09; inesperado.

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A eso de las tres de la mañana me desperté de golpe, un escandaloso maullido sin descanso martilleaba mis oídos, y llevaba así cerca de una semana, cada maldita noche. Era como si todos los gatos de la zona supieran que estaba pasándola muy mal porque Suga estaba perdido.

La primera noche brinqué a la ventana, creyendo ingenuamente que era el gato blanco el que lloraba para entrar. Pero no, resultó ser una puta gata en celo.

Y eso quizá me demostraba que Suga era tan antipático para ignorar una gata en calores justo en el tejado de mi departamento. Lo que provocaba que mi esperanza cayera al suelo, aquello sólo significaba que Suga o estaba muy lejos o había muerto.

Sin embargo a diferencia de las otras noches, esta vez el maullido no se detuvo, al contrario se le unieron muchos más.

Al otro día debía madrugar y mi tejado se convirtió en el maldito cuadrilátero de pelea de todos los gatos de la zona.

Quise ignorarlos, cubrí mi cabeza con el endredon, me escondí bajo la almohada, me puse los auriculares, pero nada pasó. Seguía escuchando el insistente sonido de los gatos.

Luego, un golpe seco contra la ventana me hizo brincar. Y continuó, percutía sin parar y me pregunté qué diablos estaban haciendo esos animales a esas horas de la madrugada.

Por tanto, harta del ruido me levanté de la cama, llené un balde con agua fría y me dirigí a la ventana.

No me juzguen, de verdad odio los animales.

Levanté el basculante y balanceé el cubo en mis manos hasta derramar toda el agua sobre el lío de gatos en el tejado.

Demasiado tarde me percaté que en medio de todos los felinos se encontraba uno particularmente blanco y antipático. De verdad que quise detenerme, pero mis pupilas sólo pudieron enfocar desbordantes de pánico y en cámara lenta como los ojos asustados del gato se expandían hasta quedar en una circunferencia perfecta y el chorro de agua impactaba directamente sobre él.

—¡Mierda Suga!

El gato, otrora una bola esponjosa de pelos, estaba completamente mojado. Su largo y lacio pelaje estaba pegado a su piel dándole el fiel aspecto de una rata.

Pero eso lo vislumbré unos segundos antes de que toda la manada de felinos echara a correr luego de soltar molestos maullidos.

Y entre ellos Suga, porque estaba segura de que era él.

De lo que no estaba segura era de por qué había lanzado el balde y brincado fuera de la ventana tras el animal. Y no fui consciente de la estupidez que cometí hasta que tambaleé sobre el tejado y por poco caí al suelo de no ser porque me sujeté del barandal de las escaleras de emergencia del edificio.

Tenía suerte, estaba en un quinto piso nada más.

Como pude me incorporé, y no supe si estaba delirando o qué, pero Suga estaba en el tejado del frente, lamiendo su pelaje y mirándome con su característica apatía de tanto en tanto.

—¿Qué clase de gato eres? —jadeé subiendo por completo a las escaleras, imitando el sigilo de ese tormento para evitar espantarlo—. ¿Por qué te quedaste ahí? ¿Querías verme morir?

Pero él no respondió nada. Por supuesto que no lo hizo. A cambio siguió observandome con ese odioso desdén.

—Ji-Min, estas son las cosas que hago por tí...

Mascullé, despojándome del suéter que me cubría del frío invierno próximo y le llamé.

En efecto, no me presto la más mínima atención y continuó bañándose. Estaba empapado y podía ver su pequeño cuerpo temblar del frío.

—Vamos Suga —prolongué la última letra en un tono meloso y muy ajeno a mi—. Regresemos adentro...

Y ocurrió lo por completo inesperado.

Dio un brinco desde el frente y cayó a unos centímetros de mis pies. Estiró su aletargado cuerpo y se frotó en mi pierna.

Me agaché y lo envolví en el suéter hasta acunarlo en mi pecho, su nariz estaba fría y me provocó cierto asco. Olía como a alcantarilla, estaba sucio... todos los días que llevaba afuera sumados al baldado de agua fría que le eché hacían que su tenue aroma se convirtiera en una desagradable olor.

Pero no me inmuté demasiado y lo aferré a mi pecho, impregnando mi pijama con su olor y tratando de darle un poco de calor.

Tendríamos que tomar un baño, los dos.

grumpy suga ; myg ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora