Somos unas idiotas enamoradas

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Está confirmado, el destino me odia.

Estaba tan emocionada de ir al instituto para demostrarle a Kussun lo perfecta que puedo ser, que terminé desvelándome por ello y eso no es lo peor, amanecí enferma de fiebre y gripe, por que a la idiota de mí se le olvidó quitarse el uniforme y darse un baño de agua caliente.

–El destino me odia… –Fue lo que dije cuando mamá apartó el termómetro de mi boca.

–El destino no tiene la culpa de que olvidarás lo que te dije el día de ayer. –Mamá le echó un vistazo al objeto entre sus manos. –Tal parece que alguien no irá al instituto~ –Sonrió. –Y creo que mencionaste que nada o nadie te detendría en tener comiendo de tu mano a Kusuda-chan y ganarte a la suegra. –Todavía tiene el descaro de burlarse.

–Mamá, me estoy muriendo, no te burles de mí…~ –Repliqué.

–Nada o nadie me detendrá, decía. Tendré a Kussun comiendo de mi mano y me ganaré a mi suegra, decía. –Siguió burlándose.

–Amor, deberías dejar descansar a Yoshi-chan. –Mi papá apareció por la puerta de mi  habitación, con bandeja en mano.

–Es divertido, solo mira esas mejillas sonrojadas. –La bandeja fue depositada en mis piernas, esta contenía un plato de sopa, un par de pastillas para el congestionamiento y un vaso de jugo de naranja.

–Gracias papá. –Recibí un beso en la frente por parte de él. –No puedo creer que te divierte ver a tu hija sufrir. –Mamá río.

–No, me divierte el ver que mi hija tiene mala suerte~ –Hice un puchero ante sus palabras. –Dejando eso de lado, ¿Estarás bien estando por tu cuenta? –Preguntó preocupada.

–Estaré bien, tu y papá me han dejado en claro que medicamento debo tomar y a que horas debe ser. –Sorbí un poco de la sopa.

–¿Segura? –Esta vez papá preguntó.

–Muy segura. –Asentí a mis palabras tercamente. –Pueden irse tranquilos al trabajo.

–Si tu lo dices… –Suspiró mi papá, mientras recogía de mi escritorio su maletín y el de mamá.

–Avisaré al instituto de tu ausencia, ¿De acuerdo? –Nuevamente asentí.

–Pórtate bien, ¿Si, hija? –Otro asentimiento.

–Que les vaya bien~

Con una última mirada y promesas de llamarlos por si necesitaba algo, se despidieron de mí para realizar su rutina diaria.

–¿Y ahora que hago? –Miré alrededor de mi habitación.

Mis ojos brillaron al posarse en mi hermosa consola de videojuegos. Sin querer esperar más, encendí el aparato y coloqué el juego pendiente que había comprado la semana pasada.

–Estar enferma si que tiene sus ventajas~

Aina PDV

Faltaban diez minutos para que las clases dieran inicio, miraba de un lado a otro el pasillo del tercer piso, esperando que Nan-chan apareciera con su usual sonrisa plasmada en su rostro. Pero no había ninguna señal de ella y eso estaba comenzando a preocuparme.

–Debería irme ya es hora de entrar a clase, tal vez la vea en la hora del almuerzo. –Con ese pensamiento, me dirigí a mi salón de una buena vez.

La hora del almuerzo había llegado ya y aún no había rastro de Nan-chan por ningún lado. En mi cabeza rondaba infinidad de cosas negativas acerca de su ausencia en el instituto; tales como: ¿Y si se cambió de escuela? ¿Y si se mudó a otro país? ¿Y si se alistó a la guerra? ¿Y si se la comió el lobo? ¿Y si se suicidó con jarabe para la tos?, ¡Necesito saber algo de ella! ¡Siento que me volveré loca!

Me gustas, te amo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora