Capítulo 16: "El tiempo y el corazón"

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Si me toca esperarte, lo haré
Y no desvaneceré con las horas

Lali
El nudo que retorcía mi estómago me estaba matando. Me sentaba, me paraba, subía lo brazos, los bajaba. Nada me calmaba. No entendía por qué sentía tanto dolor, era como una mezcla de tristeza y enojo. Benjamín nunca causó esto en mí, y quizás la incógnita de por qué ahora sí, era una razón más para que me doliera tanto.
Caminé como pude hasta el baño, en el intento de averiguar si se trataba de uno de esos días. Rogaba que fuese eso, pero no, ningún indicio. Fui hasta la cama, volví a sentarme, y no pasó más de quince minutos que escuché el timbre.
Llegué a la puerta; estaba segura de que ers él. Reconocía desde sus más tiernas palabras hasta sus más extraños silencios.

-Benjamín andate ---largué---.

-Tenemos que hablar.

-Andate a tu casa y dejame en paz ---me alejé, no mucho, como para asegurarme  de que se fuera---.

Benjamín
Toqué tres veces el botón del ascensor y esos segundos me hicieron reaccionar.  No puedo irme, ¿qué estoy haciendo? ¿Cargando con una culpa que no es mía? Volví a su puerta, la toqué. Fueron más de dos veces, hasta que respondió.

-Dije que no quiero hablar con vos.

-Lali abrime, abrime por favor ---el silencio me aturdía. No podía estar más de diez segundos esperando una respuesta---. Está bien, no abras. Hacé lo que quieras, pero no podés impedir que diga lo que siento ---me senté en el piso y comencé a hablar, escuchando a mi corazón, sin tener todo muy en claro, sin saber si estaba bien o estaba mal---. La vida se basa en el tiempo, Lali. El tiempo determina todo. Lo que vivimos, lo que sentimos, nuestras esperanzas. Hasta construímos nuestra vida pensando en el tiempo ---los ojos se me irritaban y ya comenzaba a enojarme conmigo mismo, con mi sensibilidad, con la estúpida idea de poder mantener una línea sin quebrar---. Por eso cuando sentimos pena nos dicen "te vas a acostumbrar", y empiezo a pensar que tienen razón. Los dolores más grandes pasan con el tiempo, las mentiras más hirientes se descubren con el tiempo también. Y Lali, aunque no me quieras escuchar, ni creer, sé que me estás escuchando y creyendo, inevitablemente. Porque vos más que nadie sabés que nunca, Lali, jamás, te lastimaría. Ayer a la noche llegó Matías, ¿te acordás de él? Hace unos años lo invitábamos a cenar. El tipo caía con una mina diferente todas las noches, me acuerdo que a vos te jodía, pero que lo entendías porque era su problema, y sigue luchando contra eso. Lali, esas chicas no estaban en mi casa por mí. Esas chicas fueron sin mi consentimiento. ¿Por qué sos tan terca? ¿Por qué no me escuchás? Odio dar explicaciones sobre cosas que no me involucran. Pero a vos, Lali, a vos... te daría mil explicaciones más, si fuera necesario.

Me levanté, lento, desganado, manteniendo la esperanza de que esa puerta se abriría para dejar ver a la Lali que yo conocía, a la que me escuchaba, me entendía, a la que no se cerraba en una idea sin sentido. Pero ese momento no llegó, y comprendí que el tiempo, después de todo, también cambia a las personas.

Lali
Las lágrimas no me dejaban en paz. Me limpiaba los cachetes para que después volvieran a mojarse, una y otra vez, mientras repetía sus palabras en silencio: "porque vos más que nadie sabés que nunca, Lali, jamás, te lastimaría".
Me había dado cuenta de que lo único que me retorcía el estómago era no escucharlo, no creerle, y que ese dolor tan fuerte se terminaba cuando escuchaba sus palabras tan sinceras, tan ciertas. El Benjamín Amadeo del que yo me enamoré sigue siendo el mismo, y está ocasionando un sentimiento pasajero en mí, como si fuese la primera vez, como si me enamorara de él por segunda vez, creyendo que es la primera. No es tan loco como puede llegar a interpretarse. Es simplemente la verdad, la verdad oscura y luminosa, la verdad triste y feliz. Porque es difícil luchar contra un sentimiento cuando en realidad lo querés conservar.

-¿Hola La? ---escuché la voz de Paula Chávez cuando contestó mi llamada e intenté no llorar---.

-Pau, te re extraño, ¿no querés venir con Oli? Tomamos mates y comemos unas facturas.

-Esa voz ---largó, con tono pensador---. ¿Qué pasó?

-Vengan, dale, las espero.

-En 20 estoy.

Benjamín
Dejo caer la mochila de mi hombro al sofá y al primero que veo es a Nacho saliendo del baño.

-Hey, no te fuiste ---alcanzo a decir, desganado---.

-¿Fuiste a buscarla no?

-Como me conocés ---sonrío a medias---.

-Por tu cara no te fue muy bien.

-No me abrió ---me siento, dando un suspiro. Nacho permanece parado, apoyado en la pared, con brazos cruzados---. Pero le dije todo lo que quería.

-¿Lelé estaba con ella? ---pregunta, preocupado---.

-No sabría decirte, primo. Dije que no me abrió. No creo, las dos estaban re enojadas, seguro se fue cada una por su lado. ¿Vos qué pensás hacer?

-¿Decís que vaya a buscarla?

-Sí, para mí tenés que ir.

-Me disculpé con Matías ---admite co  cabeza gacha---. Ya encontró un hotel, por Palermo, no muy lejos de acá.

-Mejor ---sonrío---.

-Estás cansado Benja, ¿por qué no dormís? Mañana vengo a buscarte para llevarte al médico ¿si?

Le saco los ojos de encima y me quedo mirando un punto fijo en el piso. No quiero hacerme más estudios, no quiero saber nada. Solo deseo que el día odioso de la operación llegue y después poder comer tranquilo, sin "esto no", "esto tampoco". Pero también sé que necesito despejar la mente, preocuparme un poco más por mi salud que por problemas que no tiene sentido resolver.
Miro a mi primo una vez más. Se está colocando la campera y ya tiene las llaves del auto entre las manos. A los pocos segundos, me decido a aceptar su propuesta. Después de todo, mañana no haría más que ir al estudio y estar en mi casa. Claro, ir al médico a hacerme estudios no va a mejorar mi día, pero me va a mantener ocupado.

Único - BenjaliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora