Merry Christmas.

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Esa noche fría, oscura y particularmente lluviosa era bastante especial, familia y amigos abarrotando un lugar en donde sólo puede respirarse alegría... Y tal vez una que otra lágrima llena de recuerdos. Los niños, con ojos ilusionados y almas llenas de emoción, irían corriendo a ver qué preciado regalo les habría dejado Papá Noel bajo el brillante árbol; los adultos, por su parte, se llenarían de calidez al ver tan dulce y conmemorativa imagen, que sin duda quedaría capturado su recuerdo en una espléndida fotografía. Diciembre, en efecto, era un mes lleno de felicidad para muchos, pues abarcar a todo el mundo sería demasiado irreal.

Para Junmyeon, este mes era especialmente triste, mejor dicho, doloroso. El por qué de su desdicha se atribuye a un joven de claros cabellos y brillante sonrisa; este fue, por mucho tiempo, su gran compañero: de aventuras, de recuerdos, de sonrisas, de peleas, de llanto, de besos, de amor, de vida..., de muerte. 

Junmyeon odiaba los autos, les temía, les tenía rabia, los tachaba de innecesarios y hasta los blasfemaba de ser mortales. Pero es muy comprensible, cada vez que estos mecánicos monstruos se atrevían a cruzarse en su camino, se burlaban con sus humeantes y espantosas risas; se carcajeaban sin remordimiento de su maldito sufrimiento y con descaro le hacían revivir incontables veces el motivo de su abatimiento.

"Ama. Ama todos los días. Ama tanto como si fuera la primera vez. Ama tan intensamente como si fuera la última. Demuéstrales a los que quieres que lo haces y siéntete dichoso de ser querido, pues no todo es eterno".

Reflexionó para si el joven de oscuro cabello castaño, quien se encontraba bajo la lluvia, importándole menos que poco si lo que se hallaba rodando por sus mejillas eran gotas de agua o un poco de pesar líquido que sus ojos encargaban de envasar en lágrimas. Pensaba cosas tristes, de esas que envía la vida para enseñarte ciertas lecciones; cada paso avivaba un recuerdo, la melancolía tomó su débil corazón y le plantó un beso muerto el cual lo presionó y la memoria le dio un golpe seco en la cabeza, perdiendo así cualquier atisbo de razón. Sus cansados pies de inmediato se olvidaron del agotamiento y se movieron presurosos hacia un simple banco de madera empapado de lluvia, evocaciones e interminables lágrimas ahora. Sus rodillas dejaron de tocar la gruesa capa blanca que sostenía todo lo superior con firmeza y fue a sentarse sobre ese viejo y barnizado banquito, tenuemente iluminado por algunos postes cercanos; y sin quererlo su vista ya viajaba a cada estrella visible en ese pequeño pedazo de cielo... Se concentró tanto en mirarlo, que parecía que la intensidad de este le reproducía la película que ansiaba volver a vivir. 

Cada parte de su ser imploraba muda por un milagro de navidad, de esos que tanto presagiaban los villancicos.

Por obvios y tempestuosos motivos, al cabo de dos horas el frío le calaba en los huesos, su blanca piel era casi del mismo tono que el de la característica nieve escarchada que abarcaba aquella época, su mojado abrigo marrón se le aferraba al cuerpo, de la misma forma en la que él se aferraba a ese lugar al que todavía no estaba dispuesto a abandonar. En la estancia una sombrilla, un cigarro y unos ojos curiosos se hicieron presentes a unos cuantos metros de distancia. La curiosidad en su mirada se volvió pena, porque algunas almas dan paso a  que los ojos reflejen lo que están destinados a sentir. Junmyeon bajó la cabeza, dando así permiso sin quererlo, a que el otro joven se acercara dudoso; este imitó su acción, quedando sentado a su lado, y ahora ya no era azotado ferozmente por las gotas de lluvia, al contrario de la persona que ocupaba el puesto vacío, la cual con la boca sostenía un cigarro, con su mano derecha una sombrilla y con sus pupilas la incredulidad ajena. Al momento no dijo nada, puesto que no sabía qué, pero su vista tan rápido como su cerebro lo detallaron, todos sus sentidos coincidieron en lo bien que le quedaba su abrigo negro, haciendo juego a la perfección con el azabache cabello y unos expresivos ojos del mismo color. Al final decidió preguntarle el motivo de su compañía, inquisición que fue evadida por una coqueta sonrisa , luego de la exhalación del humo. 

Miracles In December. [SuLay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora