dejado en la casa de su familia se dio la vuelta, pero antes de avanzar se quedó petrificada, la tenía justo delante, flotando, brillando, viva.

- Has hecho bien huyendo de la casa, ellos no merecen el cariño que nos has dado a mis hermanas y a mí -el hada hablaba con una voz muy aguda, parecía segura de lo que decía, pero la chica contraria no entendía nada de lo que estaba pasando, por mucho que creyese era inverosímil que la piedra hablase- quédate con nosotros, por favor, necesitamos una madre que nos cuide.

La joven terminó por hacer caso a lo que el hada decía, por lo que volvieron a la casa del bosque donde el hada voló haciendo círculos sobre el resto de la creación y terminó mirando hacia la humana.

- ¿Vendrás con nosotras? -poco a poco, todas las hadas, sirenas, plantas, todo fue cobrando vida- no podemos estar aquí, podríamos correr peligro, pero necesitamos una madre.

- Iré, ¿pero dónde iremos?

- Dónde nos lleve el viento.

Mientras decía eso, empezó a revolorear alrededor de su madre, la cual empezó a flotar como las otras. Cogieron la maravillosa isla y se fueron volando por el cielo en busca de un lugar para establecerse. Encontraron dicho lugar en una de las estrellas del cielo, una de las más brillantes, allí había un mar infinito, donde dejaron flotando la obra, la cual creció rápidamente convirtiéndose en una isla real, tal y como era en barro, y ahí se instalaron, en un lugar donde el tiempo no transcurría como en el mundo normal, donde nadie crecía, ni tenía necesidad de hacerlo, en Nunca Jamás.

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⏰ Última actualización: Jun 19, 2018 ⏰

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