—NO TE DEJARÉ.Silencio, mi corazón palpitante por un instante se paralizó, una lagrima vuelve a surcar mi mejilla y tras ella un sollozo.
— ¡¿Por qué siempre te interpones es mi vida?!.— Grito entre lágrimas.
— Tu no quieres hacer esto, yo lo se, por favor baja.— ¿Tenía acaso motivos para bajar?
— ¿Y cómo estás tan seguro de lo que quiero o no? .— Mi pelo se mueve sin ningún sentido tapando mi rostro, haciendo que parte de el se pegue a mis mejillas húmedas.
— Por favor baja.
— ¡Contestame!.— Le exijo, cierro mis puños con fuerza, un sollozo se cuela por mi garganta.
— Alexis... si hubieses querido ya te habrías tirado, sin embargo, estabas esperando a algo. ¿Verdad?.
Eso, eso, eso es absurdo, yo no esperaba nada, mentira , verdad, Alexis sabes que es mentira por mucho que lo niegues.— ¿Y a que esperaba estúpida conciencia?. A mi alrededor una especie de angelito y de demonio se habían posicionado en mis hombros, confundiendo me, doy un paso y miro hacía abajo, el suelo queda muy lejos.
Me quedo en silencio, el y mi conciencia tienen razón, en mi interior aun tenía esperanzas pero ¿Harán que cambie de decisión?
—Alexis.— Giro mi cabeza y lo veo, está llorando, y me sorprende.— Por favor no lo hagas.— Agacha la cabeza y gira dandome la espalda.— Y si lo haces , es tu decisión, no la mía.— Me mira, tensa la mandíbula mientras una lágrima recorre su mejilla y vuelve la cabeza.— Pero no quiero verlo.— Apreta los puños. No es lo que a él le gustaría que pasase y eso me hace preguntarme ¿Qué es lo que verdaderamente quiere que pase?.
¿El verdaderamente quiere detenerme?, desde aquí puedo apreciar su sudor, su pelo despeinado su agitada respiración, sus lágrimas mojando el asfalto, sus puños apretados, y podría jurar que tenía miedo de mirar hacía atrás, por si yo, ya no estaba allí.
Bajo de la cornisa lentamente, intentando hacer el menor ruido , me quedo de pie y doy unos pasos asta él, coloco mi mano en su hombro izquierdo, él contacto con él después de tanto tiempo me transmite nostalgia, y me empuja a querer apartar mi mano; es como una corriente eléctrica que colisiona con mi cuerpo, como si, después de tanto tiempo aun estuviésemos conectados; y como si fuera malo pienso en apartarme, pero no lo hago.
Rápidamente se gira asustado, abre sus ojos, sus fascinantes ojos cuan búho, me mira de arriba a abajo como si no pudiese creer que estaba allí, coloca sus manos en mis mejillas, inspeccionando cada centímetro de mi rostro, comprobando que era real y no una ilusión que tarde o temprano desaparecería con el viento.
Por instinto con las mías las aferro a mi rostro, no evito llorar ante él, sus ojos, preciosos y carismáticos, aguados en un mar de lágrimas miran fijamente los mios, me abraza fuertemente, y los dos lloramos. Lloramos por necesidad, por alegría, por miedo, lloramos porque por fin nos teníamos, ¿nos teníamos?.
Me abraza fuertemente, un abrazo que nos une a los dos, ninguno quiere soltarse, me abraza como si fuese lo más delicado del mundo, y a la vez como si le hiciese falta.
Así nos quedamos un buen rato sollozando mientas el acaricia mi pelo y pronuncia.—Ya paso, estoy aquí, contigo.
De repente de mis labios solo sale un leve ¿por qué? , el me separa de su pecho.
-—¿Cómo que por qué? .— Me seca las lágrimas, coge mis manos y hace una pausa para entender a lo que me refería.—Me importas.— Dejo de mirar su rostro, en mi mente no se procesa que le siga importando y algo me dice que no es real, pero él coge mi rostro con sus dulces manos y hace que lo mire.— Te quiero.
En ese instante funde sus labios con los míos, son suaves y necesitados, y puedo jurar que en este momento por una vez en la vida me sentía viva, que los demás dejaron de importar que todo el tiempo a nuestro alrededor se había quedado paralizado.
El beso se intensifico, nuestras lenguas rozaban, era un beso tierno y húmedo, como si fuese una muñeca de porcelana con la que hubiese que gastar cuidado, como algo que no quieres romper. Era lento y apasionado a la vez, disfrutabas con cada contacto que hacia su boca al impactar con la mía.
Pose mis manos sobre su pecho, por un momento dimos de lado la lluvia que comenzó a mojarnos y resulto como si estuviésemos dentro de un cuento, y este fuese el típico, vivieron perdices y comieron perdices, aunque sabia que no era así, pues en la vida real los cuentos solo se leen y no se viven.
Yo no era ninguna princesa, el ningún príncipe azul, pero nos queríamos lo suficiente como para saber que no hacía falta creer en la hadas como para saber que aquello entre nosotros era pura magia.
Mi pelo se pega a mi rostro y espalda por la humedad, estamos empapados pero eso no impede que continuemos con el beso, hacemos una pausa, sus labios rozaban los míos, respiramos, junta su frente con la mía y cerramos los ojos, ahí me abraza de nuevo, esta vez mas fuerte, pero no me importa.
— Nunca vuelvas a hacer esto.— Yo quedo callada, con los ojos abiertos porque en mi interior aun no sabía hacia donde se dirigía mi vida. No sé si todo era de verdad, si vale la pena. No puedo jurar algo que ni yo sabía, estaba rota y por una vez he sido arreglada con caricias y besos, pero ¿todo aquello era de verdad? Es decir,
—¿De verdad aun me quieres Chris?.
— Nunca dejé de quererte.
Después de eso vuelve a fundir sus labios con los mios , sus movimientos son cuidadosos, esta vez son besos más cálidos y apasionados, no tan exigente como el anterior, besa mi labio inferior y lo muerde cuidadosamente, suelto un pequeño gemido, acto de instinto y continuamos con el beso.
Se separa de mi quedando aun muy cerca y aun con la respiración agitada pronuncia.
— Deberíamos irnos.
Miramos al cielo, si seguíamos aquí acabaríamos con hipotermia así que lo mejor era ir a casa.
Rápidamente Chris no tarda en pedirle las llaves del coche a Cloe, la cual un poco aturdida se las tiende, pues tampoco había prestado mucha atención a nuestras empapadas pintas ya que posiblemente estaba borracha.
Nos montamos en el coche, sentí mucho frio de repente, la ropa que llevaba, una blusa azul y unos pantalones vaqueros negros y largos, se pegaban a mi cuerpo, me abrazo a mi misma para evitar tiritar, Chris lo nota y me mira de reojo.
— Ya mismo llegamos, no te preocupes.
El está igual que yo, empapado, su cabello está despeinado y unas finas gotas caen de él y se deslizan desde su sien asta la mandíbula.
Cumpliendo con su palabra, el coche para justo en frente de mi puerta. Voy a salirme pero antes de ello me coge delicadamente del brazo, yo me giro y nuestras miradas se cruzan.
— Cuídate ¿vale?.— Su mirada es afligida reposa un dulce beso sobre mis labios y me deja marchar. Asiento y salgo del coche.
Afuera la lluvia vuelve a empapar mi piel, corriendo llego a la puerta de casa donde me resguardo de la lluvia, que dentro del coche había pasado de ser una ligera molestia a una lluvia feroz unida a un viento descomunal que hacían sentir fatiga, toco el timbre y espero unos segundos a que mi padre abra la puerta.
Tarda unos segundos en abrirme, al entrar en casa el coche arranca y se va, me fijo en el rostro de mi padre, ésta triste y serio, una pequeña arruga surca su frente y unas grandes ojeras se depositan debajo de sus verdes ojos, los cuales están llorosos y un tanto rojos.
—¿Qué te pasa papá?.— Le digo poniendo mi mano en su hombro. Olía a alcohol.
— Cariño, tenemos que hablar, sientate por favor. — Me dice indicando que tome asiento en el sofa del salón.
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Tarde, Espero Que Nunca
Novela JuvenilSu vida no es facil, ya no le ve rumbo, tampoco sentido, asi que decide hacer algo por la humanidad y escribe cartas a la espera de que alguien la ayude. Un dia como hoy , como cualquier otro Chris encuentra las cartas, por error , por curiosidad...